Malvinas: cruce diplomático

El gobierno protestó ante Londres por invasión de nuestro espacio aéreo. Gran Bretaña había entregando a Cancillería una nota de los consejeros kelpers.

14 julio, 2000

Malvinas: cruce diplomático

El gobierno protestó ante Londres por invasión de nuestro espacio aéreo. Gran Bretaña había entregando a Cancillería una nota de los consejeros kelpers, a quien la Argentina no reconoce como parte litigiosa.

La Argentina protestó en la víspera ante el reino Unido por la incursión de aviones ingleses sobre naves argentinas que pescaban en aguas propias. Fue una réplica inmediata: la embajada de ese país había depositado una hora antes en la Cancillería una nota firmada por los consejeros de las islas en la que sostienen que buques argentinos pescaban en aguas que consideran de su jurisdicción.

No es la primera vez que aviones con base en Malvinas efectúan sobrevuelos en aguas argentinas sobre naves de pesca de nuestra bandera. Ayer en el ministerio de Relaciones Exteriores trascendió que no se dejará pasar inadvertidas estas actitudes, apelando para ello a los carriles diplomáticos. De esta manera se confirma, nuevamente, que terminó la política de seducción inspirada por Guido Di Tella.

Durante la guerra el gobierno inglés impuso una zona de exclusión en torno al archipiélago, pero una vez finalizado el conflicto, en 1986 la revivió al establecer una zona de control de 200 millas que se superpone con la zona económica exclusiva argentina que, además. es aplicada por la mayoría de los países del mundo a partir de sus costas . De ahí que la encargada del área Malvinas de la cancillería, embajadora Susana Ruiz Cerrutti, en diálogo con el periodismo, dijera que aunque buques argentinos se internaran en aguas que los kelpers pretenden controlar, para el gobierno se trata de un espacio exclusivo de la Argentina.

Algunos analista estiman que en el fondo de la cuestión está el problema de la pesca. Otros, en cambio, creen que ello es parcialmente cierto y que, en definitiva, la puja diplomática apunta más lejos, a la explotación eventual de los yacimientos de hidrocarburos existentes en una parte de la cuenca austral marítima. Tanto Buenos Aires como Londres saben que el conflicto no llegará la situación de crisis y menos de un choque armado, pero estarían procurando consolidar posiciones para cuando llegue el momento de negociar algo más importante que las licencias de pesca que han elevado el nivel de vida de los 2000 habitantes de la islas; al cabo poco más o menos la cantidad de personas que habitan una manzana céntrica de Buenos Aires.

Se trataría en realidad de establecer en qué proporción cada país gozará de la extracción de petróleo y gas, que los propios británicos estiman en alrededor de 80 mil millones de barriles de petróleo o su equivalente calórico.

Malvinas: cruce diplomático

El gobierno protestó ante Londres por invasión de nuestro espacio aéreo. Gran Bretaña había entregando a Cancillería una nota de los consejeros kelpers, a quien la Argentina no reconoce como parte litigiosa.

La Argentina protestó en la víspera ante el reino Unido por la incursión de aviones ingleses sobre naves argentinas que pescaban en aguas propias. Fue una réplica inmediata: la embajada de ese país había depositado una hora antes en la Cancillería una nota firmada por los consejeros de las islas en la que sostienen que buques argentinos pescaban en aguas que consideran de su jurisdicción.

No es la primera vez que aviones con base en Malvinas efectúan sobrevuelos en aguas argentinas sobre naves de pesca de nuestra bandera. Ayer en el ministerio de Relaciones Exteriores trascendió que no se dejará pasar inadvertidas estas actitudes, apelando para ello a los carriles diplomáticos. De esta manera se confirma, nuevamente, que terminó la política de seducción inspirada por Guido Di Tella.

Durante la guerra el gobierno inglés impuso una zona de exclusión en torno al archipiélago, pero una vez finalizado el conflicto, en 1986 la revivió al establecer una zona de control de 200 millas que se superpone con la zona económica exclusiva argentina que, además. es aplicada por la mayoría de los países del mundo a partir de sus costas . De ahí que la encargada del área Malvinas de la cancillería, embajadora Susana Ruiz Cerrutti, en diálogo con el periodismo, dijera que aunque buques argentinos se internaran en aguas que los kelpers pretenden controlar, para el gobierno se trata de un espacio exclusivo de la Argentina.

