Merkel y Sarkozy exigen frenar la especulación y las crisis

“No podemos permitir que algunas docenas de especuladores pongan en la picota el sistema internacional”. Así afirma un comunicado de la canciller teutona y el presidente francés. ¿Los habrá escuchado Cristina Kirchner, de jira por Alemania?

11 septiembre, 2007

El mismo documento anuncia la integración de un “consejo de sabios” –sobre el modelo existente en Berlín- para afrontar las presiones del mercado y redefinir el futuro de la Unión Europea, hoy en tela de juicio. Pero el punto fuerte es, sin duda, el mayor ataque de Alemania y Francia contra la especulación pura, apelando a un lenguaje casi tercermundista que ha escandalizado a los centros financieros occidentales.

El lugar elegido tiene su historia. Se trata del castillo de Merseburg, en el centro de Brandeburgo. O sea, la antigua Prusia. “Debemos hacer frente a la píldora envenenada que representa para los europeos el avance económico o financiero de Estados Unidos, Rusia y China”, sostuvieron ambos líderes. Ni Charles de Gaulle había llegado a tanto. Menos en presencia de Dominique Strauss-Kahn, próximo director gerente del FMI.

“Hace falta moralizar los mercados de riesgo. La Unión Europea no puede seguir siendo la única región del mundo donde cualquiera llega y se sirve empresas”, señaló Sarkozy. En una actitud típicamente francesa, el mandatario olvidaba que eso sucede desde hace mucho en dos zonas subdesarrolladas, Latinoamérica y África. Merkel añadió: es preciso hacernos oír en entidades multilaterales afines al negocio financiero”. Verbigracia, el Fondo Monetario, el Banco Mundial o la Organización de cooperación y desarrollo económico (OCDE).

Por supuesto, el comunicado apunta a la inminente asamblea semestral conjunta FMI-BM. Pero cabe recordar que, hace algunas semanas, también desde Berlín partió el primer ataque frontal contra los fondos de cobertura (derivados) y capital extrabursátil (compras apalancadas). Fueron calificados de “langostas”.

En forma conexa, los dos jefes de gobierno objetaron la extrema tolerancia de ciertos nódulos (Fráncfort, Londres, Estocolmo) a la penetración de capitales estatales -rusos, chinos, árabes- y hasta mafias (el caso de la ‘ndranghetta calabresa es típico). Al respecto, ambos líderes exigieron “más diafanidad en materia de instrumentos financieros y compraventa de activos”.

Merkel no se privó de reiterar la necesidad de “transparencia en cuanto a fondos de cobertura, grandes bancas de inversión y agencias calificadoras. ¿Cómo se explica que esas instancias no hayan previsto la crisis hipotecaria ni la actual ola de iliquidez financiera?”. Aunque no lo dijo, la canciller apuntaba a los quebrantos que hoy afrontan bancas alemanas y a US% 140.000 millones en vencimientos de papeles comerciales cortos que amenazan a entidades europeas.

El mismo documento anuncia la integración de un “consejo de sabios” –sobre el modelo existente en Berlín- para afrontar las presiones del mercado y redefinir el futuro de la Unión Europea, hoy en tela de juicio. Pero el punto fuerte es, sin duda, el mayor ataque de Alemania y Francia contra la especulación pura, apelando a un lenguaje casi tercermundista que ha escandalizado a los centros financieros occidentales.

El lugar elegido tiene su historia. Se trata del castillo de Merseburg, en el centro de Brandeburgo. O sea, la antigua Prusia. “Debemos hacer frente a la píldora envenenada que representa para los europeos el avance económico o financiero de Estados Unidos, Rusia y China”, sostuvieron ambos líderes. Ni Charles de Gaulle había llegado a tanto. Menos en presencia de Dominique Strauss-Kahn, próximo director gerente del FMI.

“Hace falta moralizar los mercados de riesgo. La Unión Europea no puede seguir siendo la única región del mundo donde cualquiera llega y se sirve empresas”, señaló Sarkozy. En una actitud típicamente francesa, el mandatario olvidaba que eso sucede desde hace mucho en dos zonas subdesarrolladas, Latinoamérica y África. Merkel añadió: es preciso hacernos oír en entidades multilaterales afines al negocio financiero”. Verbigracia, el Fondo Monetario, el Banco Mundial o la Organización de cooperación y desarrollo económico (OCDE).

Por supuesto, el comunicado apunta a la inminente asamblea semestral conjunta FMI-BM. Pero cabe recordar que, hace algunas semanas, también desde Berlín partió el primer ataque frontal contra los fondos de cobertura (derivados) y capital extrabursátil (compras apalancadas). Fueron calificados de “langostas”.

En forma conexa, los dos jefes de gobierno objetaron la extrema tolerancia de ciertos nódulos (Fráncfort, Londres, Estocolmo) a la penetración de capitales estatales -rusos, chinos, árabes- y hasta mafias (el caso de la ‘ndranghetta calabresa es típico). Al respecto, ambos líderes exigieron “más diafanidad en materia de instrumentos financieros y compraventa de activos”.

Merkel no se privó de reiterar la necesidad de “transparencia en cuanto a fondos de cobertura, grandes bancas de inversión y agencias calificadoras. ¿Cómo se explica que esas instancias no hayan previsto la crisis hipotecaria ni la actual ola de iliquidez financiera?”. Aunque no lo dijo, la canciller apuntaba a los quebrantos que hoy afrontan bancas alemanas y a US% 140.000 millones en vencimientos de papeles comerciales cortos que amenazan a entidades europeas.

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