Por fin, alguien pide que la FAO sea disuelta por cara e inservible
Hace mucho que se sabe. Cualquier funcionario de la organización de Naciones Unidas para agro y alimentación (FAO en inglés) cobra por mes lo que cuesta alimentar una familia africana durante años. Ahora lo señala un presidente.
Mantener esa entidad es malgastar dinero”, afirmó en Roma Abdulayá Wadé, jefe de estado senegalés. Y eso que su país es uno de los que mejor marcha el África subsahariana. “Como otras, esta crisis es culpa de la FAO”, dijo el mandatario, pocas semanas antes de una pomposa sobre “seguridad alimentaria” poblada de “burócratas que perciben jugosos viáticos”.
Para mayor abundancia, el partido que gobierna Senegal pertenece a la internacional liberal, bastante conservadora. Pero hay un dato significativo: Abdulayá Wadé es compatriota de Jacques Diuf, que maneja FAO desde 1994 como feudo personal: es director general gracias a la influencia de su pariente Abdú, otrora jefe de estado.
Según Wadé, “los fondos de la FAO terminan en los bolsillos de funcionarios o en organizaciones no gubernamentales que engordan a fueza de esa asistencia. Sus expertos ocupan hoteles lujosos y ni siquiera visitan áreas críticas”. No extraña que los mismo sostengan los guerrilleros nigerianos o la oposición en Camarones, Zambia y Zimbabwe.
Pero, hoy, esa acusaciones se intensifican por la actitud prescindente de FAO y otros organismos multilaterales ante junta de generales en Birmania. Ese país ha sido castigado por un “supertifón” que costó 100.000 muertos y desaparecidos, pero los militares –interesados en ganar un plebiscito fraudulento- retienen la ayuda alimentaria. Verbigracia, reexportan el arroz a Tailandia, Bangladesh, etc.