Algunos analista estiman que en el fondo de la cuestión está el problema de la pesca. Otros, en cambio, creen que ello es parcialmente cierto y que, en definitiva, la puja diplomática apunta más lejos, a la explotación eventual de los yacimientos de hidrocarburos existentes en una parte de la cuenca austral marítima. Tanto Buenos Aires como Londres saben que el conflicto no llegará la situación de crisis y menos de un choque armado, pero estarían procurando consolidar posiciones para cuando llegue el momento de negociar algo más importante que las licencias de pesca que han elevado el nivel de vida de los 2000 habitantes de la islas; al cabo poco más o menos la cantidad de personas que habitan una manzana céntrica de Buenos Aires.

Se trataría en realidad de establecer en qué proporción cada país gozará de la extracción de petróleo y gas, que los propios británicos estiman en alrededor de 80 mil millones de barriles de petróleo o su equivalente calórico.

Malvinas: cruce diplomático

El gobierno protestó ante Londres por invasión de nuestro espacio aéreo. Gran Bretaña había entregando a Cancillería una nota de los consejeros kelpers, a quien la Argentina no reconoce como parte litigiosa.

La Argentina protestó en la víspera ante el reino Unido por la incursión de aviones ingleses sobre naves argentinas que pescaban en aguas propias. Fue una réplica inmediata: la embajada de ese país había depositado una hora antes en la Cancillería una nota firmada por los consejeros de las islas en la que sostienen que buques argentinos pescaban en aguas que consideran de su jurisdicción.

No es la primera vez que aviones con base en Malvinas efectúan sobrevuelos en aguas argentinas sobre naves de pesca de nuestra bandera. Ayer en el ministerio de Relaciones Exteriores trascendió que no se dejará pasar inadvertidas estas actitudes, apelando para ello a los carriles diplomáticos. De esta manera se confirma, nuevamente, que terminó la política de seducción inspirada por Guido Di Tella.

Durante la guerra el gobierno inglés impuso una zona de exclusión en torno al archipiélago, pero una vez finalizado el conflicto, en 1986 la revivió al establecer una zona de control de 200 millas que se superpone con la zona económica exclusiva argentina que, además. es aplicada por la mayoría de los países del mundo a partir de sus costas . De ahí que la encargada del área Malvinas de la cancillería, embajadora Susana Ruiz Cerrutti, en diálogo con el periodismo, dijera que aunque buques argentinos se internaran en aguas que los kelpers pretenden controlar, para el gobierno se trata de un espacio exclusivo de la Argentina.

Algunos analista estiman que en el fondo de la cuestión está el problema de la pesca. Otros, en cambio, creen que ello es parcialmente cierto y que, en definitiva, la puja diplomática apunta más lejos, a la explotación eventual de los yacimientos de hidrocarburos existentes en una parte de la cuenca austral marítima. Tanto Buenos Aires como Londres saben que el conflicto no llegará la situación de crisis y menos de un choque armado, pero estarían procurando consolidar posiciones para cuando llegue el momento de negociar algo más importante que las licencias de pesca que han elevado el nivel de vida de los 2000 habitantes de la islas; al cabo poco más o menos la cantidad de personas que habitan una manzana céntrica de Buenos Aires.

Se trataría en realidad de establecer en qué proporción cada país gozará de la extracción de petróleo y gas, que los propios británicos estiman en alrededor de 80 mil millones de barriles de petróleo o su equivalente calórico.

Malvinas: cruce diplomático

El gobierno protestó ante Londres por invasión de nuestro espacio aéreo. Gran Bretaña había entregando a Cancillería una nota de los consejeros kelpers, a quien la Argentina no reconoce como parte litigiosa.

La Argentina protestó en la víspera ante el reino Unido por la incursión de aviones ingleses sobre naves argentinas que pescaban en aguas propias. Fue una réplica inmediata: la embajada de ese país había depositado una hora antes en la Cancillería una nota firmada por los consejeros de las islas en la que sostienen que buques argentinos pescaban en aguas que consideran de su jurisdicción.

