martes, 22 de abril de 2025

Respaldo militar a Pinochet

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El jefe del ejército de Chile reiteró el apoyo a Pinochet, pero sus declaraciones sugieren que se abre cierta distancia entre la institución y el viejo dictador sometido a proceso por sus actos.

El comandante en jefe del ejército de Chile, Ricardo Izurieta, confirmó que la institución mantendrá su apoyo a Augusto Pinochet, aunque calificó de “repudiable” el acto de arrojar prisioneros al mar.

En declaraciones al diario El Mercurio, reiteró que jamás abandonará a su ex jefe “a pesar de todas las críticas y las presunciones acerca de que me he alejado de él”; el ejército “le tiene aprecio, afecto”, insistió.

Sin embargo, puso cierta sutil distancia entre las fuerzas armadas y el anciano dictador, cuando sostuvo que está cumpliendo las responsabilidades impuestas por el cargo y que las instituciones son más importantes que las personas.

Las declaraciones coinciden con la marcha del proceso a cargo del juez, Juan Guzmán, quien deberá determinar si prosiguen las actuaciones o si declara a Pinochet inhábil para asumir su defensa a raíz del dictamen médico que le adjudica una demencia “leve a moderada”.

Izurieta debe afrontar las críticas de los partidarios de Pinochet, cuya hija Jacqueline lo acusa de pretender quedar bien “con Dios y con el Diablo”; el diputado Ivan Moreira imputa al ejército haber abandonado a su ex comandante.

Los analistas chilenos perciben que el apoyo militar a Pinochet no es, de manera alguna, incondicional; estiman que Izurieta y el jefe del Estado Mayor, Juan Emilio Cheyre, influyeron decisivamente para que aquél aceptara declarar ante el magistrado actuante.

Se adelanta que Pinochet, durante el interrogatorio a que será sometido por Guzmán, negará de manera categórica responsabilidad en los actos represivos cometidos durante su paso por el poder político y militar, entre 1973 y 1990.

Aunque Guzmán pretende juzgarlo por los 3.197 desaparecidos que dejó su dictadura y substancia 208 querellas de familiares de víctimas, aspira a procesarlo por 57 muertes y 18 desaparecidos que dejó la llamada “caravana de la muerte” que recorrió Chile, por explícita orden del anciano militar.

El comandante en jefe del ejército de Chile, Ricardo Izurieta, confirmó que la institución mantendrá su apoyo a Augusto Pinochet, aunque calificó de “repudiable” el acto de arrojar prisioneros al mar.

En declaraciones al diario El Mercurio, reiteró que jamás abandonará a su ex jefe “a pesar de todas las críticas y las presunciones acerca de que me he alejado de él”; el ejército “le tiene aprecio, afecto”, insistió.

Sin embargo, puso cierta sutil distancia entre las fuerzas armadas y el anciano dictador, cuando sostuvo que está cumpliendo las responsabilidades impuestas por el cargo y que las instituciones son más importantes que las personas.

Las declaraciones coinciden con la marcha del proceso a cargo del juez, Juan Guzmán, quien deberá determinar si prosiguen las actuaciones o si declara a Pinochet inhábil para asumir su defensa a raíz del dictamen médico que le adjudica una demencia “leve a moderada”.

Izurieta debe afrontar las críticas de los partidarios de Pinochet, cuya hija Jacqueline lo acusa de pretender quedar bien “con Dios y con el Diablo”; el diputado Ivan Moreira imputa al ejército haber abandonado a su ex comandante.

Los analistas chilenos perciben que el apoyo militar a Pinochet no es, de manera alguna, incondicional; estiman que Izurieta y el jefe del Estado Mayor, Juan Emilio Cheyre, influyeron decisivamente para que aquél aceptara declarar ante el magistrado actuante.

Se adelanta que Pinochet, durante el interrogatorio a que será sometido por Guzmán, negará de manera categórica responsabilidad en los actos represivos cometidos durante su paso por el poder político y militar, entre 1973 y 1990.

Aunque Guzmán pretende juzgarlo por los 3.197 desaparecidos que dejó su dictadura y substancia 208 querellas de familiares de víctimas, aspira a procesarlo por 57 muertes y 18 desaparecidos que dejó la llamada “caravana de la muerte” que recorrió Chile, por explícita orden del anciano militar.

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