Los alquileres saltaron del gasto popular medio que trae el nuevo índice del Indec

La “canasta Moreno”, que está delineando el Indec para reemplazar al índice de precios al consumidor, estará terminada y lista para ser aplicada en cuanto el alza anual de la inflación “cierre” en 7,7 %. Los alquileres saldrán de la ponderación.

18 febrero, 2008

El secretario de Comercio instruyó a la jefa del organismo, Beatriz Paglieri,
para que desde hoy los encuestadores circunscriban sus visitas a supermercados
y locales en los que se expendan únicamente alimentos, aunque al cierre
de esta edición no se sabía cuál será la reacción
de sus superiores cuando traigan los valores de las frutas las verduras tomados
en los locales que se dedican nada más que a ese rubro.

De todos modos, los supermercadistas hacen llegar a la repartición de
la avenida Julio A. Roca las planillas semanales con las variaciones que aplican.
La política de ofertas de estos grandes almacenes, que constan de productos
que suben y bajan interactuando con los descuentos a las tarjetas, determina
que el informe se haga con promedios, a satisfacción del cancerbero oficial
de la inflación.

La línea de corte para medir la evolución de los precios son
los consumos de la denominada “clase media-baja”, por lo que ya la
tijera dejó afuera las cuotas de los colegios privados, las prepagas
y el turismo internacional, o sea, no incidirán en la inflación.

Pero, sorpresivamente, el celo estadístico de Moreno borra también
a los alquileres de la ponderación, por más que no sea un gasto
privativo de los sectores populares medios-altos, sino más bien todo
lo contrario.

Resulta que en 2007 los alquileres para vivienda registraron subas de 60 %,
aunque la ponderación oficial reconoció 20,3 %, pero como su incidencia
en el índice es la misma que la de la carne, 4,495 %, se erigieron en
un factor autónomo de presión a esta política antiinflacionaria
en la que se cuenta hasta cada décima para promediar hacia abajo.

Un punto extra

O sea que el año pasado los alquileres le obsequiaron a Moreno un punto
de inflación por sí solos, lo que lo llevó a empuñar
su lápiz rojo pese a las recomendaciones de los técnicos de dejarlos
como estaban porque reflejaban la evolución de los contratos ya renovados.

Sucedió que en 2007 se vencieron muchos que traían más
de dos años de antigüedad y, por lo tanto, venían con muy
poco movimiento. Los nuevos pegaron el salto: estadístico para Moreno
y oneroso para los inquilinos.

Fue la consecuencia del fracaso de los planes crediticios anunciados por el
gobierno para acceder a la vivienda propia. El Banco Nación dio de baja
la línea lanzada el año pasado y saca ahora otra más flexible
pero de menores plazos, a la que no cualquier sobre de sueldo tendrá
acceso.

En la anterior se otorgaba varias veces el valor del alquiler, pero eso no
alcanzaba para comprar una casa: el interesado debía tener en mano, para
acceder a una vivienda, un monto equivalente al dinero que le daba el crédito.

Según datos de la Unión Argentina de Inquilinos (UAI), aproximadamente
existen 1,7 millones de viviendas alquiladas en el país, de las cuales
unas 430 mil se encuentran en Capital Federal y Gran Buenos Aires.

“Se le está exigiendo a una familia un ingreso de al menos 5.000
pesos para acceder a un crédito que permita comprar una casa más
o menos digna. Y la gran mayoría no puede cumplir ese requisito”,
declaró Radamés Marini, y agregó: “La situación
está descontrolada: estamos registrando un aumento en los alquileres,
que alcanza el 100%”.

Seguros

Tampoco entra en el esquema del secretario de Comercio las alzas de las renovaciones
de las pólizas de seguros de los vehículos, que van de 30 hasta
50%, siendo más acentuadas para los autos viejos. Las compañías
aún no informaron del incremento con los dos meses de antelación
que marca la ley, con lo que no se computan.

Las aseguradoras atribuyen los aumentos a la inflación, al incremento
de los accidentes de tránsito, el aumento de las reparaciones y repuestos
de los autos y los robos.

Este es uno de los ejemplos más ilustrativos del desfase en las mediciones
de precios, ya que el porcentaje no sólo engloba el IPC, sino las alteraciones
específicas a la actividad que tuvieron los valores.

Algo similar ocurre con la negociación salarial que encaran los gremios
en el marco de los convenios laborales. En ningún caso, las conversaciones
se rigen por la pauta oficial, sino que se apoyan en las estimaciones privadas
de inflación.

Al final, la alusión que realizara el líder de la CGT, Hugo Moyano,
a que se tendrían en cuenta los precios de los supermercados para medir
el salario fue un gesto a favor de la acción que viene desplegando Moreno
desde el INdEC: recostarse en este macro sector comercial, al que llega como
a ningún otro, para establecer un nivel testigo de inflación.

El funcionario dialoga directamente con las cúpulas de estas gigantescas
organizaciones y de esa fuente le llegan a su escritorio las ponderaciones de
precios relacionados con el hogar.

