Norcorea: será difícl derribar a Kim sólo con embargos y bloqueos

Estados Unidos no planea atacar la república hereditaria, aunque contemple un bloqueo aeronaval. La clave, opina Washington, reside en China, que puede dejar sin suministros a Pyongyang, que dependería sólo de la beneficencia surcoreana.

12 octubre, 2006

Tras reiterar, por boca del vicepresidente Kim Yongnam, que tiene proyectiles con ojiva nuclear, Norcorea amenazó a Washington e insiste en negociaciones directas, opciòn que también sugieren analistas anglosajones, alemanes y japoneses. En tanto, Tokio cree que el domingo hubo otro ensayo. Por otro lado, Beijing ha endurecido su postura ante Kim, pero no parece factible que se decida por un bloqueo de alimentos –provee 40%- y combustibles (provee 85%).

El martes, Pyongyang admittió que el ensayo subterráneo se hizo en la provincia septentrional de Hamgyong, muy cerca de Manchuria (China) y Vladyivóstok, Rusia. Con ello, Norcorea se convirtió en octavo miembro del “club atómico”, un socio tan pobre y volátil como indeseable. Su obsesión por el secreto sólo se compara con la de Israel, que tampoco solía dar detalles ni a Estados Unidos, su aliado clave.

Las pruebas se hicieron a dos días de que el consejo de seguridad (Naciones Unidas) advirtiese al país que arriesgaba severas consecuencia. Pero, como lo trasluce la verborragia de George W.Bush y su embajador en esa organización, hasta ahora sólo son palabras. Con gran parte de sus fuerzas terrestres comprometida en Irak –donde la guerra ha ocasionado ya 650.000 muertos, o sea 50% más que la de Corea en 1950/3- y Afganistán, EE.UU. no tiene recursos humanos para otro conflicto.

Posiblemente, la primera medida norteamericana será bloquear los puertos norcoreanos, aplicando al mismo tiempo un embargo militar y civil. Pero. En el segundo caso, sus claves son China, Surcorea, Vietnam y Rusia, únicos socios comerciales de Norcorea. Otra medida consiste en intervenir cuentas bancarias en el exterior, en su mayoría ocultas y muy difíciles de rastrear.

Cabe señalar que Pyongyang es un régimen delincuente, pues su economía se sostiene –en buena parte- vía tráfico de opiáceos, fármacos ilícitos y dinero falso. Existen, por otra parte, vasos comunicantes con pandillas yakuza coreanas en Japón y Surcorea.

Sea como fuere, China es decisiva. Empleando un lenguaje poco usual, ha calificado el ensayo de “flagrante y descarado, un desafío a la opinión pública internacional al que nos oponemos redondamente”. En esos mismos momentos, Shinzo Abe –flamante primer ministro japonés- volaba de Beijing a Seúl, tras adherir a la declaración de sus anfitriones. De paso, recordó que ya había sugerido un “ataque preventivo” contra Norcorea. Horas después, Moscú acompañaba el rechazo de Washington, Londres, Bruselas y Nueva Delhi.

Altos funcionarios norteamericanos y europeos sospechan que la prueba no fue lo exitosa que proclama el régimen de Pyongyang. Igual creen varios científicos occidentales. Pero, sea como fuere, el presidente Kim Jong-il cuenta con un instrumento útil tanto para la diplomacia como para la extorsión y la guerra psicológica. La mención a proyectiles de ojiva atómica es un claro ejemplo de chantaje.

Washington trata de persuadir a Seúl, Beijing y Moscú de cortar suministros de alimentos y combustibles a un estado que mantiene más de un millón de tropas, pero ya no puede dar de comer a la población. No obstante, la llave es Surcorea, que mantiene una difícil tregua tras una tibia reconciliación entre familias separadas. Pero ni eso ni la unidad religiosa de facto en la península aguantarán si Seúl se pliega al programa de sanciones que analiza la ONU.

En un gesto significativo, el gobierno norcoreano informó al chino poco antes de los ensayos. A juicio de analistas conservadores en EE.UU., esto en una clara señal de que “Kim no teme a Washington, sino a Beijing. Históricamente –sostiene Robert Kaplan en el ‘Atlantic monthly’-, los chinos siempre se han interesado en el norte de la península y sus innumerables puertos abiertos al mar Amarillo. Sin olvidar la proximidad con Rusia y el litoral sobre el mar del Japón”.

Pero ocurre que, si bien comprometida con la sobrevivencia a largo plazo de Norcorea, Beijing no lo está tanto con la del “querido líder”. Eso lo saben Kim, sus generales, los potenciales competidores internos, Seúl y Tokio. Por ello, Kim trata de obligar a EE.UU. a negociar directamente con él. Más paranoide que su difunto padre, desconfía de sus allegados y concibe esta prueba nuclear como forma de presión múltiple.

Como teme esa escuela de pensamiento, Bush tal vez esté cometiendo un error al insistir en que Surcorea abandone la política de acercamiento a Norcorea. Más práctico parece Tokio, cuyo nuevo gobierno “nacionalista” combina las amenazas a Pyongyang con un discreto apoyo a Beijing y Seúl. Más allá de sus escandalosas expresiones sobre inexistencia de criminales japoneses de guerra.

