Moyano y Moreno se perfilan como operadores del pacto social

A poco de iniciado el gobierno de Cristina Kirchner, el líder de la CGT, Hugo Moyano, y el secretario de Comercio, Guillermo Moreno, retomaron protagonismo en la política de precios y salarios. La institucionalidad pasa a segundo plano.

17 diciembre, 2007

La presidenta sufrió el embate del dirigente camionero, Hugo Moyano, apenas
lo apartó de la ceremonia oficial de asunción en la Casa Rosada
y, cuando se aprestaba a dar marcha atrás con la absorción de los
tickets en el salario, contenida en el proyecto del diputado Héctor Recalde,
tuvo que dejar vía libre para la aprobación.

Moyano, Moreno, Jaime (el secretario de Transporte ratificado en el cargo)
y el ministro de Planificación, Julio de Vido, conforman un grupo de
tareas en la gestión que lleva la impronta de Néstor Kirchner.

La acción directa (cuerpo a cuerpo) sobre los sindicalistas y los empresarios,
desde el día a día en la distribución del ingreso hasta
la administración de la escasa energía, constituye su modus operandi,
a contrapelo del cambio propuesto por la actual presidenta cuando apelaba a
una mayor calidad institucional.

La amenazante presencia de los camioneros en la calle la semana pasada y la
reaparición de “Lassie” Moreno frente a los tamberos e industriales
ratificaron a ambos en los roles que tuvieran en los últimos cuatro años.

La política de control de la inflación seguirá sosteniéndose
en la administración “a muñeca” tanto de la pauta oficial
cuanto del relevamiento estadístico del Indec.

Y por más que Cristina Kirchner haya incorporado en la agenda la asistencia
a Mar del Plata para acompañar al secretario general de la construcción
Gerardo Martínez en la inauguración de un hotel del gremio, y
de ese modo, avalarlo públicamente como potencial recambio de Moyano
en junio, el propio dirigente impulsado también por los “Gordos”
salió a declarar que no era candidato.

El mensaje de la presidenta a Moyano había sido que le entregarían
personería jurídica a la Central de Trabajadores Argentinos y
que, en junio, no apoyaría la reelección del camionero en la CGT,
sino que sus preferidos para sucederlo son el metalúrgico Antonio Caló
y Martínez, de la Construcción, amigo de aquél.

Precisamente, Caló está negociando con ADIMRA tres cuotas compensatorias
de mayor inflación de 500 pesos cada una, algo similar a lo que el gremio
de los mecánicos trata con las empresas, sobre todo las automotrices.

La postura de los llamados sindicatos industriales es afín a la postura
del gobierno, en el sentido de que los salarios se discutan en el marco de los
convenios, y no de un acuerdo social marco.

En cambio, Moyano prefiere participar directamente en la pauta oficial y en
la aplicación, lo cual le refuerza el poder, tanto hacia arriba como
hacia abajo.

La ley Recalde apunta a “blanquear” los aumentos no remunerativos
que consiguieron los gremios el año pasado por fuera de los topes recomendados
por el gobierno, la UIA y la CGT, que al igual que los tickets, abarca abonos
telefónicos, planes médicos y guarderías sin los correspondientes
aportes previsionales. Y el rédito de esta “conquista” se acredita
en el haber de Moyano.

Representatividad

La representatividad del líder camionero es cualitativa, antes que cuantitativa.
El gremio no llega a los 80 mil afiliados, aunque cuenta con más de 320
mil camiones capaces de paralizar un país vialdependiente, lo cual puede
amedrentar más a un gobierno que a sus pares sindicales.

De ahí que Luis Barrionuevo arremeta contra Moyano, lo mismo que los
Gordos, uno de cuyos integrantes, Armando Cavalieri, tiene la sangre en el ojo
por la cantidad de afiliados que le birlaron los camioneros de un tiempo a esta
parte.

Los atentados que se produjeron en el radio de acción del secretario
general de la CGT conforman un telón gangsteril en su alrededor, que
tiñe la interna sindical de prácticas que poco tienen que ver
con los intereses laborales.

Lo cierto es que, como prevenía Moyano en plena campaña, los
conflictos venían siendo tapados para no perturbar la elección
de Cristina Kirchner, pero en cuanto asumió, van aterrizando uno tras
otro en el despacho presidencial.

La mano del cuestionado dirigente se ve también en la avanzada de los
choferes de colectivos para obtener un 30 % de ajuste en cuanto se apruebe el
aumento de las tarifas del transporte urbano y suburbano que trascendió.

La demanda apunta a que los choferes entren también en la repartija
de la parte del subsidio que los empresarios dejarían de percibir por
el incremento del pasaje.

La idea de Moyano es armar concertaciones sectoriales, como la que intenta
cerrar en Aerolíneas Argentinas, también con el autotransporte
de pasajeros, para luego hacerlas extensivas al resto de las actividades y englobarlas
luego en un acuerdo social amplio. Su protagonismo estaría así
asegurado.

Cuenta en ese plano con el apoyo de la cámara de empresarios de autotransporte
de pasajeros, cuyo titular Daniel Millaci, es al mismo tiempo presidente de
la Confederación General Económica, la legendaria CGE.

La contraprestación de Moyano sería insuflar oxígeno a
la CGE para que se integre a la mesa grande del pacto social, junto a la Unión
Industrial Argentina y demás entidades de cúpula invitadas por
el gobierno.

