Ronda Dohá: ¿quién se acuerda de ella en el gran mundo?

A mediados de año, en otro frustrado intento de salvar la cara tras cinco años de fracasos en la ronda Dohá, Peter Mandelson y Susan Schwab se reunieron en Ginebra. Soplaba en ese encuentro una brisa hipócrita y el tiempo le dio la razón.

3 octubre, 2007

Mandelson, un mercantilista irreductible, sigue siendo comisario de comercio en la Unión Europea. Schwab acababa de ser nombrada representante viajera del hou declinante George W.Bush. Experta en su materia, nadie sabe cuánto va a durar. “Supongamos que les diéramos a los países pobre o en desarrollo cuando reclaman –preguntó el inglés- ¿modificaría Estados Unidos su postura actual?”. La damaa precisó varios eufemismos para contestar que no. El tercer villano, Japón, ni siquiera estaba en esos encuentros (hubo otro, sigiloso, a fines de septiembre).

Naturalmente, la suerte de los países pobres o las economías suddesarrolladas fue traída a colación varias veces, pero sólo en forma declamativa. En 2001, cuando abrieron la ronda hoy en licuación, la UE y EE.UU. aseguraron que las tratativas eran, en verdad, para destrabar flujos de intercambio por US$ 300.000 millones y favorecer a las víctimas de los escandalosos subsidios agrícolas aplicados por las tres máximas economías centrales.

Pero, ya durante 2007, se diluyeron tres intentos de salvar la ronda y la propia Organización Mundial de Comercio. No fue posible siquiera tratar los US$ 19.000 millones anuales regalados a los productores estadounidenses. Por supuesto, tampoco podía esperarse que China, India, Brasil o Argentina abriesen sus mercados a todavía más autos, computadoras, electrónicos, inalámbricos o servicios bancarios importados.

“No voy a decir una cosa por otra. Hemos vuelto a fracasar y estamos en plena crisis”. Así admitía en agosto Pascal Lamy, viejo adalid del proteccionismo agrícola francés y, como muchos de sus compatriotas, indiferente a la suerte de los países pobres. Empezando por el presidente Nicolas Sarkozy, un húngaro étnico cuya obsesión es impedir que otro país en desarrollo, Turquía, ingrese a la Unión Europea.

Por cierto, Washington había propuesto eliminar hasta 54% casi todas las tarifas y cuotas a la importación. Pero, en materia agrícola, sólo ofrecía reducir levemente subsidios al maíz, los lácteos y una veintena de rubros primarios importantes. A su vez, Bruselas bajaría 38% una serie de subvenciones que distorsionan el comercio. No obstante, por fuerte presión de Francia, se negó a rebajar tarifas en los márgenes exigidos por EE.UU. o por el Grupo de los 20 economías en desarrollo, productoras de alimentos y materias primas (salvo hidrocarburos). Los países pobres miraban desde afuera.

Impertérrita, Schwab insistió en que “estamos haciendo progresos. Podríamos eventualmente negociar con la UE mayores recortes en el sector agrícola. Pero los europeos debieran mejorar sus propuestas concretas en el mismo plano”. Vale decir, cero al as.

En general, la UE gasta notablemente más que EE.UU.en proteger a su ineficiente actividad rural. Origen de aquella estimación de US$ 19.000 millones, Kimberly Elliott –analista del centro para desarrollo global, Washington- sostiene que a los europeos “su sistema les insume más de US$ 60.000 millones por año”.

Si, por un lado, los programas de subsidios norteamericanos cuestan mucho menos que los europeos, las rebajas propuestas aquende en Atlántico no son tan amplias como podría parecer. Por ejemplo, algunos funcionarios estadounidenses afirman que, este año, el gasto tal vez no pase de un tercio respecto de los 19.000 millones insumidos en 2005. De esa manera, los recortes también serían muy inferiores a los supuestos.

Personalmente, Schwab era escéptica en lo atinente a ofrecer concesiones adicionales a los europeos. La experta y su equipo están convencidos –con buenas razones- que intransigente como Francia o Polonia jamás le permitirá el “moderado” Mandelson proponer mayores rebajas de tarifas a la importación.

Otros diplomáticos emergieron de la frustránea reunión en Ginebra con impresiones diferentes. Varios sospechan que la propia Schwab carece de influencia suficiente, en el entorno presidencial, para negociar concesiones más ambiciosas. En camino, las economías más carenciadas del globo continúan esperando, no se sabe exactamente qué.

