Piden más apoyo oficial a la soja

Los productores anunciaron una histórica cosecha para este año pero se lamentaron por las presiones impositivas del país, y porque deben lidiar con trabas comerciales y políticas nefastas como las de Estados Unidos, China e India.

16 mayo, 2001

(EFE).-La Argentina espera esta temporada una cosecha histórica de más de 26 millones de toneladas de soja, grano oleaginoso que en las últimas décadas ha desplazado al trigo como principal producto de exportación agrícola del “granero del mundo”.

Los productores de soja se muestran orgullosos de haber logrado “una buena noticia” para el país, que sufre una recesión económica desde mediados de 1998, pero también se lamentan de la presión del fisco y del creciente proteccionismo en el comercio agrícola.

La eliminación de regulaciones y las fuertes inversiones en su sector de oleaginosas convirtieron a la Argentina en el primer exportador mundial de aceites.

En el renglón de exportadores del grano ocupa el tercer lugar, detrás de Estados Unidos y Brasil.

Las exportaciones del complejo productivo de soja equivalen en la actualidad a 58% de las del sector agrícola y a casi una cuarta parte del total del país, hecho que consolida un drástico cambio que comenzó a mediados de la década de 1970, destacaron los expertos.
El repunte de los precios internacionales de la soja, que cayeron 22% el año pasado, hizo que los exportadores aceleraran sus embarques, con lo que en los últimos días miles de camiones han congestionado el tráfico en los principales puertos del país.

Se prevé que este año se exporten unos 18 millones de toneladas de soja y sus derivados (harinas y aceites), por valor de entre US$ 4.300 y US$ 4.500 millones.

Estas cifras contrastan con las del trigo: US$ 1.232 millones por 10,4 millones de toneladas.

Otro factor del cambio en la estructura de la producción agrícola nacional es que de la soja se puede obtener un mayor valor agregado que del trigo y otros granos “finos”, explicó Alicia Urricarriet, experta de la Sociedad Rural Argentina, una de las cuatro grandes asociaciones de productores agropecuarios del país.

Urricarriet destacó que en 1971 el área sembrada con soja no llegaba a 1%, mientras que en la campaña agrícola 2000/2001 alcanzó al nivel récord de 41%, lo que equivale a 10,6 millones de hectáreas.

La experta señaló que “la explosión de los cultivos” de soja y otras oleaginosas (maíz, girasol, maní y lino) comenzó a mediados de la década de los 70, cuando se eliminaron regulaciones que obligaban a exportar solamente aceites y harinas.

El director de la Cámara de Industrias Aceiteras, Alberto Rodríguez, señaló, a su vez, que las inversiones “siempre se anticiparon como fomento de la producción y fueron un gran incentivo para el cambio de modelo”.

“Pero esta explosión se debe, además, a la continuidad de políticas agrícolas de promoción de productos con mayor valor agregado: antes solamente se exportaban magros saldos de harinas y aceites”, apuntó.

Rodríguez señaló que en los últimos cinco años el sector de oleaginosas recibió inversiones por US$ 500 millones, tanto para mejorar las técnicas de producción como la industria aceitera y los medios de exportación.

“Hoy la Argentina tiene a unos 80 países como clientes a los que exporta entre 4,5 y 5 millones de toneladas de porotos de soja mientras que el resto del saldo exportable se convierte en harinas u aceites”, agregó.

Enrique Peyrani, dueño de una mediana finca agrícola en el oeste de la provincia de Buenos Aires, comentó que optó por la soja debido a los buenos rendimientos de ese cultivo y a la esperanza de que mejoren los precios internacionales, “que cayeron por las nefastas políticas” de Estados Unidos.

“La soja es un cultivo menos sensible que otros a los problemas climáticos, gracias a los avances en biotecnología, hay facilidades para comprar la semilla y la producción tiene una buena demanda en la industria exportadora”, explicó.

Alberto Rodríguez destacó que el precio de la tonelada de soja era de US$ 280 en 1986, el doble del valor actual, y que Estados Unidos paga a sus productores US$ 192, cuando actualmente cuesta US$ 140.