Tras reiterar, por boca del vicepresidente Kim Yongnam, que tiene proyectiles con ojiva nuclear, Norcorea amenazó a Washington e insiste en negociaciones directas, opciòn que también sugieren analistas anglosajones, alemanes y japoneses. En tanto, Tokio cree que el domingo hubo otro ensayo. Por otro lado, Beijing ha endurecido su postura ante Kim, pero no parece factible que se decida por un bloqueo de alimentos –provee 40%- y combustibles (provee 85%).

El martes, Pyongyang admittió que el ensayo subterráneo se hizo en la provincia septentrional de Hamgyong, muy cerca de Manchuria (China) y Vladyivóstok, Rusia. Con ello, Norcorea se convirtió en octavo miembro del “club atómico”, un socio tan pobre y volátil como indeseable. Su obsesión por el secreto sólo se compara con la de Israel, que tampoco solía dar detalles ni a Estados Unidos, su aliado clave.

Las pruebas se hicieron a dos días de que el consejo de seguridad (Naciones Unidas) advirtiese al país que arriesgaba severas consecuencia. Pero, como lo trasluce la verborragia de George W.Bush y su embajador en esa organización, hasta ahora sólo son palabras. Con gran parte de sus fuerzas terrestres comprometida en Irak –donde la guerra ha ocasionado ya 650.000 muertos, o sea 50% más que la de Corea en 1950/3- y Afganistán, EE.UU. no tiene recursos humanos para otro conflicto.

Posiblemente, la primera medida norteamericana será bloquear los puertos norcoreanos, aplicando al mismo tiempo un embargo militar y civil. Pero. En el segundo caso, sus claves son China, Surcorea, Vietnam y Rusia, únicos socios comerciales de Norcorea. Otra medida consiste en intervenir cuentas bancarias en el exterior, en su mayoría ocultas y muy difíciles de rastrear.

Cabe señalar que Pyongyang es un régimen delincuente, pues su economía se sostiene –en buena parte- vía tráfico de opiáceos, fármacos ilícitos y dinero falso. Existen, por otra parte, vasos comunicantes con pandillas yakuza coreanas en Japón y Surcorea.

Sea como fuere, China es decisiva. Empleando un lenguaje poco usual, ha calificado el ensayo de “flagrante y descarado, un desafío a la opinión pública internacional al que nos oponemos redondamente”. En esos mismos momentos, Shinzo Abe –flamante primer ministro japonés- volaba de Beijing a Seúl, tras adherir a la declaración de sus anfitriones. De paso, recordó que ya había sugerido un “ataque preventivo” contra Norcorea. Horas después, Moscú acompañaba el rechazo de Washington, Londres, Bruselas y Nueva Delhi.

Altos funcionarios norteamericanos y europeos sospechan que la prueba no fue lo exitosa que proclama el régimen de Pyongyang. Igual creen varios científicos occidentales. Pero, sea como fuere, el presidente Kim Jong-il cuenta con un instrumento útil tanto para la diplomacia como para la extorsión y la guerra psicológica. La mención a proyectiles de ojiva atómica es un claro ejemplo de chantaje.

Washington trata de persuadir a Seúl, Beijing y Moscú de cortar suministros de alimentos y combustibles a un estado que mantiene más de un millón de tropas, pero ya no puede dar de comer a la población. No obstante, la llave es Surcorea, que mantiene una difícil tregua tras una tibia reconciliación entre familias separadas. Pero ni eso ni la unidad religiosa de facto en la península aguantarán si Seúl se pliega al programa de sanciones que analiza la ONU.

En un gesto significativo, el gobierno norcoreano informó al chino poco antes de los ensayos. A juicio de analistas conservadores en EE.UU., esto en una clara señal de que “Kim no teme a Washington, sino a Beijing. Históricamente –sostiene Robert Kaplan en el ‘Atlantic monthly’-, los chinos siempre se han interesado en el norte de la península y sus innumerables puertos abiertos al mar Amarillo. Sin olvidar la proximidad con Rusia y el litoral sobre el mar del Japón”.

Pero ocurre que, si bien comprometida con la sobrevivencia a largo plazo de Norcorea, Beijing no lo está tanto con la del “querido líder”. Eso lo saben Kim, sus generales, los potenciales competidores internos, Seúl y Tokio. Por ello, Kim trata de obligar a EE.UU. a negociar directamente con él. Más paranoide que su difunto padre, desconfía de sus allegados y concibe esta prueba nuclear como forma de presión múltiple.

Como teme esa escuela de pensamiento, Bush tal vez esté cometiendo un error al insistir en que Surcorea abandone la política de acercamiento a Norcorea. Más práctico parece Tokio, cuyo nuevo gobierno “nacionalista” combina las amenazas a Pyongyang con un discreto apoyo a Beijing y Seúl. Más allá de sus escandalosas expresiones sobre inexistencia de criminales japoneses de guerra.

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