Nigeria: secuestros y piratería amenazan a ENI

Días atrás, la guerrilla nigeriana secuestró tres técnicos italianos en el delta. En noviembre, los piratas ocuparon una plataforma petrolera. Ahora, Ente nazionale idrocarburi analiza restringir operaciones en el área.

11 diciembre, 2006

Rápidamente, el delta del Níger va convirtiéndose en tierra de nadie para la industria petrolera. Dos fenómenos convergen: la creciente insurrección local contra un gobierno central, tan despótico como corrupto, y la piratería oportunista, que captura plataformas, barcos y personas para pedir luego rescate. En general, las compañías privadas –empezando por las británicas, que siempre hicieron la vista gorda ante las corruptelas oficiales- se hallan con las manos atadas.

Los extranjeros, sobre todo blancos, son cazados en una zona de 70.000 km2, entre los mayores deltas del mundo. Esto afecta esencialmente a ejecutivos, expertos y empleados del sector hidrocarburos. Pero ENI parece ahora más castigada que otras y tiene dificultades para remplazar personal secuestrado o muerto.

La demografía no ayuda. En esa superficie relativamente pequeña (toda Nigeria cubre 924.000 km2) se apiñan cuarenta de los 128 millones de habitantes que contiene el país. Con un agravante: se dividen desigualmente en tres etnias principales y unas 35 secundarias e incluyen cristianos católicos, protestantes o evangélicos, musulmanes y cultos locales. Tanta multiplicidad exige un ejército de intérpretes fuera de las zonas urbanas (donde se habla inglés, casi lengua oficial).

Merced al petróleo, el producto bruto interno (2005) es el número 47del mundo, con US$ 173.000 millones. Pero el PB por habitante (1.190) marcha en el lugar 164, el ingreso medio no llega a US$ 2,50 diarios (70% de la población no recibe ni un dólar), el coeficiente de desarrollo humano es sólo 0,453 (puesto 158) y la expectativa de vida no sube de 43 años. A la oligarquía hausa que controla el país y a las petroleras, esos temas no parecen preocuparlos.

El vasto delta, el mayor de África, flota sobre un mar de crudos y representa 80% de las reservas nigerianas conocidas. A su vez, el país es primer productor del continente, octavo del mundo, quinto exportador y único socio africano de la Opep. Resulta irónico, pues, que padezca de subdesarrollo petrolero e importe combustibles refinados. Encima de todo, hoy producción e ingresos se ven resentidos por sabotajes, secuestros, pìratería y otras manifestaciones de una guerra civil que, en fondo, empezó hace tres decenios en Biafra, al este del delta.

El contraste con Venezuela no podría ser más impresionante. En la mayor potencia petrolera sudamericana, los hidrocarburos se concentran en el golfo de Maracaibo, otrora infestado de piratas y hoy de plataformas. Poco a poco, la franja del Orinoco comienza a disputarle primacía. Pero no hay guerras civiles ni lacras parecidas y cuesta explicarse la obsesión de George W.Bush, su gobierno y los conservadores latinoamericanos con Hugo Chávez. Al lado de Abuja, Caracas es un bastión democrático.

La corrupción alcanza niveles surrealistas. De 36 gobernadores provinciales, 33 estaban bajo investigación a mediados de este año. La “diplomacia” nigeriana es una red de bandidos dedicada a negocios sucios. No obstante, la clave de la guerra interminable es la codicia: una minoría musulmana de origen pastoril, que controla el gobierno central, se queda con 90% del ingreso nacional. ¿Por qué? Porque, durante la época colonial (1851/1963), los ingleses controlaban el territorio gracias a una alianza con los sultanatos hausa del norte. En realidad, Nigeria son tres países y uno de ellos, el norte, se prolonga en el vecino Níger, de habla francesa.

“No existe en el planeta un sitio más peligroso para explotar petróleo”, sostienen ingenieros de ENI, British Petroleum y Total. “En otros tiempos, Angola era peor, pero ha mejorado al extinguirse su propia guerra civil. Indonesia ofrece riesgos terroristas, pero son limitados. Acá, en cambio, ya cuando aterrizamos nos meten en vehículos policiales erizados de Kaláshnikov”.

En las sedes centrales de algunas petroleras, ubicadas en Port Harcourt –pleno delta-, los edificios también exhiben nidos de ametralladoras. Por otro lado, a ninguna compañía se le ocurriría enviar a Nigeria personal femenino blanco. Por supuesto, la demanda laboral calificada es tentadora: las empresas ofrecen 28 días de trabajo, otros tantos de descanso y de US$ 3.500 mensuales en adelante. Pero, claro, están los secuestros y la piratería (más algo común es esos lares: la violación de blancos) .

Para defenders, los extranjeros se concentran en Oil city, rodeados por los tres millones de africanos de Port Harcourt, tercera urbe del país, curiosamente llamada “garden city” (ciudad jardín). Entretanto, la violencia va en aumento desde principios de diciembre, por la proximidad de elecciones, donde se juega la sucesión –o no- de Olusegun Obasanjo, presidente desde 1999.

Una lucha intestina entre él y su propio vice, Abú Bakar, puede alcanzar singular intensidad. En el sur petrolero, esto ocurre en un trasfondo marcado por el movimiento pro emancipación del delta del Níger (Mend es la sigla en inglés), el grupo más activo en los ataques contra instalaciones y personal de las compañías extranjeras. Naturalmente, también se secuestran altos funcionarios locales como, por ejemplo, un ex gobernador de Bayelsa, provincia cuya capital de Port Harcourt.

Pero a ese personaje no lo capturaron en el país, sino en Londres y con cuatro millones de dólares en valores al cobro (no hay valija que aguante esa cantidad en efectivo). Entre los lugares sujetos a ese caballero figuraba Ogoni, donde hay 48 pocos petrolíferos, solo dos de agua (no funcionan), claro, alta mortalidad infantil.

