<p>Esta nación es una democracia secularizada con mayoría musulmana. “Por lógica –señala el ensayista-, los europeos laicos debieran promover su ingreso a la Unión Europea. Pero la realidad es muy distinta, pese a la revolución de Mustafá Kemal (1923)”. Desde hace varios años, tres puntales de la UE –Alemania, Francia y Holanda- van posponiendo decisiones.<br />
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El caso germano es contradictorio, pues ahí reside la mayor colectividad turca, ya en tercera generación. ¿Qué molesta? Fácil: que Estambul sea gobernado desde 2005 por un partido islámico moderado, el AKP, y el gabinete de Recep Tayyip Erdögan. <br />
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Desechando sus propios antecedentes religiosos, el primer ministro insiste en considerar prioritaria la entrada a la UE. Pero algunos miembros católicos romanos de la entidad (en particular Polonia, Hungría y Eslovaquia), más las intrigas vaticanas, obran contra Turquía. Según Romano, Estambul puede perder la paciencia y pasar a ocuparse de su hinterland islámico.<br />
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Aquí entran en juego variables como la guerra civil siria, la primavera árabe (Egipto islamizado, Libia), los kurdos en tres países (Irak, Irán, Turquía misma) y la propia clientela. Esto significa los países petroleros de habla turcomana (Aderbaiyán, Kadzajstan, Turkmenistán, Takijistán, Uzbekistán). Al mismo tiempo, este eje se vincula a Rusia y Ucrania, especialmente a ésta, también interesada en la UE. Obviamente, Turquía representa 70 millones de habitante que, en la UE, sólo serían superados por 85 millones de alemanes.</p>
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¿Por qué la UE le teme a Turquía?
Crece el riesgo de que Angora se canse de Bruselas, advierten los analistas geopolíticos Carlo Marsili y Sergio Romano. El primero fue embajador en ese país de 2004 a 2010. y publicó Turquía golpea a la puerta Un país entre Europea y Asia.