<p>En síntesis, EE.UU. y la Unión Europea, cuya vocera de facto es la canciller alemana, se pronunciaron por una “transición gradual”. Mientras tanto, la gente en El Cairo, Alejandría, el Fayum y otras ciudades ahora se manifiesta con escasa violencia contra el régimen. Dato curioso: la reunión de Bruselas –centrada al principio en los rescates de economías sobreendeudadas- concluyó añadiendo una declaración de apoyo al eje Barack Obama-Angela Merkel.<br />
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Sea como fuere, el sábado y el domingo (equivalentes a lunes y martes en el calendario musulmán) comenzó un lento y melancólico retorno al trabajo en Egipto. Para muchas empresas, oficinas públicas, hoteles, restaurantes y comercios esto empieza, en realidad, recogiendo restos de saqueos y destrozos, que se acumularon durante doce días en las ciudades mayores. Por ejemplo, los gigantescos zocos que separan el centro cairota de las vastas villamiserias demorarán bastante en rearmarse.<br />
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Los bancos en general iban abriendo, muchos de ellos parapetados tras barricadas ad hoc. “No me importa el paisaje de la plaza Tahrir luego de la tormenta. Lo que quiero ver es edificios públicos en actividad”, sostuvo hablando con la cadena al-‘Arabiya el nuevo primer ministro, Ahmed Shafiq. Entretanto, caía otro “venerable” del régimen, Safwat al-Sherif, secretario personal de Mubarak desde los años ochenta, propietario de una clínica de lujo y –se dice- un moderado.<br />
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Obviamente, la oposición mejor organizada (la Hermandad Musulmana, quizá 20% del voto potencial estiman en Beirut, Ammán y Tel Aviv) trata de mantenerse alejada del flamante “consejo de notables”, organizado alrededor de Suleiman con participación de opositores blandos. Lo malo es que Washington y Berlín podrían equivocarse excluyendo a Mohammed El Baradei, el líder más creíble insisten algunos gobiernos europeos. Si el consejo no es aceptado por el público egipcio, esta tregua bien pudiera ser efímera.</p>
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Propuesta de transición en Egipto, poco creíble
Hosni Mubarak sigue, su hijo Gamal se va y el vicepresidente Omar Suleiman pasa a ser el poder tras el trono. Pero el nuevo vicepresidente y antiguo amo de la inteligencia interna es detestado por buena parte de la población y sólo lo apoyan Estados Unidos, el gobierno palestino e Israel.