Ley laboral: ¿toma y daca?

Qué hay detrás de la fracasada sesión de Diputados en la que se debía tratar la nueva legislación.

5 mayo, 2000

Los diputados de la Alianza bloquearon la sesión del jueves, que debía aprobar las reformas de la legislación laboral de acuerdo a los deseos del presidente de la República y la solicitud del FMI.

Las explicaciones del presidente del bloque oficialista no convencieron. Darío Alessandro argumentó que debido a “las endebles acusaciones del justicialismo” –este sector sostuvo que la Alianza fraguó el quórum original– no existían las condiciones propicias para tratar la sanción.

La réplica no se hizo esperar. Sus adversarios aseguraron que a pocas horas de las elecciones del domingo 7, el oficialismo no se podía arriesgar a mostrarse incapaz de sancionar una ley que el Ejecutivo considera clave para su accionar.

Nunca faltan suspicaces. Algunos analistas creen advertir un juego convenido para distraer a la opinión pública y obtener, cada parte, su tajada de beneficios. La Alianza estaba en condiciones de lograr quórum con el apoyo de sus aliados parlamentarios.

El justicialismo fingiría una protesta vehemente contra los cambios a las leyes laborales y se abstendría de concurrir al recinto. Esa ausencia permitiría al gobierno que sus diputados lograran fácilmente los dos tercios de los votos presentes y, de esa manera, sortear los cambios introducidos por el Senado.

Como moneda de cambio, se facilitarían las cosas para que los senadores peronistas pudieran ratificar oportunamente la sanción del proyecto de ley que instituye un aumento de $ l70 millones en el presupuesto del Plan Trabajar. Algo que no verían con malos ojos hasta gobernadores de la Alianza acosados por conflictos sociales.

Los diputados de la Alianza bloquearon la sesión del jueves, que debía aprobar las reformas de la legislación laboral de acuerdo a los deseos del presidente de la República y la solicitud del FMI.

Las explicaciones del presidente del bloque oficialista no convencieron. Darío Alessandro argumentó que debido a “las endebles acusaciones del justicialismo” –este sector sostuvo que la Alianza fraguó el quórum original– no existían las condiciones propicias para tratar la sanción.

La réplica no se hizo esperar. Sus adversarios aseguraron que a pocas horas de las elecciones del domingo 7, el oficialismo no se podía arriesgar a mostrarse incapaz de sancionar una ley que el Ejecutivo considera clave para su accionar.

Nunca faltan suspicaces. Algunos analistas creen advertir un juego convenido para distraer a la opinión pública y obtener, cada parte, su tajada de beneficios. La Alianza estaba en condiciones de lograr quórum con el apoyo de sus aliados parlamentarios.

El justicialismo fingiría una protesta vehemente contra los cambios a las leyes laborales y se abstendría de concurrir al recinto. Esa ausencia permitiría al gobierno que sus diputados lograran fácilmente los dos tercios de los votos presentes y, de esa manera, sortear los cambios introducidos por el Senado.

Como moneda de cambio, se facilitarían las cosas para que los senadores peronistas pudieran ratificar oportunamente la sanción del proyecto de ley que instituye un aumento de $ l70 millones en el presupuesto del Plan Trabajar. Algo que no verían con malos ojos hasta gobernadores de la Alianza acosados por conflictos sociales.

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