Rápidamente, el delta del Níger va convirtiéndose en tierra de nadie para la industria petrolera. Dos fenómenos convergen: la creciente insurrección local contra un gobierno central, tan despótico como corrupto, y la piratería oportunista, que captura plataformas, barcos y personas para pedir luego rescate. En general, las compañías privadas –empezando por las británicas, que siempre hicieron la vista gorda ante las corruptelas oficiales- se hallan con las manos atadas.

Los extranjeros, sobre todo blancos, son cazados en una zona de 70.000 km2, entre los mayores deltas del mundo. Esto afecta esencialmente a ejecutivos, expertos y empleados del sector hidrocarburos. Pero ENI parece ahora más castigada que otras y tiene dificultades para remplazar personal secuestrado o muerto.

La demografía no ayuda. En esa superficie relativamente pequeña (toda Nigeria cubre 924.000 km2) se apiñan cuarenta de los 128 millones de habitantes que contiene el país. Con un agravante: se dividen desigualmente en tres etnias principales y unas 35 secundarias e incluyen cristianos católicos, protestantes o evangélicos, musulmanes y cultos locales. Tanta multiplicidad exige un ejército de intérpretes fuera de las zonas urbanas (donde se habla inglés, casi lengua oficial).

Merced al petróleo, el producto bruto interno (2005) es el número 47del mundo, con US$ 173.000 millones. Pero el PB por habitante (1.190) marcha en el lugar 164, el ingreso medio no llega a US$ 2,50 diarios (70% de la población no recibe ni un dólar), el coeficiente de desarrollo humano es sólo 0,453 (puesto 158) y la expectativa de vida no sube de 43 años. A la oligarquía hausa que controla el país y a las petroleras, esos temas no parecen preocuparlos.

El vasto delta, el mayor de África, flota sobre un mar de crudos y representa 80% de las reservas nigerianas conocidas. A su vez, el país es primer productor del continente, octavo del mundo, quinto exportador y único socio africano de la Opep. Resulta irónico, pues, que padezca de subdesarrollo petrolero e importe combustibles refinados. Encima de todo, hoy producción e ingresos se ven resentidos por sabotajes, secuestros, pìratería y otras manifestaciones de una guerra civil que, en fondo, empezó hace tres decenios en Biafra, al este del delta.

El contraste con Venezuela no podría ser más impresionante. En la mayor potencia petrolera sudamericana, los hidrocarburos se concentran en el golfo de Maracaibo, otrora infestado de piratas y hoy de plataformas. Poco a poco, la franja del Orinoco comienza a disputarle primacía. Pero no hay guerras civiles ni lacras parecidas y cuesta explicarse la obsesión de George W.Bush, su gobierno y los conservadores latinoamericanos con Hugo Chávez. Al lado de Abuja, Caracas es un bastión democrático.

La corrupción alcanza niveles surrealistas. De 36 gobernadores provinciales, 33 estaban bajo investigación a mediados de este año. La “diplomacia” nigeriana es una red de bandidos dedicada a negocios sucios. No obstante, la clave de la guerra interminable es la codicia: una minoría musulmana de origen pastoril, que controla el gobierno central, se queda con 90% del ingreso nacional. ¿Por qué? Porque, durante la época colonial (1851/1963), los ingleses controlaban el territorio gracias a una alianza con los sultanatos hausa del norte. En realidad, Nigeria son tres países y uno de ellos, el norte, se prolonga en el vecino Níger, de habla francesa.

“No existe en el planeta un sitio más peligroso para explotar petróleo”, sostienen ingenieros de ENI, British Petroleum y Total. “En otros tiempos, Angola era peor, pero ha mejorado al extinguirse su propia guerra civil. Indonesia ofrece riesgos terroristas, pero son limitados. Acá, en cambio, ya cuando aterrizamos nos meten en vehículos policiales erizados de Kaláshnikov”.

En las sedes centrales de algunas petroleras, ubicadas en Port Harcourt –pleno delta-, los edificios también exhiben nidos de ametralladoras. Por otro lado, a ninguna compañía se le ocurriría enviar a Nigeria personal femenino blanco. Por supuesto, la demanda laboral calificada es tentadora: las empresas ofrecen 28 días de trabajo, otros tantos de descanso y de US$ 3.500 mensuales en adelante. Pero, claro, están los secuestros y la piratería (más algo común es esos lares: la violación de blancos) .

Para defenders, los extranjeros se concentran en Oil city, rodeados por los tres millones de africanos de Port Harcourt, tercera urbe del país, curiosamente llamada “garden city” (ciudad jardín). Entretanto, la violencia va en aumento desde principios de diciembre, por la proximidad de elecciones, donde se juega la sucesión –o no- de Olusegun Obasanjo, presidente desde 1999.

Una lucha intestina entre él y su propio vice, Abú Bakar, puede alcanzar singular intensidad. En el sur petrolero, esto ocurre en un trasfondo marcado por el movimiento pro emancipación del delta del Níger (Mend es la sigla en inglés), el grupo más activo en los ataques contra instalaciones y personal de las compañías extranjeras. Naturalmente, también se secuestran altos funcionarios locales como, por ejemplo, un ex gobernador de Bayelsa, provincia cuya capital de Port Harcourt.

Pero a ese personaje no lo capturaron en el país, sino en Londres y con cuatro millones de dólares en valores al cobro (no hay valija que aguante esa cantidad en efectivo). Entre los lugares sujetos a ese caballero figuraba Ogoni, donde hay 48 pocos petrolíferos, solo dos de agua (no funcionan), claro, alta mortalidad infantil.

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