No es la primera vez que aviones con base en Malvinas efectúan sobrevuelos en aguas argentinas sobre naves de pesca de nuestra bandera. Ayer en el ministerio de Relaciones Exteriores trascendió que no se dejará pasar inadvertidas estas actitudes, apelando para ello a los carriles diplomáticos. De esta manera se confirma, nuevamente, que terminó la política de seducción inspirada por Guido Di Tella.

Durante la guerra el gobierno inglés impuso una zona de exclusión en torno al archipiélago, pero una vez finalizado el conflicto, en 1986 la revivió al establecer una zona de control de 200 millas que se superpone con la zona económica exclusiva argentina que, además. es aplicada por la mayoría de los países del mundo a partir de sus costas . De ahí que la encargada del área Malvinas de la cancillería, embajadora Susana Ruiz Cerrutti, en diálogo con el periodismo, dijera que aunque buques argentinos se internaran en aguas que los kelpers pretenden controlar, para el gobierno se trata de un espacio exclusivo de la Argentina.

Algunos analista estiman que en el fondo de la cuestión está el problema de la pesca. Otros, en cambio, creen que ello es parcialmente cierto y que, en definitiva, la puja diplomática apunta más lejos, a la explotación eventual de los yacimientos de hidrocarburos existentes en una parte de la cuenca austral marítima. Tanto Buenos Aires como Londres saben que el conflicto no llegará la situación de crisis y menos de un choque armado, pero estarían procurando consolidar posiciones para cuando llegue el momento de negociar algo más importante que las licencias de pesca que han elevado el nivel de vida de los 2000 habitantes de la islas; al cabo poco más o menos la cantidad de personas que habitan una manzana céntrica de Buenos Aires.

Se trataría en realidad de establecer en qué proporción cada país gozará de la extracción de petróleo y gas, que los propios británicos estiman en alrededor de 80 mil millones de barriles de petróleo o su equivalente calórico.

La Argentina protestó en la víspera ante el reino Unido por la incursión de aviones ingleses sobre naves argentinas que pescaban en aguas propias. Fue una réplica inmediata: la embajada de ese país había depositado una hora antes en la Cancillería una nota firmada por los consejeros de las islas en la que sostienen que buques argentinos pescaban en aguas que consideran de su jurisdicción.

No es la primera vez que aviones con base en Malvinas efectúan sobrevuelos en aguas argentinas sobre naves de pesca de nuestra bandera. Ayer en el ministerio de Relaciones Exteriores trascendió que no se dejará pasar inadvertidas estas actitudes, apelando para ello a los carriles diplomáticos. De esta manera se confirma, nuevamente, que terminó la política de seducción inspirada por Guido Di Tella.

Durante la guerra el gobierno inglés impuso una zona de exclusión en torno al archipiélago, pero una vez finalizado el conflicto, en 1986 la revivió al establecer una zona de control de 200 millas que se superpone con la zona económica exclusiva argentina que, además. es aplicada por la mayoría de los países del mundo a partir de sus costas . De ahí que la encargada del área Malvinas de la cancillería, embajadora Susana Ruiz Cerrutti, en diálogo con el periodismo, dijera que aunque buques argentinos se internaran en aguas que los kelpers pretenden controlar, para el gobierno se trata de un espacio exclusivo de la Argentina.

Algunos analista estiman que en el fondo de la cuestión está el problema de la pesca. Otros, en cambio, creen que ello es parcialmente cierto y que, en definitiva, la puja diplomática apunta más lejos, a la explotación eventual de los yacimientos de hidrocarburos existentes en una parte de la cuenca austral marítima. Tanto Buenos Aires como Londres saben que el conflicto no llegará la situación de crisis y menos de un choque armado, pero estarían procurando consolidar posiciones para cuando llegue el momento de negociar algo más importante que las licencias de pesca que han elevado el nivel de vida de los 2000 habitantes de la islas; al cabo poco más o menos la cantidad de personas que habitan una manzana céntrica de Buenos Aires.

