Montezemolo lanza su propio decálogo polìtico

Mientras el derechista Silvio Berlusconi se opone a privatizar Alitalia –una historiar sin fin-, el presidente de la Confederazione nazionale dell’industria y de Fiat sube a la palestra. Sus ideas lo alejan del “cavaliere”.

5 marzo, 2008

La primera propuesta de Luca Cordero Montezemolo es una reforma electoral que achique el parlamento y elimine un síndrome compartido con Argentina: la proliferación de partiditos casi domésticos. El segundo punto es llegar a 2010 con equilibrio presupuestario y destinar mayor porción del gasto público a inversiones de capital.

A continuación, el decálogo prescribe reducir impuestos, a fin de que la presión fiscal baje de 43,3% (2007) a 42% del producto bruto interno hacia 2010. El cuarto punto hace al sistema laboral, cuyas normas debieran simplificarse e incorporar el arbitraje. En quinto lugar aparece otra simplificación (algo trivial), atinente a la privacidad de datos, mezclada con los costos burocráticos.

La sexta propuesta abarca ambiente, desechos urbanos, energía y combustibles. El punto siguiente –un poco lírico- alude a obras de infraestructura y proyectos de inversión. El octavo aborda instrucción (pública, privada), universidades, mecanismos de selección y la carrera docente.

Los dos últimos puntos representan dos extremos. En el abstracto, el noveno propone elevar a 20% las partidas para investigación y desarrollo dentro de las empresas. La décima propuesta, en cambio, es un “anteproyecto” para el siempre postergado sur del país y parte de premisas totalmente opuestas a las del separatismo padano de Umbero Bossi, aliado de Berlusconi.

La primera propuesta de Luca Cordero Montezemolo es una reforma electoral que achique el parlamento y elimine un síndrome compartido con Argentina: la proliferación de partiditos casi domésticos. El segundo punto es llegar a 2010 con equilibrio presupuestario y destinar mayor porción del gasto público a inversiones de capital.

A continuación, el decálogo prescribe reducir impuestos, a fin de que la presión fiscal baje de 43,3% (2007) a 42% del producto bruto interno hacia 2010. El cuarto punto hace al sistema laboral, cuyas normas debieran simplificarse e incorporar el arbitraje. En quinto lugar aparece otra simplificación (algo trivial), atinente a la privacidad de datos, mezclada con los costos burocráticos.

La sexta propuesta abarca ambiente, desechos urbanos, energía y combustibles. El punto siguiente –un poco lírico- alude a obras de infraestructura y proyectos de inversión. El octavo aborda instrucción (pública, privada), universidades, mecanismos de selección y la carrera docente.

Los dos últimos puntos representan dos extremos. En el abstracto, el noveno propone elevar a 20% las partidas para investigación y desarrollo dentro de las empresas. La décima propuesta, en cambio, es un “anteproyecto” para el siempre postergado sur del país y parte de premisas totalmente opuestas a las del separatismo padano de Umbero Bossi, aliado de Berlusconi.

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