<p>Los resultados implican un giro al oeste y a la Unión Europea. Además. Consolidan el predominio de la mayoría, que habla rumano y mira a Bucarest, miembro de la UE. Ya en abril, Voronin tuvo graves problemas y violencia social al intentar un fraude en los comicios del día 7.<br />
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En esta oportunidad, el presidente –no puede cumplir más de dos períodos seguidos- trataba de pasar a la cabeza del parlamento. Casi setentón y todavía “marxista”, Voronin tenía relaciones demasiado estrechas con Transdñestria, un estado ilegal entre Moldavia y Ucrania. Protegido por el ejército ruso y controlado por todo tipo de mafias, sólo lo reconocen Moscú, Kíyev y Chisinau (Moldavia deberá romper con él si pretende ingresar a la UE).<br />
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Precisamente en mayo, Bruselas incluía a Chisinau en un programa de cooperación con el este europeo. Rusia lo tomó como ingerencia en su espacio político. Aunque Moldavia no limite con el gigante.<br />
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Moldavia es un producto de la ex Unión Soviética. Hasta 1919, el pequeño país (34.000 km2, hoy cinco millones de habitantes) se llamaba Besarabia y había estado siglos cambiando de manos. Rumania lo absorbió en 1920 y lo perdió en 1944 a manos soviéticas, que inventaron Moldavia. Al independizarse en 1991, los comunistas locales –de lengua rusa- trabaron la reincorporación a Rumania.<br />
Es la contraimagen de Kaliningrado, un enclave ruso entre Polonia, Lituania y el Báltico, otrora parte de la Prusia oriental alemana (Königsberg, patria de Immanuel Kant). Estas elecciones ponen en primer plano una coalición demoliberal.</p>
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Moldavia es ahora el enclave perdido por los comunistas
Tras ocho años de semidictadura, el marxista Vladyímir Voronin ruso étnico- logró sólo 40,5% del nuevo parlamento. Los cuatro partidos de la alianza rival tienen ahora casi 55%. Su tocayo Putin es amigo personal del presidente vencido.