<p>En primer lugar, como apuntaba Paul Krugman (a quien el programa le parece insuficiente), “la Bolsa es republicana y estuvo hasta 2006 disimulando síntomas como malas hipotecas, firmas de valores convertidas en peligrosas bancas de inversión y abuso de instrumentos derivativos”. El analista Nouriel Roubini decía casi lo mismo, aludiendo a las “equivocaciones permanentes” de los gurúes que contrata la agencia Bloomberg”.<br />
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El propio Barack Obama recalcó que “este programa no marca el fin de nuestros problemas económicos y sociales, sino el principio”. Coincidiendo hasta cierto punto con el Nobel 2008 y Roubini, el Presidente, Gibbs y el vicepresidente Joseph Biden reiteraron que “se hará todo cuanto sea preciso para revertir una situación adversa para la clase media y los trabajadores”.<br />
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Alrededor del Presidente, pero no de su secretario del Tesoro, Timothy Geithner, ni de su asesor externo (Paul Volcker), se alude a “otro paquete”. Pero nadie arriesga detalles ni, mucho menos, cifras. Por supuesto, el mandatario no de privó de retar a “especuladores bursátiles y políticos que sólo asumen sus propios intereses”.<br />
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Por lo menos cuatro países salieron en defensa del programa estadounidense: Alemania, Francia, Brasil y… Rusia. “Nuestra tarea no será fácil –sostenía Obama ya en Washington-, exigirá disciplina y un sentido de responsabilidad notoriamente ausente en Wall Street y otras bolsas”. Nicolas Sarkozy enrostraba lo mismo a París, Londres y Francfort. <br />
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Podría haber un segundo paquete de estímulos
A Obama no lo desvela la reacción de Wall Street a su plan, como señala esa frase de Robert Gibbs, secretario de medios. Lawrence Summers –asesor económico jefe- les restó relevancia a “operadores que no supieron anticipar crisis iniciadas en 2007”.