Se trataría en realidad de establecer en qué proporción cada país gozará de la extracción de petróleo y gas, que los propios británicos estiman en alrededor de 80 mil millones de barriles de petróleo o su equivalente calórico.

Malvinas: cruce diplomático

El gobierno protestó ante Londres por invasión de nuestro espacio aéreo. Gran Bretaña había entregando a Cancillería una nota de los consejeros kelpers, a quien la Argentina no reconoce como parte litigiosa.

La Argentina protestó en la víspera ante el reino Unido por la incursión de aviones ingleses sobre naves argentinas que pescaban en aguas propias. Fue una réplica inmediata: la embajada de ese país había depositado una hora antes en la Cancillería una nota firmada por los consejeros de las islas en la que sostienen que buques argentinos pescaban en aguas que consideran de su jurisdicción.

No es la primera vez que aviones con base en Malvinas efectúan sobrevuelos en aguas argentinas sobre naves de pesca de nuestra bandera. Ayer en el ministerio de Relaciones Exteriores trascendió que no se dejará pasar inadvertidas estas actitudes, apelando para ello a los carriles diplomáticos. De esta manera se confirma, nuevamente, que terminó la política de seducción inspirada por Guido Di Tella.

Durante la guerra el gobierno inglés impuso una zona de exclusión en torno al archipiélago, pero una vez finalizado el conflicto, en 1986 la revivió al establecer una zona de control de 200 millas que se superpone con la zona económica exclusiva argentina que, además. es aplicada por la mayoría de los países del mundo a partir de sus costas . De ahí que la encargada del área Malvinas de la cancillería, embajadora Susana Ruiz Cerrutti, en diálogo con el periodismo, dijera que aunque buques argentinos se internaran en aguas que los kelpers pretenden controlar, para el gobierno se trata de un espacio exclusivo de la Argentina.

Algunos analista estiman que en el fondo de la cuestión está el problema de la pesca. Otros, en cambio, creen que ello es parcialmente cierto y que, en definitiva, la puja diplomática apunta más lejos, a la explotación eventual de los yacimientos de hidrocarburos existentes en una parte de la cuenca austral marítima. Tanto Buenos Aires como Londres saben que el conflicto no llegará la situación de crisis y menos de un choque armado, pero estarían procurando consolidar posiciones para cuando llegue el momento de negociar algo más importante que las licencias de pesca que han elevado el nivel de vida de los 2000 habitantes de la islas; al cabo poco más o menos la cantidad de personas que habitan una manzana céntrica de Buenos Aires.

Se trataría en realidad de establecer en qué proporción cada país gozará de la extracción de petróleo y gas, que los propios británicos estiman en alrededor de 80 mil millones de barriles de petróleo o su equivalente calórico.

Malvinas: cruce diplomático

El gobierno protestó ante Londres por invasión de nuestro espacio aéreo. Gran Bretaña había entregando a Cancillería una nota de los consejeros kelpers, a quien la Argentina no reconoce como parte litigiosa.

La Argentina protestó en la víspera ante el reino Unido por la incursión de aviones ingleses sobre naves argentinas que pescaban en aguas propias. Fue una réplica inmediata: la embajada de ese país había depositado una hora antes en la Cancillería una nota firmada por los consejeros de las islas en la que sostienen que buques argentinos pescaban en aguas que consideran de su jurisdicción.

No es la primera vez que aviones con base en Malvinas efectúan sobrevuelos en aguas argentinas sobre naves de pesca de nuestra bandera. Ayer en el ministerio de Relaciones Exteriores trascendió que no se dejará pasar inadvertidas estas actitudes, apelando para ello a los carriles diplomáticos. De esta manera se confirma, nuevamente, que terminó la política de seducción inspirada por Guido Di Tella.

Durante la guerra el gobierno inglés impuso una zona de exclusión en torno al archipiélago, pero una vez finalizado el conflicto, en 1986 la revivió al establecer una zona de control de 200 millas que se superpone con la zona económica exclusiva argentina que, además. es aplicada por la mayoría de los países del mundo a partir de sus costas . De ahí que la encargada del área Malvinas de la cancillería, embajadora Susana Ruiz Cerrutti, en diálogo con el periodismo, dijera que aunque buques argentinos se internaran en aguas que los kelpers pretenden controlar, para el gobierno se trata de un espacio exclusivo de la Argentina.

