Para Rogoff, esta euforia es tan aparente como culposa
Muchos bancos en Occidente sacaron jugosas utilidades recolocando rescates financieros cuyas tasas eran casi cero. Especialmente en Estados Unidos y Gran Bretaña. El segundo balance trimestral de Goldman Sachs pudo así mostrar 67% de alza en ganancias.
14 septiembre, 2009
<p>Desde su reducto en Harvard, Kenneth Rogoff se suma a otros economistas criticando la codicia de Wall Street y la tolerancia de Washington bajo George W.Bush y Barack Obama. Hay un síntoma inquietante: Robert Reich, ex funcionario de William Clinton, recaló en Citigroup (2003) antes de sumarse al equipo de Timothy Geithner (2008).<br />
El actual secretario del Tesoro, paralelamente, presidía la Reserva Federal de Nueva York cuando Henry Paulson (ex GS) ocupaba esa cartera. Ahora bien ¿por qué Rogoff, Alan Greenspan, Paul Krugman o Warren Buffett culpan las ventas al descubierto por una eventual burbuja y pronostican una crisis subsiguiente?<br />
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Todos aluden a una técnica que permite especular a la baja de un título acelerándola velozmente. Ese tipo de maniobras causó en 1992 el desplome de la libra esterlina. Su artífice era George Soros, más tarde convertido en “gurú arrepentido” pero tan próspero como Buffett que, al menos, no necesitó graduarse en la escuela de economía londinense.<br />
A criterio de varios analistas, en efecto, esa técnica –negada sistemáticamente por sus usufructuarios- y los derivativos constituyen las claves de la brutal eficiencia que signa a Wall Street y Canary Wharf (Londres). Entre quienes echaron mano al primer recurso aparecen personajes como John Thain (ex número uno de Merrill Lynch), Charles Prince –sucumbió a pérdidas por US$ 28.000 millones en Citigroup, 2007- o Antonio Mozilo. El cofundador de Countrywide Finance la malvendió por US$ 4.000 millones a Bank of America y es el único bajo proceso.<br />
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Pero el amplio rebote bursátil de los últimos meses sigue siendo un enigma, parcialmente atribuido a la súbita expansión (109%) de la masa monetaria (M1, efectivo y depósitos a la vista). El fenómeno, apunta Rogoff, se debe a la inyección de liquidez vía rescates financieros (US$ 700.000 millones sólo en octubre-diciembre) y estímulos sistémicos (787.000 millones desde febrero). Un efecto colateral hizo que el oro rozase estos días US$ 1.006 la onza. Este conjunto de síntomas puede inflar otra burbuja, capaz de frustrar la ambiciosa reforma financiera de Obama. <br />
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