Parmalat, en medio de una crisis de sobrevivencia
La acción ya no cotiza, tras caer a diez centavos. El parlamento y la justicia indagan a más de 20 personajes, con vistas a procesarlos por un faltante de 10.000 millones. Aparecieron documentos falsificados en las oficinas del grupo.
Técnicamente, hoy el paquete accionario de Parmalat vale apenas € 90 millones. Esto y el derrumbe de la propia organización tornan la empresa en un bocado apetecible para Nestlé, Danone y similares en Estados Unidos –ahí quieren la filial brasileña-, Alemania, Dinamarca, Gran Bretaña y Holanda. Los activos argentinos carecen de relevancia estratégica –salvo las dos plantas- y podrían repartirse entre firmas locales.
En Italia, Pier Ferdinando Casini –presidente de la cámara baja- autorizó una investigación sobre la empresa, ambos Tanzi (Calisto y su hijo Stefano), el management, los estudios Grant Thorton y Deloitte & Touche (cuyas subsidiarias europeas arriesgan la suerte de Arthur Andersen) y algunos bancos de primera línea. Además, aparecieron documentos falsificados.
Poco antes de la decisión parlamentaria, fiscales de Milán y Parma indagaban a Calisto (fundador y ex CEO) y Stefano, que maneja el Atletico Parmigiano, donde nadie sabe cuándo se pagarán sueldos. Otros ejecutivos, síndicos, auditores (externos e internos) y contables son responsabilizados por fraude, estafa y adulteración del balance 2002.
En cuanto a las falsificaciones, se trata de documentos con el membrete de Bank of America. Según un sumario judicial, el hecho se cometió en la sede del grupo (Collecchio, cerca de Parma) empleó escáners y técnicas avanzadas para fabricar un “dossier”. Objeto: substanciar una firma ficticia, Bonlat Corporation (Caimán), por donde se hicieron humo € 4.000 millones.
Amén de estos delitos, Casini quiere poner en evidencia los nexos entre el grupo, sus subsidiarias, síndicos, auditores, los bancos y las propias autoridades regulatorias. “Todo esto es basura y subraya el déficit de supervisión en Italia y gran parte de la Unión Europea”, sostiene el “Financial Times”.
En la mira está la Commissione nazionale per società e Borsa (Consob, creada en 1974 durante el escándalo IOR-Marcinkus-P2-Sindona-Calvi). A tal punto que varios legisladores preferirían que el concurso Parmalat e investigaciones conexas fuesen a manos de la Securities & Exchange Commission (SEC, Comisión Federal de Valores, EE.UU.).
Durante esta jornada, el Consejo de Ministros analizaba posibilidades de designar una intervención (“amministrazione straordinaria”) y convertir a Enrico Bondi en comisario con plenos poderes. También, prosigue la ronda de interrogatorios que empezó ayer con Gianpaolo Zini, asesor legal de don Calisto.
Este abogado creó algunas de las estructuras financieras “off shore”. Tras él, van al banquillo Alberto Ferraris y Luciano del Soldato, asistentes de Fausto Tonna, ex director financiero cuyo papel –fabricar sociedades y fondos extraterritoriales para canalizar dinero a especulaciones con derivativos- se asemeja al de Andrew Fastow en Enron. En Parma, mientras, no se ve un solo árbol navideño iluminado.
Técnicamente, hoy el paquete accionario de Parmalat vale apenas € 90 millones. Esto y el derrumbe de la propia organización tornan la empresa en un bocado apetecible para Nestlé, Danone y similares en Estados Unidos –ahí quieren la filial brasileña-, Alemania, Dinamarca, Gran Bretaña y Holanda. Los activos argentinos carecen de relevancia estratégica –salvo las dos plantas- y podrían repartirse entre firmas locales.
En Italia, Pier Ferdinando Casini –presidente de la cámara baja- autorizó una investigación sobre la empresa, ambos Tanzi (Calisto y su hijo Stefano), el management, los estudios Grant Thorton y Deloitte & Touche (cuyas subsidiarias europeas arriesgan la suerte de Arthur Andersen) y algunos bancos de primera línea. Además, aparecieron documentos falsificados.
Poco antes de la decisión parlamentaria, fiscales de Milán y Parma indagaban a Calisto (fundador y ex CEO) y Stefano, que maneja el Atletico Parmigiano, donde nadie sabe cuándo se pagarán sueldos. Otros ejecutivos, síndicos, auditores (externos e internos) y contables son responsabilizados por fraude, estafa y adulteración del balance 2002.
En cuanto a las falsificaciones, se trata de documentos con el membrete de Bank of America. Según un sumario judicial, el hecho se cometió en la sede del grupo (Collecchio, cerca de Parma) empleó escáners y técnicas avanzadas para fabricar un “dossier”. Objeto: substanciar una firma ficticia, Bonlat Corporation (Caimán), por donde se hicieron humo € 4.000 millones.
Amén de estos delitos, Casini quiere poner en evidencia los nexos entre el grupo, sus subsidiarias, síndicos, auditores, los bancos y las propias autoridades regulatorias. “Todo esto es basura y subraya el déficit de supervisión en Italia y gran parte de la Unión Europea”, sostiene el “Financial Times”.
En la mira está la Commissione nazionale per società e Borsa (Consob, creada en 1974 durante el escándalo IOR-Marcinkus-P2-Sindona-Calvi). A tal punto que varios legisladores preferirían que el concurso Parmalat e investigaciones conexas fuesen a manos de la Securities & Exchange Commission (SEC, Comisión Federal de Valores, EE.UU.).
Durante esta jornada, el Consejo de Ministros analizaba posibilidades de designar una intervención (“amministrazione straordinaria”) y convertir a Enrico Bondi en comisario con plenos poderes. También, prosigue la ronda de interrogatorios que empezó ayer con Gianpaolo Zini, asesor legal de don Calisto.
Este abogado creó algunas de las estructuras financieras “off shore”. Tras él, van al banquillo Alberto Ferraris y Luciano del Soldato, asistentes de Fausto Tonna, ex director financiero cuyo papel –fabricar sociedades y fondos extraterritoriales para canalizar dinero a especulaciones con derivativos- se asemeja al de Andrew Fastow en Enron. En Parma, mientras, no se ve un solo árbol navideño iluminado.
