<p>La corte establece que –para ser plenamente aceptado en Alemania- el tratado “debe acompañarse de una ratificación explícita a los poderes del parlamente germano en una serie de materias específicas”. Nada podrá ser resuelto sólo en Bruselas. En otras palabras, otro golpe al sueño paneuropeo, ahora a cargo del mayor componente político y económico de la UE,</p>
<p>En semanas, deberán ser aprobadas en Karlsruhe enmiendas a un tratado ya bastante maltrecho. Los temas en el tapete son tan críticos como fuerza armadas y de seguridad, fisco, legislación social, derecho penal, parlamento, etc. Ahora queda poco tiempo, pues las elecciones generales son en septiembre.</p>
<p>El panorama es complicado. Ya en junio de 2008, Irlanda rechazó el tratado por 53,4 a 48,6% del voto. Un segundo intento se prevé para octubre, esta vez a la sombra del dictanen alemán. En la república Checa, el eurescéptico Václav Klaus no firma todavía el tratado, aprobado porel parlamento.</p>
<p>En la muy católica y reaccionaria Polonia, el presidente Lech Kaczynski espera señales de Berlín y Dublin para suscribir el tratado. Varsovia es muy sensible a las presiones vaticanas que pivotean en la omisión del cristianismo como fuerza histórica en la construcción europea. También pesa el posible ingreso de Turquía, país más poblado que otros de la UE (salvo Alemania misma), pero de musulmanes.</p>
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Para la justicia alemana, la UE no es una federación
La corte constitucional de Karlsruhe dictaminó que el tratado de Lisboa no contradice la carta del país. Pero posterga la ratificación y la condiciona. En efecto, sostiene que la UE no es federalista ni, mucho menos, una especie de superestado.