<p>Hasta este trimestre, aquel contexto les permitía a varios países, con Estados Unidos al frente, tomar prestados a fondos soberanos de China o el hoy problemático golfo Pérsico los ingentes fondos necesarios para o estimular sus economías. Lo que era malo hasta 2007 pasó a ser bueno en 2008/9 y en 2010, claro, torna a ser malo. Por ende, regresa la ortodoxia norteamericana. <br />
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La receta no cambia: yüan más alto y, en un futuro, flotante. Vale decir, exportaciones chinas más caras que permitan competir a otros (EE.UU., UE). Por supuesto, esos críticos soslayan los subsidios que amparan a productores agrícolas ineficientes de ambas áreas y Japón.<br />
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Paul Krugman, Nobel 2008, resume la cuestión en su columna por Internet: “China es ya una potencia financiera y comercial, pero no actúa como sus competidoras occidentales. En vez, sigue normas mercantilistas –como Gran Bretaña en el siglo XIX- y mantiene superávit artificiales en su intercambio”. De pronto patriota, el discípulo de Paul Samuelson califica esa política de “predatoria, pues le cuesta 1.400.000 puestos laborales a EE.UU.”<br />
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En otros términos, dos tercios del desempleo proyectado para enero-marzo. Washington y otros gobiernos sostienen que ajustar hacia arriba el yüan es clave para evitar otra crisis en las economías centrales. Pero China no tuvo nada que ver con el descalabro de malas hipotecas (2006/7), el colapso financiero ni la recesión de 2007/9.<br />
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No obstante, el economista es más sutil. “El masivo ahorro interno chino, puesto en reservas internacionales libres –afirma- contribuyó al exceso de endeudamiento externo de otros. Éste permitió, particularmente a EE.UU., llegar a tasas básicas de 0 a 0,25% anual (ahora, 0,25/0,5)”. En una voltereta dialéctica, Krugman vincula la última crisis sistémica occidental a la política cambiaria china. Similar planteo comparte el escocés Niall Ferguson. <br />
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Ninguno de ambos no menciona el otro caso de alto ahorro interno con moneda barata: Japón y el yen desde 1990/1. Tampoco recuerdan que, desde la crisis de 1987/8, EE.UU. es una economía casi sin ahorro interno: sus burbujas a partir de 1997/2001 se han financiado con ahorro externo vía letras de tesorería. Por otra parte, analistas de Wharton creen que, en el largo plazo, “China misma se beneficiará con un yüan alto y flotación cambiaria. Pero no será un proceso fácil para Beijing ni Washington”, sostiene Richard Marston.<br />
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A su juicio, “la reapreciación de la moneda morigerará la inflación y evitará contramedidas en Occidente”. Su colega Franklin Allen llega al extremo de calificar como una rémora las reservas chinas por US$ 2,4 billones, de los cuales dos tercios, unos 1,6 billones, son activos en dólares.</p>
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Retornan las presiones sobre China por su yüan barato
Durante la crisis sistémica occidental, los críticos de Beijing y su política cambiaria no hablaban. Pero una lenta y dudosa reactivación los hace volver a la carga con iguales argumentos. Pese a la crisis financiera que asoma en la Unión Europea.