Petróleo: Rusia pone nerviosas a Saudiarabia y a una OPEP poco unida

Por un lado, Moscú teme que la capacidad de sus ductos limite exportaciones. Por el otro, el mayor productor mundial acelera ventas. Esto inquieta a una OPEP desunida y pone nerviosa a Saudiarabia.

30 marzo, 2004

Al margen de vaivenes inevitables y perspectivas descendentes, los altos precios relativos de hidrocarburos y subproductos estimulan al sector petrolero ruso. También al resto de la Comunidad de Estados Independientes (CEI, ex Unión Soviética). Pero, a diferencia de la península arábiga, estos exportadores buscan aumentar capacidad de transporte y almacenamiento, más que de refinación.

En el cuadrienio 2000-3, la producción rusa ha pasado de 6.750.000 a 8.200.000 barriles diarios (+21,5%). Entretanto, la exportación subía de 2.250.000 a 3.800.000 b/d (+68,9%). Para los árabes y sus aliados, el resultado de esos avances es poco tranquilizador: Moscú está sacándole participación de mercado –de 45% hace un quinquenio a 38%- a toda la Organización de Países Exportadores.

Hoy, martes 30, hay una reunión en Viena para “limar asperezas” entre la CEI y le OPEP. Pero, por su parte, la interna de ésta no es tan monolítica como la de sus rivales. Por ejemplo, en este encuentro, Saudiarabia intentará obligar a la entidad a reducir ya la producción en 1.000.000 b/d, contra la propuesta de algunos miembros (Argelia, Qatar, Nigeria) de hacerlo sólo en 350.000 b/d y recién desde junio.

Alí al-Naimí, ministro saudí de Hidrocarburos, sostiene que el mercado mundial está sobreabastecido a causa de la CEI y otros proveedores ajenos a la OPEP. En otras palabras, Riyadh teme una repentina baja de precios, igual que las “viejas” compañías petroleras –norteamericanas, en particular- que tienen intereses comunes con las monarquías de la península arábigas.

Los fondos de cubertura que especulan con derivativos petroleros han empezado a liquidar posiciones de largo plazo. Esta actitud refleja expectativas en descenso y una cambio de clima desde la anterior reunión de la OPEP. Mientras tanto, la dureza saudí molesta a Estados Unidos, un aliado clave. Obviamente, los combustibles caros no congenian con las ambiciones relectorales de George W.Bush.

Angola, Omán y Noruega, abastecedores relevantes ajenos a la OPEP, no apoyarán a Saudirabia, lo cual los hará automáticamente aliados de EE.UU.

Al margen de vaivenes inevitables y perspectivas descendentes, los altos precios relativos de hidrocarburos y subproductos estimulan al sector petrolero ruso. También al resto de la Comunidad de Estados Independientes (CEI, ex Unión Soviética). Pero, a diferencia de la península arábiga, estos exportadores buscan aumentar capacidad de transporte y almacenamiento, más que de refinación.

En el cuadrienio 2000-3, la producción rusa ha pasado de 6.750.000 a 8.200.000 barriles diarios (+21,5%). Entretanto, la exportación subía de 2.250.000 a 3.800.000 b/d (+68,9%). Para los árabes y sus aliados, el resultado de esos avances es poco tranquilizador: Moscú está sacándole participación de mercado –de 45% hace un quinquenio a 38%- a toda la Organización de Países Exportadores.

Hoy, martes 30, hay una reunión en Viena para “limar asperezas” entre la CEI y le OPEP. Pero, por su parte, la interna de ésta no es tan monolítica como la de sus rivales. Por ejemplo, en este encuentro, Saudiarabia intentará obligar a la entidad a reducir ya la producción en 1.000.000 b/d, contra la propuesta de algunos miembros (Argelia, Qatar, Nigeria) de hacerlo sólo en 350.000 b/d y recién desde junio.

Alí al-Naimí, ministro saudí de Hidrocarburos, sostiene que el mercado mundial está sobreabastecido a causa de la CEI y otros proveedores ajenos a la OPEP. En otras palabras, Riyadh teme una repentina baja de precios, igual que las “viejas” compañías petroleras –norteamericanas, en particular- que tienen intereses comunes con las monarquías de la península arábigas.

Los fondos de cubertura que especulan con derivativos petroleros han empezado a liquidar posiciones de largo plazo. Esta actitud refleja expectativas en descenso y una cambio de clima desde la anterior reunión de la OPEP. Mientras tanto, la dureza saudí molesta a Estados Unidos, un aliado clave. Obviamente, los combustibles caros no congenian con las ambiciones relectorales de George W.Bush.

Angola, Omán y Noruega, abastecedores relevantes ajenos a la OPEP, no apoyarán a Saudirabia, lo cual los hará automáticamente aliados de EE.UU.

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