Los desafíos económicos del nuevo gobierno

Ahora, con un presidente designado por el voto y gran parte de las variables estabilizadas se podrá ingresar en un período de mayor tranquilidad pero, siempre y cuando, el conductor pueda mantener el timón con firmeza.

15 mayo, 2003

La retirada de Carlos Menem de la contienda
electoral por la puerta más chica de la política, ató la economía
de los próximos tiempos a las capacidad de Néstor Kirchner de
tejer alianzas y acumular poder.

Los primeros pasos de la administración del santacruceño serán
vitales en ese proceso de acumulación, ante la supuesta anemia
política que causó la deserción del ex presidente.
La economía sorteó hasta aquí una etapa que puede considerarse
más frágil que la actual, bajo el mandato de un presidente que
nunca fue elegido por el pueblo, y que había perdido en forma
contundente en los comicios de 1999.

Ya este año se disputarán importante espacios de poder, con los
comicios de gobernadores, intendentes y legisladores. Más la
cruenta lucha interna que se dará en el justicialismo por lo
cargos partidarios.

Para aprovechar la ola positiva de los primeros cien días de
gestión, el nuevo gobierno comunicará rapidamente un serie de
medidas.

En primer término, tanto Kirchner como Lavagna quieren
desembarazarse del problema de las tarifas y la renegociación de
contratos con las empresa de servicios públicos, antes que sigan
avanzando los juicios contra el país que se sustancian en el
exterior.

En este marco esperan que sea el Congreso el que apruebe la
facultad para que el Poder Ejecutivo disponga del incremento
tarifario, trabado el último año por la Justicia.
Luego, hay un plan que se puede encuadrar en un
“neokeynesianismo” de activar la obra pública y el mercado interno
como motor del empleo y el crecimiento.

El futuro gobernante tiene la intención de conformar un
Ministerio de Obras Públicas, que nuclee a esta área, más Energía
y Transporte.

Si esto prospera tendrá que hacer equilibrio entre dos pesos
pesados, como Roberto Lavagna, quien perderá espacios de poder, y
el ministro de la Producción, Aníbal Fernández, quien tiene a su
cargo esas áreas en la cartera de la Producción.

Lavagna fue el as en la manga del presidente electo en el
último tramo de la campaña y Fernández trabajó tenazmente para
lograr el apoyo para Kirchner del PJ bonarense.

La posibilidad es que Lavagna se quede con sectores de la
cartera de la Producción, como Agricultura, Comercio y Minería, la
SEPyME y la Secretaría de Defensa de la Competencia.

Si ocurre esto, Fernández emigrará seguramente hacia otro cargo
en el naciente gobierno.

Kirchner y Lavagna analizaron las líneas de crédito que aún
falta recibir por parte del Banco Mundial, durante una reunión
realizada en la casa que el presidente electo tiene en el Barrio
Norte porteño.

También se acordó encontrar una solución definitiva para los
remates judiciales de vivienda única, un tema apretado entre el
torniquete del FMI y la angustia de los tenedores de crédito.
Con respecto al mercado interno, hay un proyecto en carpeta de
bajar el IVA para productos de primera necesidad, aunque aún no se
sabe cuándo podrá ser implementado.

Apenas Kirchner fue proclamado presidente electo, Lavagna
desempolvó una serie de proyectos que, siempre lo dijo, tenía
preparados para la próxima administración.

Entre ellos un proyecto de modificación de la ley de entidades
financieras, una reforma tributaria y cambios en la
coparticipación federal.

Según dijeron voceros cercanos al patagónico, se trabajará
ahora a toda máquina en estas iniciativas, con el fin de
fortalecer la tranquilidad de los mercados en la transición
política.

En ese marco, se prevé iniciar en los primeros días del mes que
viene, la nueva ronda de negociaciones con el FMI para la firma de
un nuevo acuerdo que reemplace al que vece en septiembre.
La intención de mínima es que el Fondo acepte la postergación
de vencimientos por unos 6.000 millones de dólares que operarán
entre septiembre y diciembre, y la de máxima es suscribir un
acuerdo a tres años de plazo.

En el Fondo Monetario ven con cierta incredulidad esa
posibilidad en una Argentina siempre imprevisible.
El equipo económico quiere también agilizar la renegociación de
la deuda externa con los tenedores privados de títulos, con el
objetivo de brindar síntomas de confianza a los mercados.
Este proceso permitiría el retorno de los capitales, el
fortalecimiento del sistema financiero y el posible regreso del
crédito en el país.