Mandelson, un mercantilista irreductible, sigue siendo comisario de comercio en la Unión Europea. Schwab acababa de ser nombrada representante viajera del hou declinante George W.Bush. Experta en su materia, nadie sabe cuánto va a durar. “Supongamos que les diéramos a los países pobre o en desarrollo cuando reclaman –preguntó el inglés- ¿modificaría Estados Unidos su postura actual?”. La damaa precisó varios eufemismos para contestar que no. El tercer villano, Japón, ni siquiera estaba en esos encuentros (hubo otro, sigiloso, a fines de septiembre).

Naturalmente, la suerte de los países pobres o las economías suddesarrolladas fue traída a colación varias veces, pero sólo en forma declamativa. En 2001, cuando abrieron la ronda hoy en licuación, la UE y EE.UU. aseguraron que las tratativas eran, en verdad, para destrabar flujos de intercambio por US$ 300.000 millones y favorecer a las víctimas de los escandalosos subsidios agrícolas aplicados por las tres máximas economías centrales.

Pero, ya durante 2007, se diluyeron tres intentos de salvar la ronda y la propia Organización Mundial de Comercio. No fue posible siquiera tratar los US$ 19.000 millones anuales regalados a los productores estadounidenses. Por supuesto, tampoco podía esperarse que China, India, Brasil o Argentina abriesen sus mercados a todavía más autos, computadoras, electrónicos, inalámbricos o servicios bancarios importados.

“No voy a decir una cosa por otra. Hemos vuelto a fracasar y estamos en plena crisis”. Así admitía en agosto Pascal Lamy, viejo adalid del proteccionismo agrícola francés y, como muchos de sus compatriotas, indiferente a la suerte de los países pobres. Empezando por el presidente Nicolas Sarkozy, un húngaro étnico cuya obsesión es impedir que otro país en desarrollo, Turquía, ingrese a la Unión Europea.

Por cierto, Washington había propuesto eliminar hasta 54% casi todas las tarifas y cuotas a la importación. Pero, en materia agrícola, sólo ofrecía reducir levemente subsidios al maíz, los lácteos y una veintena de rubros primarios importantes. A su vez, Bruselas bajaría 38% una serie de subvenciones que distorsionan el comercio. No obstante, por fuerte presión de Francia, se negó a rebajar tarifas en los márgenes exigidos por EE.UU. o por el Grupo de los 20 economías en desarrollo, productoras de alimentos y materias primas (salvo hidrocarburos). Los países pobres miraban desde afuera.

Impertérrita, Schwab insistió en que “estamos haciendo progresos. Podríamos eventualmente negociar con la UE mayores recortes en el sector agrícola. Pero los europeos debieran mejorar sus propuestas concretas en el mismo plano”. Vale decir, cero al as.

En general, la UE gasta notablemente más que EE.UU.en proteger a su ineficiente actividad rural. Origen de aquella estimación de US$ 19.000 millones, Kimberly Elliott –analista del centro para desarrollo global, Washington- sostiene que a los europeos “su sistema les insume más de US$ 60.000 millones por año”.

Si, por un lado, los programas de subsidios norteamericanos cuestan mucho menos que los europeos, las rebajas propuestas aquende en Atlántico no son tan amplias como podría parecer. Por ejemplo, algunos funcionarios estadounidenses afirman que, este año, el gasto tal vez no pase de un tercio respecto de los 19.000 millones insumidos en 2005. De esa manera, los recortes también serían muy inferiores a los supuestos.

Personalmente, Schwab era escéptica en lo atinente a ofrecer concesiones adicionales a los europeos. La experta y su equipo están convencidos –con buenas razones- que intransigente como Francia o Polonia jamás le permitirá el “moderado” Mandelson proponer mayores rebajas de tarifas a la importación.

Otros diplomáticos emergieron de la frustránea reunión en Ginebra con impresiones diferentes. Varios sospechan que la propia Schwab carece de influencia suficiente, en el entorno presidencial, para negociar concesiones más ambiciosas. En camino, las economías más carenciadas del globo continúan esperando, no se sabe exactamente qué.

Compartir:
Notas Relacionadas

Suscripción Digital

Suscríbase a Mercado y reciba todos los meses la mas completa información sobre Economía, Negocios, Tecnología, Managment y más.

Suscribirse Archivo Ver todos los planes

Newsletter


Reciba todas las novedades de la Revista Mercado en su email.

Reciba todas las novedades