Nuestros salarios son bajos y reducir gente no eleva productividad

Es hora de ”redefinir conceptos. La flexibilidad laboral no debe afectar a los jóvenes. Además, es preciso elevar la edad jubilatoria”. No lo afirma un socialista nostálgico, sino Mario Draghi, presidente del banco central.

29 octubre, 2007

Algunos se escandalizaron durante la reciente exposición de quien encabeza Banca d’Italia (no le gusta que la moda anglófila de cierta prensa diga “bankitalia”) en la facultad piamontesa de economía, Turín. Por ejemplo, estas ideas molestan a Luca Cordero Montezemolo (Confindustria), que busca arrebatarle al neofascista Silvio Berlusconi el liderazgo de la derecha. La empresa que preside, en verdad, no abusa de despidos para mejorar balances.

Tomando en cuenta grados de especialización laboral, señala Draghi, “las remuneraciones italianas promedio resultan 10% inferiores a las alemanas, 20% a la británicas y 25% a las francesas. Este retraso de agudiza en la mano de obra joven, hasta 35 años”. Según el economista, “los graduados o especializados que entraron al mercado laboral durante los últimos años gana bastante menos que los incorporados en fases anteriores”.

Menores salarios reales y mayor inestabilidad de empleo entre los jóvenes suelen presentarse, en Estados Unidos, Gran Bretaña, México, Chile o Argentina, como virtudes. Particularmente en sectores tecnológicos de punta. Benjamin Bernanke o sus colegas al sur nunca se animarían a compartir las opiniones de Draghi. Se trata del mismo funcionario que rebautizó como “langostas” a los fondos de cobertura (derivados), capital extrabursátil (compras apalancadas) y otros mecanismos especulativos que no generan valor agregado.

A criterio del experto, “la precarización laboral afecta a 17% de jóvenes entre 25 y 35 años y a 45% de trabajadores designados con un eufemismo, autonómos”. Algo así sucede en el cono sur con la mano de obra dedicada a servicios informáticos. En esas condiciones, subraya Draghi, “Italia, que tiene ya más viejos que adolescentes, arriesga una esclerosis laboral crónica en materia de consumo, demanda real y desarrollo”.

Obviamente, es imposible modificar esas variables por decreto, salvo en cuanto a elevar la edad jubilatoria. Esto refleja también el veloz deterioro del gobierno que encabeza Romano Prodi. Hostigado desde el Vaticano, como en España, encarna un centroizquierda conventillero, ya sin mayoría parlamentaria, incapaz de unirse y con un lastre de personajes ambiciosos, no se diferencia mucho del universo a la derecha. Pero hay una diferencia. Gracias a un caudillo como Berlusconi, practica una vieja costumbre peronista: no dejar gobernar a nadie.

Algunos se escandalizaron durante la reciente exposición de quien encabeza Banca d’Italia (no le gusta que la moda anglófila de cierta prensa diga “bankitalia”) en la facultad piamontesa de economía, Turín. Por ejemplo, estas ideas molestan a Luca Cordero Montezemolo (Confindustria), que busca arrebatarle al neofascista Silvio Berlusconi el liderazgo de la derecha. La empresa que preside, en verdad, no abusa de despidos para mejorar balances.

Tomando en cuenta grados de especialización laboral, señala Draghi, “las remuneraciones italianas promedio resultan 10% inferiores a las alemanas, 20% a la británicas y 25% a las francesas. Este retraso de agudiza en la mano de obra joven, hasta 35 años”. Según el economista, “los graduados o especializados que entraron al mercado laboral durante los últimos años gana bastante menos que los incorporados en fases anteriores”.

Menores salarios reales y mayor inestabilidad de empleo entre los jóvenes suelen presentarse, en Estados Unidos, Gran Bretaña, México, Chile o Argentina, como virtudes. Particularmente en sectores tecnológicos de punta. Benjamin Bernanke o sus colegas al sur nunca se animarían a compartir las opiniones de Draghi. Se trata del mismo funcionario que rebautizó como “langostas” a los fondos de cobertura (derivados), capital extrabursátil (compras apalancadas) y otros mecanismos especulativos que no generan valor agregado.

A criterio del experto, “la precarización laboral afecta a 17% de jóvenes entre 25 y 35 años y a 45% de trabajadores designados con un eufemismo, autonómos”. Algo así sucede en el cono sur con la mano de obra dedicada a servicios informáticos. En esas condiciones, subraya Draghi, “Italia, que tiene ya más viejos que adolescentes, arriesga una esclerosis laboral crónica en materia de consumo, demanda real y desarrollo”.

Obviamente, es imposible modificar esas variables por decreto, salvo en cuanto a elevar la edad jubilatoria. Esto refleja también el veloz deterioro del gobierno que encabeza Romano Prodi. Hostigado desde el Vaticano, como en España, encarna un centroizquierda conventillero, ya sin mayoría parlamentaria, incapaz de unirse y con un lastre de personajes ambiciosos, no se diferencia mucho del universo a la derecha. Pero hay una diferencia. Gracias a un caudillo como Berlusconi, practica una vieja costumbre peronista: no dejar gobernar a nadie.

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