<p>Diputados y senadores de ambos partidos dieron al presidente un triunfo político, por cierto nada fácil, que ya se siente en la capital de Ontario. El proyecto de reforma financiera, que la semana entrante debe votarse en las dos cámaras, impondrá severos límites a la codicia de Wall Street (indirectamente, también a las de Chicago y Londres).<br />
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En esencia, los especuladores –en particular los de segmentos derivativos- deberán exponerse menos a riesgos de diversa naturaleza. Como señaló el propio mandatario, “estas nuevas medidas serán las más drásticas desde la depresión de los años 30”. Según el parámetro elegido, ese lapso oscila de 1930/9 a 1933/7, o sea del crac de 1929/32 a la Segunda guerra mundial.<br />
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Mientras tanto, tres días de sesiones en el marco del G-8 y el G-20 se dan formalmente en dos planos, uno más ortodoxo y otro orientado a una nueva globalidad, no ya dominada por Occidente. En teoría, el temario del G-8 (Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Canadá, Gran Bretaña, Holanda e Italia) incluye componentes políticos, como la guerra afgana, el terrorismo mayorista, la seguridad –donde aparece Irán, una obsesión occidental, pero no Norcorea-, y aspectos sociales en el ex tercer mundo.<br />
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Sin embargo, algunas discusiones en el G-8, este sábado, abarcan temas centrados en el grupo de los 20. Amén de la reforma encarada en EE.UU., esta agenda no elude la crisis del endeudamiento europeo y el peligro de que empalme con los últimos coletazos de la crisis sistémica de 2006/9. Este asunto ha sido traído a colación por Timothy Geithner –secretario norteamericano del Tesoro- y Paul Volcker, asesor de Obama, quienes aludieron al colapso de los años 30.<br />
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En este plano, Washington –tonificado por el pacto sobre reforma financiera- apelaba el viernes a “la cooperación de China y Brasil, para eludir un efecto W de alcance mundial”. Se trata de dos caídas entre dos reacciones débiles, o sea el miedo a repetir los errores del entonces presidente Herbert Hoover (1929/33). Especialmente, mantener un sector público remiso a estimular la producción y el consumo.<br />
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Eso es lo que hace hoy la alemana Angela Merkel para “salvar” a Grecia, Portugal, España, Hungría y otros países castigados por la deuda pública, el desempleo, etc. En semejante marco, la pelota pasa al G-20, donde un fuerte bloque emergente se inclina hacia formas de capitalismo estatal o mixto ajenas al “libre mercado” anglosajón. Las instancias proactivas “clásicas” son China, Brasil e India, pero no son las únicas.</p>
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Obama logró una reforma a medias, pero victoria al fin
Un acuerdo bipartidario pondrá límites a Wall Street y al negocio financiero. Ello fortalece la posición de Barack Obama ante la crisis de endeudamiento en la Unión Europea. Todo mientras se debate en dos grupos, el G-8 y el G-20, Toronto.