Ofensiva de dos medios londinenses contra el gobierno italiano

“Addio, dolce vita”, podía leerse en las páginas web de “Financial Times” y el “Economist”. Por vez primera, dos medios –empresariamente vinculados- se lanzan tan duramente contra un socio fundador de la Unión Europea.

25 noviembre, 2005

En realidad, el “Economist” atacó primero por Internet, el miércoles. Pero la carga de la ofensiva la compartió con el “Financial Times”, que controla en parte de la revista. “En el fondo –reflexionaba el “Neue Züricher Zeitung”, viejo enemigo de los británicos-, se trata de una operación montada por la alta burocracia estable del Banco de Inglaterra”.

En verdad, muchos artículos del semanario, anónimos, provienen de funcionarios y ex del emisor. Su caudillo actual es Eddie George, hasta no hace mucho presidente del BdeI. No obstante, la cobertura de ambos medios sobre Italia no se limita a criticar, sino que traza un completo panorama de la política, la economía y las finanzas peninsulares.

Pero ninguno de ambos da cuartel a Silvio Berlusconi. En especial el “Economist”, que –en 2001- sacaba una tapa profética. Sobre la cara del primer ministro, anunciaba el contenido: “Por qué Silvio Berlusconi no sirve para conducir Italia”. Tiempo después, el mapa de Ausonia sobre muletas: “El hombre enfermo de Europa”.

Mientras el FT se limita a un grupo de articulos específicos, la revista publica un amplio análisis central, debido a John Peet, un mercantilista ortodoxo muy familiarizado con la “vieja” Unión Europea (la de los Quince) . Para armar la cobertura, el experto –que todavía escribe en buen inglés, incontaminado por el “managerese”- habló con Romano Prodi (ex presidente de la Comisión Europeo y jefe de la coalición centroizquierdista) su correligionario Francesco Rutelli, aliados de Berlusconi como Marco Follini o Domenico Siniscalco, dirigentes empresarios y financieros tipo Luca Montezemolo, Alessandro Benetton o Giovanni Tamburi.

Hasta ciereto punto, reconocía Montezemolo, “ese trabajo parece haberse hecho entre Milán y Roma, porque refleja claramente el estado de cosas”. En un plano más polémico, la revista carga las tintas sobre Antonio Fazio, que se niega a dejar Banca d’Italia (central), aunque se lo pida el Banco Central Europeo porque lo salpican varios escándalos. Pero el centro del escenario lo ocupa Berlusconi, a quien ambos medios ven como perdedor en las elecciones de 2006.

En realidad, el “Economist” atacó primero por Internet, el miércoles. Pero la carga de la ofensiva la compartió con el “Financial Times”, que controla en parte de la revista. “En el fondo –reflexionaba el “Neue Züricher Zeitung”, viejo enemigo de los británicos-, se trata de una operación montada por la alta burocracia estable del Banco de Inglaterra”.

En verdad, muchos artículos del semanario, anónimos, provienen de funcionarios y ex del emisor. Su caudillo actual es Eddie George, hasta no hace mucho presidente del BdeI. No obstante, la cobertura de ambos medios sobre Italia no se limita a criticar, sino que traza un completo panorama de la política, la economía y las finanzas peninsulares.

Pero ninguno de ambos da cuartel a Silvio Berlusconi. En especial el “Economist”, que –en 2001- sacaba una tapa profética. Sobre la cara del primer ministro, anunciaba el contenido: “Por qué Silvio Berlusconi no sirve para conducir Italia”. Tiempo después, el mapa de Ausonia sobre muletas: “El hombre enfermo de Europa”.

Mientras el FT se limita a un grupo de articulos específicos, la revista publica un amplio análisis central, debido a John Peet, un mercantilista ortodoxo muy familiarizado con la “vieja” Unión Europea (la de los Quince) . Para armar la cobertura, el experto –que todavía escribe en buen inglés, incontaminado por el “managerese”- habló con Romano Prodi (ex presidente de la Comisión Europeo y jefe de la coalición centroizquierdista) su correligionario Francesco Rutelli, aliados de Berlusconi como Marco Follini o Domenico Siniscalco, dirigentes empresarios y financieros tipo Luca Montezemolo, Alessandro Benetton o Giovanni Tamburi.

Hasta ciereto punto, reconocía Montezemolo, “ese trabajo parece haberse hecho entre Milán y Roma, porque refleja claramente el estado de cosas”. En un plano más polémico, la revista carga las tintas sobre Antonio Fazio, que se niega a dejar Banca d’Italia (central), aunque se lo pida el Banco Central Europeo porque lo salpican varios escándalos. Pero el centro del escenario lo ocupa Berlusconi, a quien ambos medios ven como perdedor en las elecciones de 2006.

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