Algunos analista estiman que en el fondo de la cuestión está el problema de la pesca. Otros, en cambio, creen que ello es parcialmente cierto y que, en definitiva, la puja diplomática apunta más lejos, a la explotación eventual de los yacimientos de hidrocarburos existentes en una parte de la cuenca austral marítima. Tanto Buenos Aires como Londres saben que el conflicto no llegará la situación de crisis y menos de un choque armado, pero estarían procurando consolidar posiciones para cuando llegue el momento de negociar algo más importante que las licencias de pesca que han elevado el nivel de vida de los 2000 habitantes de la islas; al cabo poco más o menos la cantidad de personas que habitan una manzana céntrica de Buenos Aires.

Se trataría en realidad de establecer en qué proporción cada país gozará de la extracción de petróleo y gas, que los propios británicos estiman en alrededor de 80 mil millones de barriles de petróleo o su equivalente calórico.

Malvinas: cruce diplomático

El gobierno protestó ante Londres por invasión de nuestro espacio aéreo. Gran Bretaña había entregando a Cancillería una nota de los consejeros kelpers, a quien la Argentina no reconoce como parte litigiosa.

La Argentina protestó en la víspera ante el reino Unido por la incursión de aviones ingleses sobre naves argentinas que pescaban en aguas propias. Fue una réplica inmediata: la embajada de ese país había depositado una hora antes en la Cancillería una nota firmada por los consejeros de las islas en la que sostienen que buques argentinos pescaban en aguas que consideran de su jurisdicción.

No es la primera vez que aviones con base en Malvinas efectúan sobrevuelos en aguas argentinas sobre naves de pesca de nuestra bandera. Ayer en el ministerio de Relaciones Exteriores trascendió que no se dejará pasar inadvertidas estas actitudes, apelando para ello a los carriles diplomáticos. De esta manera se confirma, nuevamente, que terminó la política de seducción inspirada por Guido Di Tella.

Durante la guerra el gobierno inglés impuso una zona de exclusión en torno al archipiélago, pero una vez finalizado el conflicto, en 1986 la revivió al establecer una zona de control de 200 millas que se superpone con la zona económica exclusiva argentina que, además. es aplicada por la mayoría de los países del mundo a partir de sus costas . De ahí que la encargada del área Malvinas de la cancillería, embajadora Susana Ruiz Cerrutti, en diálogo con el periodismo, dijera que aunque buques argentinos se internaran en aguas que los kelpers pretenden controlar, para el gobierno se trata de un espacio exclusivo de la Argentina.

Algunos analista estiman que en el fondo de la cuestión está el problema de la pesca. Otros, en cambio, creen que ello es parcialmente cierto y que, en definitiva, la puja diplomática apunta más lejos, a la explotación eventual de los yacimientos de hidrocarburos existentes en una parte de la cuenca austral marítima. Tanto Buenos Aires como Londres saben que el conflicto no llegará la situación de crisis y menos de un choque armado, pero estarían procurando consolidar posiciones para cuando llegue el momento de negociar algo más importante que las licencias de pesca que han elevado el nivel de vida de los 2000 habitantes de la islas; al cabo poco más o menos la cantidad de personas que habitan una manzana céntrica de Buenos Aires.

Se trataría en realidad de establecer en qué proporción cada país gozará de la extracción de petróleo y gas, que los propios británicos estiman en alrededor de 80 mil millones de barriles de petróleo o su equivalente calórico.

Malvinas: cruce diplomático

El gobierno protestó ante Londres por invasión de nuestro espacio aéreo. Gran Bretaña había entregando a Cancillería una nota de los consejeros kelpers, a quien la Argentina no reconoce como parte litigiosa.

La Argentina protestó en la víspera ante el reino Unido por la incursión de aviones ingleses sobre naves argentinas que pescaban en aguas propias. Fue una réplica inmediata: la embajada de ese país había depositado una hora antes en la Cancillería una nota firmada por los consejeros de las islas en la que sostienen que buques argentinos pescaban en aguas que consideran de su jurisdicción.

