<p>Paralelamente, esta guerra está generando una especie de “acción psicológica” que repercute en los medios. Por ejemplo, italianos y españoles sostienen que las fuerzas de Trípoli empujan a los insurgentes hacia Benghazí, capital de Cirenaica. Pero, en verdad, los mercenarios de Jamís –segundo hijo del coronel- operan entre Sirte (reducto de clan) y Ras Lanuf, límite del centro.<br />
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Diferente es el cuadro descripto por británicos, franceses y norteamericanos, cuya clave es un instrucción secreta de Barack Obama que autoriza a “dar auxilio pleno para derrocar a Muammar Ghadafi”. Según diversas fuentes occidentales, esto implica también a CIA.<br />
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En realidad, según tres diarios estadounidenses, opera ya un grupo de agentes de inteligencia en territorio libio. Su misión consiste en recoger información para facilitar bombardeos aéreos y contactos con los rebeldes en el oeste, o sea Tripolitania. Pero, en lo referente a entrega de armas, las cosas son menos claras o los canales de la CIA son poco apropiados.<br />
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La situación al amanecer del jueves es incómoda para ambos beligerantes. En el oeste, los ataques por aire castigan sin respiro a un ejército gubernamental carente de aviones y con pocos helicópteros. Trípoli, Misurata, Zintán, Zawiya y Zwara van quedando en ruinas. Por su parte, los rebeldes tienen problemas para afincarse en el centro, vale decir Sirte, por ahora inexpugnable, Ras Lanuf y bin Dyawad. En el este propiamente dicho, no hay cabezas de puente pro Ghadafi. <br />
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Retroceden los rebeldes libios, pese a la CIA
Nuevamente, la mala organización y las vacilaciones de los aliados le permiten a Jamís Ghadafi recobrar terreno en la costa central. Con respaldo aéreo insuficiente, ni el apoyo de la CIA suple sus insuficientes: Sirte es un obstáculo de hierro.