Toda una agenda de trabajo que le puede brindar al nuevo
gobierno la dosis de fortaleza necesaria y la posibilidad de
desactivar la bomba política que prendió el ex presidente Menem
con su decisión de no competir en la segunda vuelta electoral.

La retirada de Carlos Menem de la contienda
electoral por la puerta más chica de la política, ató la economía
de los próximos tiempos a las capacidad de Néstor Kirchner de
tejer alianzas y acumular poder.

Los primeros pasos de la administración del santacruceño serán
vitales en ese proceso de acumulación, ante la supuesta anemia
política que causó la deserción del ex presidente.
La economía sorteó hasta aquí una etapa que puede considerarse
más frágil que la actual, bajo el mandato de un presidente que
nunca fue elegido por el pueblo, y que había perdido en forma
contundente en los comicios de 1999.

Ya este año se disputarán importante espacios de poder, con los
comicios de gobernadores, intendentes y legisladores. Más la
cruenta lucha interna que se dará en el justicialismo por lo
cargos partidarios.

Para aprovechar la ola positiva de los primeros cien días de
gestión, el nuevo gobierno comunicará rapidamente un serie de
medidas.

En primer término, tanto Kirchner como Lavagna quieren
desembarazarse del problema de las tarifas y la renegociación de
contratos con las empresa de servicios públicos, antes que sigan
avanzando los juicios contra el país que se sustancian en el
exterior.

En este marco esperan que sea el Congreso el que apruebe la
facultad para que el Poder Ejecutivo disponga del incremento
tarifario, trabado el último año por la Justicia.
Luego, hay un plan que se puede encuadrar en un
“neokeynesianismo” de activar la obra pública y el mercado interno
como motor del empleo y el crecimiento.

El futuro gobernante tiene la intención de conformar un
Ministerio de Obras Públicas, que nuclee a esta área, más Energía
y Transporte.

Si esto prospera tendrá que hacer equilibrio entre dos pesos
pesados, como Roberto Lavagna, quien perderá espacios de poder, y
el ministro de la Producción, Aníbal Fernández, quien tiene a su
cargo esas áreas en la cartera de la Producción.

Lavagna fue el as en la manga del presidente electo en el
último tramo de la campaña y Fernández trabajó tenazmente para
lograr el apoyo para Kirchner del PJ bonarense.

La posibilidad es que Lavagna se quede con sectores de la
cartera de la Producción, como Agricultura, Comercio y Minería, la
SEPyME y la Secretaría de Defensa de la Competencia.

Si ocurre esto, Fernández emigrará seguramente hacia otro cargo
en el naciente gobierno.

Kirchner y Lavagna analizaron las líneas de crédito que aún
falta recibir por parte del Banco Mundial, durante una reunión
realizada en la casa que el presidente electo tiene en el Barrio
Norte porteño.

También se acordó encontrar una solución definitiva para los
remates judiciales de vivienda única, un tema apretado entre el
torniquete del FMI y la angustia de los tenedores de crédito.
Con respecto al mercado interno, hay un proyecto en carpeta de
bajar el IVA para productos de primera necesidad, aunque aún no se
sabe cuándo podrá ser implementado.

Apenas Kirchner fue proclamado presidente electo, Lavagna
desempolvó una serie de proyectos que, siempre lo dijo, tenía
preparados para la próxima administración.

Entre ellos un proyecto de modificación de la ley de entidades
financieras, una reforma tributaria y cambios en la
coparticipación federal.

Según dijeron voceros cercanos al patagónico, se trabajará
ahora a toda máquina en estas iniciativas, con el fin de
fortalecer la tranquilidad de los mercados en la transición
política.

En ese marco, se prevé iniciar en los primeros días del mes que
viene, la nueva ronda de negociaciones con el FMI para la firma de
un nuevo acuerdo que reemplace al que vece en septiembre.
La intención de mínima es que el Fondo acepte la postergación
de vencimientos por unos 6.000 millones de dólares que operarán
entre septiembre y diciembre, y la de máxima es suscribir un
acuerdo a tres años de plazo.

En el Fondo Monetario ven con cierta incredulidad esa
posibilidad en una Argentina siempre imprevisible.
El equipo económico quiere también agilizar la renegociación de
la deuda externa con los tenedores privados de títulos, con el
objetivo de brindar síntomas de confianza a los mercados.
Este proceso permitiría el retorno de los capitales, el
fortalecimiento del sistema financiero y el posible regreso del
crédito en el país.

Toda una agenda de trabajo que le puede brindar al nuevo
gobierno la dosis de fortaleza necesaria y la posibilidad de
desactivar la bomba política que prendió el ex presidente Menem
con su decisión de no competir en la segunda vuelta electoral.

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