Putin y Lula defienden a Wikileaks y Assange
Mientas la guerra de las filtraciones se torna anárquica, la coalición pirata dispara en todas direcciones. Pero ahora hay un costado geopolítico: Rusia, Brasil y Australia cuestionan abiertamente actos ilegales de Estados Unidos.
10 diciembre, 2010
<p>Luiz Inácio da Silva y Vladyímir Putin se preguntan “si es democrático retener a Julian Assange preso sin fianza en Gran Bretaña”. El primer ministro ruso, además, condena al departamento de estado y el Pentágono por “haber presionado sobre Twitter y Facebok para que bloqueen el sitio sin razones jurídicas”.</p>
<p>Al respecto, un semanario tan ortodoxo como el Economist pide a Washington “no reaccionar ante WikiLeaks como ante los talibán en Afganistás y Pakistán”. Putin apeló a un dicho campesino de su país, “cuando muge la vaca del vecino mejor que la tuya siga callada”, mientras el gobierno brasileño apelaba al alto comisionado de Naciones Unida para derechos civiles, Navi Pillay.</p>
<p>EE.UU. no se queda quieto. “Nadie cree tanto como nosotros en la libertad de opinión”, señala un comunicado del departamento de Justicia, curiosamente intitulado Indagaciones en curso sobre ataques cibernéticos. Pero Moscú, Brasilia y Canberra insisten en un punto clave: no se han radicado aún demandas penales concretas contra el sitio y su fundador, detenido por un juez británico a pedido de la justicia sueca, a su vez vinculada con Washington. Otro detalle: al viernes, ningún juez norteamericano había tomado cartas en el asunto.</p>
<p>Otro medio conservador, Time, define el arresto de Assange como “triunfo para WikiLeaks en una lucha asimétrica en torno del derecho a informarse que va convirtiéndose en un espectáculo. Cuanto más algunos gobiernos se ensañen con Assange, más se fortalecerá lo que es ya un movimiento mundial”.</p>
<p>A criterio de Putin, “el cuadro es más complejo. Antes el sitio tachaba a Rusia de antidemócrática y corrupta, Hoy emplea el mismo lenguaje contra EE.UU., Gran Bretaña y Suecia, por lo cual cabe dudar de que la diplomacia norteamericana sea fuente fiable de información para los demás países que tratamos con ella”.</p>
<p>Ahora bien, el choque entre potencias occidentales y la comunidad WikiLeaks demuestra que, en este joven siglo XXI, “las ciberguerras –apunta Reuters- son cuestiones más volátiles de lo supuesto hasta no hace mucho. Durante años, varios gobiernos dedicaron recursos informáticos pensando en enemigos estilo al-Qa’eda, Irán, Norcorea, etc. Pero resulta que el problema radica en 440.000 cables secretos norteamericanos difundidos por todo el planeta”.</p>
<p>A criterio de John Barlow, gestor de Electronic Frontier Foundation (EFF), “se ha iniciado la primera ciberguerra. El campo de batalla es WikiLeaks y la tropa la constituyen cientos o miles de hacktivistas duchos en tecnologías de punta”. Uno de los grupos más dinámicos es Anónimo, autor del lema “operación vengar a Assange” (avenge Assange). En un gesto típico, aprovecha la red Twitter –que colabora con el Pentágono- para coordinar ataques a sitios que buscan silenciar a WikiLeaks.</p>
<p>Todo este proceso no carece de precedentes. Uno de ellos (quizás inspirador de Assange) hace al maridaje entre “hackers patriotas” y el gobierno ruso en ataques sobre la pequeña Estonia (2006/07). Esos piratas supuestamente independientes formaban parte de una operación ligada al desmembramiento parcial de Georgia.<br />
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