El directivo de Cámara de Industrias Aceiteras también subrayó que los exportadores argentinos “deben lidiar permanentemente” con trabas comerciales que ponen países que son tradicionales compradores de aceites y harinas de soja, entre ellos China e India.

(EFE).-La Argentina espera esta temporada una cosecha histórica de más de 26 millones de toneladas de soja, grano oleaginoso que en las últimas décadas ha desplazado al trigo como principal producto de exportación agrícola del “granero del mundo”.

Los productores de soja se muestran orgullosos de haber logrado “una buena noticia” para el país, que sufre una recesión económica desde mediados de 1998, pero también se lamentan de la presión del fisco y del creciente proteccionismo en el comercio agrícola.

La eliminación de regulaciones y las fuertes inversiones en su sector de oleaginosas convirtieron a la Argentina en el primer exportador mundial de aceites.

En el renglón de exportadores del grano ocupa el tercer lugar, detrás de Estados Unidos y Brasil.

Las exportaciones del complejo productivo de soja equivalen en la actualidad a 58% de las del sector agrícola y a casi una cuarta parte del total del país, hecho que consolida un drástico cambio que comenzó a mediados de la década de 1970, destacaron los expertos.
El repunte de los precios internacionales de la soja, que cayeron 22% el año pasado, hizo que los exportadores aceleraran sus embarques, con lo que en los últimos días miles de camiones han congestionado el tráfico en los principales puertos del país.

Se prevé que este año se exporten unos 18 millones de toneladas de soja y sus derivados (harinas y aceites), por valor de entre US$ 4.300 y US$ 4.500 millones.

Estas cifras contrastan con las del trigo: US$ 1.232 millones por 10,4 millones de toneladas.

Otro factor del cambio en la estructura de la producción agrícola nacional es que de la soja se puede obtener un mayor valor agregado que del trigo y otros granos “finos”, explicó Alicia Urricarriet, experta de la Sociedad Rural Argentina, una de las cuatro grandes asociaciones de productores agropecuarios del país.

Urricarriet destacó que en 1971 el área sembrada con soja no llegaba a 1%, mientras que en la campaña agrícola 2000/2001 alcanzó al nivel récord de 41%, lo que equivale a 10,6 millones de hectáreas.

La experta señaló que “la explosión de los cultivos” de soja y otras oleaginosas (maíz, girasol, maní y lino) comenzó a mediados de la década de los 70, cuando se eliminaron regulaciones que obligaban a exportar solamente aceites y harinas.

El director de la Cámara de Industrias Aceiteras, Alberto Rodríguez, señaló, a su vez, que las inversiones “siempre se anticiparon como fomento de la producción y fueron un gran incentivo para el cambio de modelo”.

“Pero esta explosión se debe, además, a la continuidad de políticas agrícolas de promoción de productos con mayor valor agregado: antes solamente se exportaban magros saldos de harinas y aceites”, apuntó.

Rodríguez señaló que en los últimos cinco años el sector de oleaginosas recibió inversiones por US$ 500 millones, tanto para mejorar las técnicas de producción como la industria aceitera y los medios de exportación.

“Hoy la Argentina tiene a unos 80 países como clientes a los que exporta entre 4,5 y 5 millones de toneladas de porotos de soja mientras que el resto del saldo exportable se convierte en harinas u aceites”, agregó.

Enrique Peyrani, dueño de una mediana finca agrícola en el oeste de la provincia de Buenos Aires, comentó que optó por la soja debido a los buenos rendimientos de ese cultivo y a la esperanza de que mejoren los precios internacionales, “que cayeron por las nefastas políticas” de Estados Unidos.

“La soja es un cultivo menos sensible que otros a los problemas climáticos, gracias a los avances en biotecnología, hay facilidades para comprar la semilla y la producción tiene una buena demanda en la industria exportadora”, explicó.

Alberto Rodríguez destacó que el precio de la tonelada de soja era de US$ 280 en 1986, el doble del valor actual, y que Estados Unidos paga a sus productores US$ 192, cuando actualmente cuesta US$ 140.

El directivo de Cámara de Industrias Aceiteras también subrayó que los exportadores argentinos “deben lidiar permanentemente” con trabas comerciales que ponen países que son tradicionales compradores de aceites y harinas de soja, entre ellos China e India.

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