Oriente: ¿se contagiará o no de la doble crisis occidental?

Antes y después del foro en Davos, el tema dista de haberse agotado. Algunos creen que las turbulencias bursátiles trasuntan contagio, otros sostiene que éstas no rozan las economías reales, sino el sector especulativo.

29 enero, 2008

En general, operadores y gurúes occidentales esperan que la creciente vulnerabilidad estadounidense golpee a las economías de Asia oriental, sudoriental y meridional. Son los mismos que, pensando más en Levante, lanzaron el término “desacople”, sosteniendo que ni estanflación ni recesión cruzarían el Pacífico.

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El desplome accionario iniciado la semana pasada (el lunes, el indicador MSCI para bolsas secundarias perdía 25% respecto del pico marcado en octubre. Pero, como apuntaban algunos economistas sistémicos ajenos a la especulación, los mercados pueden seguir acoplados –de hecho, operan en un continuum virtual-, si que las economías físicas lo estén ya.

A diferencia de situaciones anteriores, hoy no parece que Japón vuelva a sumergirse en la recesión, ni que los productos brutos internos de China, Vietnam o India dejen de crecer por encima de 8 a 10% anual. Por supuesto, algunas exportaciones sentirán la contracción de la demanda norteamericana, pero no hay señales similares en la Unión Europea, hoy por hoy el mayor mercado del mundo.

Más peligrosos podrían ser los efectos de las crisis hipotecaria y de liquidez en materia financiera. Pero, en rigor, un derrumbe generalizado de bancos, firmas de valores, fondos extrabursátiles (compras apalancadas) o posiciones en derivados –caso Société Générale- tal vez no perturbe mucho la economía real. Después de todo, los millones de operadores, inversores, especuladores y analistas que viven del riesgo son apenas una gota en el océano de la población mundial. Por ejemplo, un colapso de Wal-Mart Stores afectaría a más gente que uno en Wall Street y, si la crisis hipotecaria pesa tanto, es porque perjudica a millones de personas.

Volviendo al desacople, unas economías de Asia oriental o meridional están más expuestas que otras a los vaivenes occidentales. Así ocurre con Singapur –una ciudad estado- y Malasia, cuyas ventas a EE.UU. representan 20% o más de sus PBI, contra apenas 8% en China o 2% en India. Eso sí, existe un “desacople inverso”, no considerado en Davos: la zona incluye los máximos tenedores de deuda externa estadounidense, a saber Japón, China, Taiwán y Surcorea. Cualquier cambio en sus políticas de reservas podría sacudir los mercados más que las crisis actuales: a diferencia de Roma en el siglo I, Washington es “un imperio insolvente”, como afirmaba Ravi Batra en 1989.

En general, operadores y gurúes occidentales esperan que la creciente vulnerabilidad estadounidense golpee a las economías de Asia oriental, sudoriental y meridional. Son los mismos que, pensando más en Levante, lanzaron el término “desacople”, sosteniendo que ni estanflación ni recesión cruzarían el Pacífico.

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El desplome accionario iniciado la semana pasada (el lunes, el indicador MSCI para bolsas secundarias perdía 25% respecto del pico marcado en octubre. Pero, como apuntaban algunos economistas sistémicos ajenos a la especulación, los mercados pueden seguir acoplados –de hecho, operan en un continuum virtual-, si que las economías físicas lo estén ya.

A diferencia de situaciones anteriores, hoy no parece que Japón vuelva a sumergirse en la recesión, ni que los productos brutos internos de China, Vietnam o India dejen de crecer por encima de 8 a 10% anual. Por supuesto, algunas exportaciones sentirán la contracción de la demanda norteamericana, pero no hay señales similares en la Unión Europea, hoy por hoy el mayor mercado del mundo.

Más peligrosos podrían ser los efectos de las crisis hipotecaria y de liquidez en materia financiera. Pero, en rigor, un derrumbe generalizado de bancos, firmas de valores, fondos extrabursátiles (compras apalancadas) o posiciones en derivados –caso Société Générale- tal vez no perturbe mucho la economía real. Después de todo, los millones de operadores, inversores, especuladores y analistas que viven del riesgo son apenas una gota en el océano de la población mundial. Por ejemplo, un colapso de Wal-Mart Stores afectaría a más gente que uno en Wall Street y, si la crisis hipotecaria pesa tanto, es porque perjudica a millones de personas.

Volviendo al desacople, unas economías de Asia oriental o meridional están más expuestas que otras a los vaivenes occidentales. Así ocurre con Singapur –una ciudad estado- y Malasia, cuyas ventas a EE.UU. representan 20% o más de sus PBI, contra apenas 8% en China o 2% en India. Eso sí, existe un “desacople inverso”, no considerado en Davos: la zona incluye los máximos tenedores de deuda externa estadounidense, a saber Japón, China, Taiwán y Surcorea. Cualquier cambio en sus políticas de reservas podría sacudir los mercados más que las crisis actuales: a diferencia de Roma en el siglo I, Washington es “un imperio insolvente”, como afirmaba Ravi Batra en 1989.

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