En el resto del arco empresario miran con recelo la relación entre el
secretario de Comercio y los supermercadistas, a quienes consideran privilegiados
en el marco de la política de precios.

El secretario de Comercio instruyó a la jefa del organismo, Beatriz Paglieri,
para que desde hoy los encuestadores circunscriban sus visitas a supermercados
y locales en los que se expendan únicamente alimentos, aunque al cierre
de esta edición no se sabía cuál será la reacción
de sus superiores cuando traigan los valores de las frutas las verduras tomados
en los locales que se dedican nada más que a ese rubro.

De todos modos, los supermercadistas hacen llegar a la repartición de
la avenida Julio A. Roca las planillas semanales con las variaciones que aplican.
La política de ofertas de estos grandes almacenes, que constan de productos
que suben y bajan interactuando con los descuentos a las tarjetas, determina
que el informe se haga con promedios, a satisfacción del cancerbero oficial
de la inflación.

La línea de corte para medir la evolución de los precios son
los consumos de la denominada “clase media-baja”, por lo que ya la
tijera dejó afuera las cuotas de los colegios privados, las prepagas
y el turismo internacional, o sea, no incidirán en la inflación.

Pero, sorpresivamente, el celo estadístico de Moreno borra también
a los alquileres de la ponderación, por más que no sea un gasto
privativo de los sectores populares medios-altos, sino más bien todo
lo contrario.

Resulta que en 2007 los alquileres para vivienda registraron subas de 60 %,
aunque la ponderación oficial reconoció 20,3 %, pero como su incidencia
en el índice es la misma que la de la carne, 4,495 %, se erigieron en
un factor autónomo de presión a esta política antiinflacionaria
en la que se cuenta hasta cada décima para promediar hacia abajo.

Un punto extra

O sea que el año pasado los alquileres le obsequiaron a Moreno un punto
de inflación por sí solos, lo que lo llevó a empuñar
su lápiz rojo pese a las recomendaciones de los técnicos de dejarlos
como estaban porque reflejaban la evolución de los contratos ya renovados.

Sucedió que en 2007 se vencieron muchos que traían más
de dos años de antigüedad y, por lo tanto, venían con muy
poco movimiento. Los nuevos pegaron el salto: estadístico para Moreno
y oneroso para los inquilinos.

Fue la consecuencia del fracaso de los planes crediticios anunciados por el
gobierno para acceder a la vivienda propia. El Banco Nación dio de baja
la línea lanzada el año pasado y saca ahora otra más flexible
pero de menores plazos, a la que no cualquier sobre de sueldo tendrá
acceso.

En la anterior se otorgaba varias veces el valor del alquiler, pero eso no
alcanzaba para comprar una casa: el interesado debía tener en mano, para
acceder a una vivienda, un monto equivalente al dinero que le daba el crédito.

Según datos de la Unión Argentina de Inquilinos (UAI), aproximadamente
existen 1,7 millones de viviendas alquiladas en el país, de las cuales
unas 430 mil se encuentran en Capital Federal y Gran Buenos Aires.

“Se le está exigiendo a una familia un ingreso de al menos 5.000
pesos para acceder a un crédito que permita comprar una casa más
o menos digna. Y la gran mayoría no puede cumplir ese requisito”,
declaró Radamés Marini, y agregó: “La situación
está descontrolada: estamos registrando un aumento en los alquileres,
que alcanza el 100%”.

Seguros

Tampoco entra en el esquema del secretario de Comercio las alzas de las renovaciones
de las pólizas de seguros de los vehículos, que van de 30 hasta
50%, siendo más acentuadas para los autos viejos. Las compañías
aún no informaron del incremento con los dos meses de antelación
que marca la ley, con lo que no se computan.

Las aseguradoras atribuyen los aumentos a la inflación, al incremento
de los accidentes de tránsito, el aumento de las reparaciones y repuestos
de los autos y los robos.

Este es uno de los ejemplos más ilustrativos del desfase en las mediciones
de precios, ya que el porcentaje no sólo engloba el IPC, sino las alteraciones
específicas a la actividad que tuvieron los valores.

Algo similar ocurre con la negociación salarial que encaran los gremios
en el marco de los convenios laborales. En ningún caso, las conversaciones
se rigen por la pauta oficial, sino que se apoyan en las estimaciones privadas
de inflación.

Al final, la alusión que realizara el líder de la CGT, Hugo Moyano,
a que se tendrían en cuenta los precios de los supermercados para medir
el salario fue un gesto a favor de la acción que viene desplegando Moreno
desde el INdEC: recostarse en este macro sector comercial, al que llega como
a ningún otro, para establecer un nivel testigo de inflación.

El funcionario dialoga directamente con las cúpulas de estas gigantescas
organizaciones y de esa fuente le llegan a su escritorio las ponderaciones de
precios relacionados con el hogar.

En el resto del arco empresario miran con recelo la relación entre el
secretario de Comercio y los supermercadistas, a quienes consideran privilegiados
en el marco de la política de precios.

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