Putin tiene como nuevo rival a un ex ajedrecista

El georgiano Ghyérard Veinshtein (a) Garry Kaspárov se lanzó a la arena política encabezando una “marca disidente” contra el autocrático presidente ruso. Algunos temen por su libertad, bienes o integridad física.

18 diciembre, 2006

La manifestación en sí no fue impresionante: a lo sumo, unas 2.500 personas en la plaza Roja, “custodiadas” por cinco mil policías armados hasta los dientes. El ex campeón de los trebejos, con el nombre de Garry Kaspárov, se presentó en el centro de Moscú junto con varios dirigentes opositores, por primera vez unido en un frente contra las aspiraciones quedantistas de Vladyímir Putin.

Algunos expertos de Europa occidental ven en el acto del sábado un claro síntoma de deterioro en la imagen del presidente ante la sociedad urbana. A su criterio, la reacción oficial lo confirma: bloqueo de trenes, subterráneos y ómnibus. intimidaciones, agresivo cacheo de pasajeros, transeúntes o turistas y prohibición de que la marcha abandonase la plaza Roja.

“Rusia es presa de un sistema violento y corrupto que se ha institucionalizado. Las transgresiones jurídicas con cosas cotidianas”, sostuvo Kaspárov. De paso, denunció seguimientos y aprietes personales, desde que anunció la marcha.

No obstante, Putín todavía cuenta con un apoyo público superior a 70% en las encuestas con vistas las elecciones presidenciales de 2008. Ello torna el hostigamiento a opositores en un ejercicio contraproducente. No obstante, el régimen no vacila en fabricar delitos para encarcelar rivales, liquidar periodistas o hasta agentes molestos. El único obstáculo es que, si no se decide a reformar la constitución, en poco más de un año deberá designar un sucesor de confianza –y aceptable para los votantes- para manejar los hilos desde atrás.

Existe un componente más inquietante: la influencia moscovita en el gobierno y los medios alemanes. Por ejemplo, el embajador ruso en Berlín logró sacar del aire entrevistas con Kaspárov y, también, noticias sobre el caso Anatoly Litviñenko, el espía asesinado vía polonio (contaminando de paso un área de Londres, sin que Antony Blair protestase oficialmente).

¿Por qué tanta tolerancia ante los rusos? Simple: Alemania depende del largo gasoducto “multinacional” que, manejado realmente por Gazprom, se tiende bajo el Báltico para no atravesar Polonia, Lituania, dos países que Putin considera enemigos potenciales, Estonia y Letornia. No es casual que el operador principal de los intereses económicos y políticos moscovitas sea el influyente –ya no tanto- ex canciller Gerhard Schröder. “Haberse metido en esa carrera puede ser fatal para Kaspárov, en más de un sentido”, comentaba desde su celda Jodorkovsky.

La manifestación en sí no fue impresionante: a lo sumo, unas 2.500 personas en la plaza Roja, “custodiadas” por cinco mil policías armados hasta los dientes. El ex campeón de los trebejos, con el nombre de Garry Kaspárov, se presentó en el centro de Moscú junto con varios dirigentes opositores, por primera vez unido en un frente contra las aspiraciones quedantistas de Vladyímir Putin.

Algunos expertos de Europa occidental ven en el acto del sábado un claro síntoma de deterioro en la imagen del presidente ante la sociedad urbana. A su criterio, la reacción oficial lo confirma: bloqueo de trenes, subterráneos y ómnibus. intimidaciones, agresivo cacheo de pasajeros, transeúntes o turistas y prohibición de que la marcha abandonase la plaza Roja.

“Rusia es presa de un sistema violento y corrupto que se ha institucionalizado. Las transgresiones jurídicas con cosas cotidianas”, sostuvo Kaspárov. De paso, denunció seguimientos y aprietes personales, desde que anunció la marcha.

No obstante, Putín todavía cuenta con un apoyo público superior a 70% en las encuestas con vistas las elecciones presidenciales de 2008. Ello torna el hostigamiento a opositores en un ejercicio contraproducente. No obstante, el régimen no vacila en fabricar delitos para encarcelar rivales, liquidar periodistas o hasta agentes molestos. El único obstáculo es que, si no se decide a reformar la constitución, en poco más de un año deberá designar un sucesor de confianza –y aceptable para los votantes- para manejar los hilos desde atrás.

Existe un componente más inquietante: la influencia moscovita en el gobierno y los medios alemanes. Por ejemplo, el embajador ruso en Berlín logró sacar del aire entrevistas con Kaspárov y, también, noticias sobre el caso Anatoly Litviñenko, el espía asesinado vía polonio (contaminando de paso un área de Londres, sin que Antony Blair protestase oficialmente).

¿Por qué tanta tolerancia ante los rusos? Simple: Alemania depende del largo gasoducto “multinacional” que, manejado realmente por Gazprom, se tiende bajo el Báltico para no atravesar Polonia, Lituania, dos países que Putin considera enemigos potenciales, Estonia y Letornia. No es casual que el operador principal de los intereses económicos y políticos moscovitas sea el influyente –ya no tanto- ex canciller Gerhard Schröder. “Haberse metido en esa carrera puede ser fatal para Kaspárov, en más de un sentido”, comentaba desde su celda Jodorkovsky.

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