No es la primera vez que aviones con base en Malvinas efectúan sobrevuelos en aguas argentinas sobre naves de pesca de nuestra bandera. Ayer en el ministerio de Relaciones Exteriores trascendió que no se dejará pasar inadvertidas estas actitudes, apelando para ello a los carriles diplomáticos. De esta manera se confirma, nuevamente, que terminó la política de seducción inspirada por Guido Di Tella.

Durante la guerra el gobierno inglés impuso una zona de exclusión en torno al archipiélago, pero una vez finalizado el conflicto, en 1986 la revivió al establecer una zona de control de 200 millas que se superpone con la zona económica exclusiva argentina que, además. es aplicada por la mayoría de los países del mundo a partir de sus costas . De ahí que la encargada del área Malvinas de la cancillería, embajadora Susana Ruiz Cerrutti, en diálogo con el periodismo, dijera que aunque buques argentinos se internaran en aguas que los kelpers pretenden controlar, para el gobierno se trata de un espacio exclusivo de la Argentina.

Algunos analista estiman que en el fondo de la cuestión está el problema de la pesca. Otros, en cambio, creen que ello es parcialmente cierto y que, en definitiva, la puja diplomática apunta más lejos, a la explotación eventual de los yacimientos de hidrocarburos existentes en una parte de la cuenca austral marítima. Tanto Buenos Aires como Londres saben que el conflicto no llegará la situación de crisis y menos de un choque armado, pero estarían procurando consolidar posiciones para cuando llegue el momento de negociar algo más importante que las licencias de pesca que han elevado el nivel de vida de los 2000 habitantes de la islas; al cabo poco más o menos la cantidad de personas que habitan una manzana céntrica de Buenos Aires.

Se trataría en realidad de establecer en qué proporción cada país gozará de la extracción de petróleo y gas, que los propios británicos estiman en alrededor de 80 mil millones de barriles de petróleo o su equivalente calórico.

La Argentina protestó en la víspera ante el reino Unido por la incursión de aviones ingleses sobre naves argentinas que pescaban en aguas propias. Fue una réplica inmediata: la embajada de ese país había depositado una hora antes en la Cancillería una nota firmada por los consejeros de las islas en la que sostienen que buques argentinos pescaban en aguas que consideran de su jurisdicción.

No es la primera vez que aviones con base en Malvinas efectúan sobrevuelos en aguas argentinas sobre naves de pesca de nuestra bandera. Ayer en el ministerio de Relaciones Exteriores trascendió que no se dejará pasar inadvertidas estas actitudes, apelando para ello a los carriles diplomáticos. De esta manera se confirma, nuevamente, que terminó la política de seducción inspirada por Guido Di Tella.

Durante la guerra el gobierno inglés impuso una zona de exclusión en torno al archipiélago, pero una vez finalizado el conflicto, en 1986 la revivió al establecer una zona de control de 200 millas que se superpone con la zona económica exclusiva argentina que, además. es aplicada por la mayoría de los países del mundo a partir de sus costas . De ahí que la encargada del área Malvinas de la cancillería, embajadora Susana Ruiz Cerrutti, en diálogo con el periodismo, dijera que aunque buques argentinos se internaran en aguas que los kelpers pretenden controlar, para el gobierno se trata de un espacio exclusivo de la Argentina.

Algunos analista estiman que en el fondo de la cuestión está el problema de la pesca. Otros, en cambio, creen que ello es parcialmente cierto y que, en definitiva, la puja diplomática apunta más lejos, a la explotación eventual de los yacimientos de hidrocarburos existentes en una parte de la cuenca austral marítima. Tanto Buenos Aires como Londres saben que el conflicto no llegará la situación de crisis y menos de un choque armado, pero estarían procurando consolidar posiciones para cuando llegue el momento de negociar algo más importante que las licencias de pesca que han elevado el nivel de vida de los 2000 habitantes de la islas; al cabo poco más o menos la cantidad de personas que habitan una manzana céntrica de Buenos Aires.

Se trataría en realidad de establecer en qué proporción cada país gozará de la extracción de petróleo y gas, que los propios británicos estiman en alrededor de 80 mil millones de barriles de petróleo o su equivalente calórico.

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