<p>Gritando “muerte a Berlusconi, abajo Italia”, los activistas obviamente reaccionaban por dos motivos. Primero, la visita del primer ministro a Israel y Palestina, donde no dejó conformes a tirios (Tel Aviv) ni troyanos (Ramallah). Segundo, otro aniversario de la revolución islámica de 1979 en Persia, este jueves 11.<br />
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Objeto de una turba perfectamente organizada, tipo piqueteros, los manifestantes rodearon el palacio Neauphle, antigua embajada francesa hoy representación italiana. Un grupito barbado, entretanto, borraba el letrero en una lateral: “jiabán-i-Roma”, calle Roma.<br />
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“Este tipo de actos es orquestado por el ala del régimen que apoya al presidente”, sostuvo Alberto Bradanini, embajador italiano. “No se produjeron desmanes ni daños, salvo por los huevos, que eran de pato”, explicó el diplomático antes de volar a Roma. Mientras tanto, Berlusconi no salía bien parado del viaje por Palestina, Israel y Líbano. Tampoco le resultó un inesperado gesto clerical, opuesto a la constitución: sembrar de crucifijos las oficinas públicas del poder ejecutivo.<br />
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Todo eso en medio de otros roces entre Estados Unidos, el pálido consejo de seguridad (ONU) y parte de la Unión Europea con Irán. No por huevazos en Teherán, sino por la planta para enriquecimiento de uranio en Natanz. No faltó un gesto ambiguo o cauto de Obama: al conocer el ataque a la embajada italiana, prometió “sanciones en pocas semanas”. <br />
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A su vez, Bruselas pidió la intercesión de Turquía en el asunto. Pero Berlusconi mismo ya no contaba con “buen prensa” en Irán. En 2008, el verborrágico primer ministro había parangonado Ajmadinedyad con Adolf Hitler. En cuanto a los basidyí, son paramilitares expertos en reprimir disidentes. <br />
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Muerte a Berlusconi: atacan la embajada italiana en Irán
Piedras, huevos y otros proyectiles golpeaban el martes los portones de la legación en Teh erán. Roma responsabilizó a los basidyí, una milicia al servicio del presidente Majmud Ahmadinedyad. Barack Obama reaccionó con llamativa cautela.