 

Finalmente, se especuló que la andanada tiene su origen en el impulso
que la nueva administración le daría a la personería gremial
de la Central de Trabajadores Argentinos, enfrentada ideológicamente
desde siempre con los popes de la calle Azopardo, que Néstor Kirchner
cajoneó hasta el final merced a sus compromisos con Moyano y compañía.
(…)”

La presidenta sufrió el embate del dirigente camionero, Hugo Moyano, apenas
lo apartó de la ceremonia oficial de asunción en la Casa Rosada
y, cuando se aprestaba a dar marcha atrás con la absorción de los
tickets en el salario, contenida en el proyecto del diputado Héctor Recalde,
tuvo que dejar vía libre para la aprobación.

Moyano, Moreno, Jaime (el secretario de Transporte ratificado en el cargo)
y el ministro de Planificación, Julio de Vido, conforman un grupo de
tareas en la gestión que lleva la impronta de Néstor Kirchner.

La acción directa (cuerpo a cuerpo) sobre los sindicalistas y los empresarios,
desde el día a día en la distribución del ingreso hasta
la administración de la escasa energía, constituye su modus operandi,
a contrapelo del cambio propuesto por la actual presidenta cuando apelaba a
una mayor calidad institucional.

La amenazante presencia de los camioneros en la calle la semana pasada y la
reaparición de “Lassie” Moreno frente a los tamberos e industriales
ratificaron a ambos en los roles que tuvieran en los últimos cuatro años.

La política de control de la inflación seguirá sosteniéndose
en la administración “a muñeca” tanto de la pauta oficial
cuanto del relevamiento estadístico del Indec.

Y por más que Cristina Kirchner haya incorporado en la agenda la asistencia
a Mar del Plata para acompañar al secretario general de la construcción
Gerardo Martínez en la inauguración de un hotel del gremio, y
de ese modo, avalarlo públicamente como potencial recambio de Moyano
en junio, el propio dirigente impulsado también por los “Gordos”
salió a declarar que no era candidato.

El mensaje de la presidenta a Moyano había sido que le entregarían
personería jurídica a la Central de Trabajadores Argentinos y
que, en junio, no apoyaría la reelección del camionero en la CGT,
sino que sus preferidos para sucederlo son el metalúrgico Antonio Caló
y Martínez, de la Construcción, amigo de aquél.

Precisamente, Caló está negociando con ADIMRA tres cuotas compensatorias
de mayor inflación de 500 pesos cada una, algo similar a lo que el gremio
de los mecánicos trata con las empresas, sobre todo las automotrices.

La postura de los llamados sindicatos industriales es afín a la postura
del gobierno, en el sentido de que los salarios se discutan en el marco de los
convenios, y no de un acuerdo social marco.

En cambio, Moyano prefiere participar directamente en la pauta oficial y en
la aplicación, lo cual le refuerza el poder, tanto hacia arriba como
hacia abajo.

La ley Recalde apunta a “blanquear” los aumentos no remunerativos
que consiguieron los gremios el año pasado por fuera de los topes recomendados
por el gobierno, la UIA y la CGT, que al igual que los tickets, abarca abonos
telefónicos, planes médicos y guarderías sin los correspondientes
aportes previsionales. Y el rédito de esta “conquista” se acredita
en el haber de Moyano.

Representatividad

La representatividad del líder camionero es cualitativa, antes que cuantitativa.
El gremio no llega a los 80 mil afiliados, aunque cuenta con más de 320
mil camiones capaces de paralizar un país vialdependiente, lo cual puede
amedrentar más a un gobierno que a sus pares sindicales.

De ahí que Luis Barrionuevo arremeta contra Moyano, lo mismo que los
Gordos, uno de cuyos integrantes, Armando Cavalieri, tiene la sangre en el ojo
por la cantidad de afiliados que le birlaron los camioneros de un tiempo a esta
parte.

Los atentados que se produjeron en el radio de acción del secretario
general de la CGT conforman un telón gangsteril en su alrededor, que
tiñe la interna sindical de prácticas que poco tienen que ver
con los intereses laborales.

Lo cierto es que, como prevenía Moyano en plena campaña, los
conflictos venían siendo tapados para no perturbar la elección
de Cristina Kirchner, pero en cuanto asumió, van aterrizando uno tras
otro en el despacho presidencial.

La mano del cuestionado dirigente se ve también en la avanzada de los
choferes de colectivos para obtener un 30 % de ajuste en cuanto se apruebe el
aumento de las tarifas del transporte urbano y suburbano que trascendió.

La demanda apunta a que los choferes entren también en la repartija
de la parte del subsidio que los empresarios dejarían de percibir por
el incremento del pasaje.

La idea de Moyano es armar concertaciones sectoriales, como la que intenta
cerrar en Aerolíneas Argentinas, también con el autotransporte
de pasajeros, para luego hacerlas extensivas al resto de las actividades y englobarlas
luego en un acuerdo social amplio. Su protagonismo estaría así
asegurado.

Cuenta en ese plano con el apoyo de la cámara de empresarios de autotransporte
de pasajeros, cuyo titular Daniel Millaci, es al mismo tiempo presidente de
la Confederación General Económica, la legendaria CGE.

La contraprestación de Moyano sería insuflar oxígeno a
la CGE para que se integre a la mesa grande del pacto social, junto a la Unión
Industrial Argentina y demás entidades de cúpula invitadas por
el gobierno.

 

Finalmente, se especuló que la andanada tiene su origen en el impulso
que la nueva administración le daría a la personería gremial
de la Central de Trabajadores Argentinos, enfrentada ideológicamente
desde siempre con los popes de la calle Azopardo, que Néstor Kirchner
cajoneó hasta el final merced a sus compromisos con Moyano y compañía.
(…)”

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