Putin quiere un tercer mandato presidencial, a cualquier costo

Si bien las elecciones generales serán recién en 2008, el “zar” está dispuesto a cualquier cosa para quedarse en el poder. Incluso, hacerse nombrar regente por una Duma incondicional, estilo "Pedro, el grande" y otros.

30 junio, 2005

¿Reforma constitucional a medida, regente títere, revolución popular? Las opciones ante Vladyímir Putin oscilan, pues, entre Benito Mussolini, Catalina II y Napoleón III. Por ahora, le basta con haber remitido al parlamento una enmienda a la ley electoral que podría abrirle paso a un tercer mandato liso y llano. Cauta, la Dumá hará “un detenido estudio técnico y jurídico”.

Todos saben, dentro y fuera de Rusia, que el dirigente con mayor poder personal reunido desde Pedro I o José Stalin, no se resignará a la jubilación en 2008. Para entonces, tendrá apenas 55 años. En teoría, no puede aspirar a más de dos mandatos seguidos y, conocedor del paño –empezando por su propio entorno-, no cree que le sea fácil volver al poder tras un intervalo de algunos años.

El nuevo truco, incluido en el proyecto enviado al Legislativo, es simple. Sería suficiente que Putin dimitiese poco antes de los comicios. Eso forzaría elecciones anticipadas, que podrían anularse por falta de quórum en el parlamento resultante. Llegado ese caso, se pondría un regente –recurso creado por Pedro y empleado por ambas Catalinas e Isabel durante el siglo XVIII- hasta que el ex presidente pudiera presentarse.

A pedido de las multitudes, si fuese necesario. Así hizo en 1852 el presidente Louis Napoléon para transformarse en emperador francés. Subsiste un problema: la figura de regente existe, pero presupone un mandato de cuatro años. Para Putin, pues, la salida es un riesgo, salvo si se hacen retoques ulteriores a la ley: ninguno de sus actuales fieles resistirá la tentación de convertir el hiato en un retiro y quedarse con la torta.

El presidente imperial trata de cubrir varios frentes. Según una entidad moscovita dedicada a seguir las políticas del Gobierno, la renacionalización de Yukos vía Yuganskñeftyegaz y su pase a Gazprom fueron los primeros pasos. Luego vino la fusión con Rosñeft. Ahora se inicia una reforma integral del sistema que abarca hidrocarburos y energía. Su objeto consiste en crear un “mamut” que también absorba las privadas Lukoil Surgutñeftyegaz y Transñeft. Por fin, se juntará todo eso con el monopolìo eléctrico UES. Este megaholding proveerá los recursos necesarios para financiar las ambiciones continuistas del “zar”. George W. Bush ya lo envidia.

¿Reforma constitucional a medida, regente títere, revolución popular? Las opciones ante Vladyímir Putin oscilan, pues, entre Benito Mussolini, Catalina II y Napoleón III. Por ahora, le basta con haber remitido al parlamento una enmienda a la ley electoral que podría abrirle paso a un tercer mandato liso y llano. Cauta, la Dumá hará “un detenido estudio técnico y jurídico”.

Todos saben, dentro y fuera de Rusia, que el dirigente con mayor poder personal reunido desde Pedro I o José Stalin, no se resignará a la jubilación en 2008. Para entonces, tendrá apenas 55 años. En teoría, no puede aspirar a más de dos mandatos seguidos y, conocedor del paño –empezando por su propio entorno-, no cree que le sea fácil volver al poder tras un intervalo de algunos años.

El nuevo truco, incluido en el proyecto enviado al Legislativo, es simple. Sería suficiente que Putin dimitiese poco antes de los comicios. Eso forzaría elecciones anticipadas, que podrían anularse por falta de quórum en el parlamento resultante. Llegado ese caso, se pondría un regente –recurso creado por Pedro y empleado por ambas Catalinas e Isabel durante el siglo XVIII- hasta que el ex presidente pudiera presentarse.

A pedido de las multitudes, si fuese necesario. Así hizo en 1852 el presidente Louis Napoléon para transformarse en emperador francés. Subsiste un problema: la figura de regente existe, pero presupone un mandato de cuatro años. Para Putin, pues, la salida es un riesgo, salvo si se hacen retoques ulteriores a la ley: ninguno de sus actuales fieles resistirá la tentación de convertir el hiato en un retiro y quedarse con la torta.

El presidente imperial trata de cubrir varios frentes. Según una entidad moscovita dedicada a seguir las políticas del Gobierno, la renacionalización de Yukos vía Yuganskñeftyegaz y su pase a Gazprom fueron los primeros pasos. Luego vino la fusión con Rosñeft. Ahora se inicia una reforma integral del sistema que abarca hidrocarburos y energía. Su objeto consiste en crear un “mamut” que también absorba las privadas Lukoil Surgutñeftyegaz y Transñeft. Por fin, se juntará todo eso con el monopolìo eléctrico UES. Este megaholding proveerá los recursos necesarios para financiar las ambiciones continuistas del “zar”. George W. Bush ya lo envidia.

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