En Boca ratón, a Roberto Lavagna su colega francés le aconsejó: “Mantengan un diálogo constructivo con los acreedores, con vistas la restructuración de la deuda”. En Buenos Aires, eso fue interpretado –el domingo- por analistas locales como “clara exhortación” a reducir la quita de 75% sobre el capital, propuesta por Argentina.
Dos días antes, un “lobby” de negocios privados, el Institute for International Finance, empezó a desplegar artillería de prensa y a mover influencias. En realidad, el fallo de Maryland afectaba sólo cuatro depósitos militares, que no valen ni tres millones de dólares. La medida cautelar respondía a la demanda de NML Capital, un fondo que administra bonos –en cese de pagos- de tenedores argentinos. El veredicto es simbólico, siendo el primero que alcanza bienes públicos argentinos en el exterior.
Respecto de las negociaciones en sí, Lavagna reiteró que “se mantiene la propuesta de quita por 75%. No existe plan alternativo. Sólo hay otro esfuerzo para recomponer el sindicato de bancos”. Si no resultan, de propondrá otro esquema de negociación”. Por supuesto, el gobierno ha apelado la decisión judicial en Maryland. “El juez demostró que hay bienes embargables. La única manera de protegerse será que Argentina se cierre como Cuba” sostuvo Guillermo Gleizer, abogado de bonistas litigantes en Nueva York.
Este lenguaje o ciertos desatinos publicados en Buenos Aires dejan translucir una campaña sobreactuada. Uno de los dislates, inspirado por un banquero menemista con causas en la justicia, anunciaba el viernes la renuncia de Néstor Kirchner. Pero el mismo suelto –maquillado el lunes- “anunciaba” que el presidente reemplazaría a Lavagna en las negociaciones financieras.
Por su parte, Eugenio Bruno -experto en insolvencias soberanas- formuló una reflexión a un matutino porteño. “Argentina le dijo al juez Thomas Griesa que no tiene activos embargables. A los inhibidos (en Maryland) los considera bienes públicos inembargables”. Pero, recuerda el letrado, el país “renunció a este tipo de protección, ofrecida por las leyes norteamericanas, mediante cláusulas incluidas en bonos globales y eurobonos”. Se refiere a emisiones hechas entre 1991 y 2000, “blindajes” del FMI mediante.
Mientras, lo de “idiotas útiles”, que saca de las casillas a los voceros de la banca acreedora, ha sido en cierto modo convalidado por el “Financial Times”. Como lo señala Carlos P.Blaquier (Ledesma), “no fueron idiotas, sino que se pasaron de vivos. Creyeron que podían colocar dinero a tasas usurarias sin correr riesgos y así les fue”.
El empresario citó un comentario editorial del FT, según el cual “ningún comprador de bonos emitidos por un gobierno que, en varias oportunidades, no logró mantener equilibrios presupuestarios, debiera quejarse cuando la apuesta se torna amarga. Esos inversores tendrán grandes pérdidas y se las merecerán”.
Queda por aclarar que la censura original provino de Joseph Stiglitz., Nobel económico 2001. Involucraba, además, bancas y firmas de valores que colocaban esos papeles sin advertirle al público sobre sus riesgos subyacentes. Tampoco lo hacía el FMI, promotor de ese endeudamiento.
En este plano, Cavallo mismo podría exponerse a demandas, porque tampoco admitió que Argentina estaba endeudándose para mantener la burbuja apoyada en un dólar subvaluado al extremo. En 1992/3, economistas como Eduardo Conessa y Adolfo Buscaglia demostraron ya que el valor real del dólar no era un peso, sino el doble.
Por su parte, el G-7 en efecto aplicó nuevas presiones, inspiradas por EE.UU, pero sobre China. Los aliados de Washington en el grupo insisten con que Beijing haga subir el yüan ante el dólar. También en este caso hay una poco sutil campaña de opinión: ex apóstoles del modelo chino de “mercado sin democracia” se dedican ahora a exaltar el “ejemplo brasileño”.
En Boca ratón, a Roberto Lavagna su colega francés le aconsejó: “Mantengan un diálogo constructivo con los acreedores, con vistas la restructuración de la deuda”. En Buenos Aires, eso fue interpretado –el domingo- por analistas locales como “clara exhortación” a reducir la quita de 75% sobre el capital, propuesta por Argentina.
Dos días antes, un “lobby” de negocios privados, el Institute for International Finance, empezó a desplegar artillería de prensa y a mover influencias. En realidad, el fallo de Maryland afectaba sólo cuatro depósitos militares, que no valen ni tres millones de dólares. La medida cautelar respondía a la demanda de NML Capital, un fondo que administra bonos –en cese de pagos- de tenedores argentinos. El veredicto es simbólico, siendo el primero que alcanza bienes públicos argentinos en el exterior.
Respecto de las negociaciones en sí, Lavagna reiteró que “se mantiene la propuesta de quita por 75%. No existe plan alternativo. Sólo hay otro esfuerzo para recomponer el sindicato de bancos”. Si no resultan, de propondrá otro esquema de negociación”. Por supuesto, el gobierno ha apelado la decisión judicial en Maryland. “El juez demostró que hay bienes embargables. La única manera de protegerse será que Argentina se cierre como Cuba” sostuvo Guillermo Gleizer, abogado de bonistas litigantes en Nueva York.
Este lenguaje o ciertos desatinos publicados en Buenos Aires dejan translucir una campaña sobreactuada. Uno de los dislates, inspirado por un banquero menemista con causas en la justicia, anunciaba el viernes la renuncia de Néstor Kirchner. Pero el mismo suelto –maquillado el lunes- “anunciaba” que el presidente reemplazaría a Lavagna en las negociaciones financieras.
Por su parte, Eugenio Bruno -experto en insolvencias soberanas- formuló una reflexión a un matutino porteño. “Argentina le dijo al juez Thomas Griesa que no tiene activos embargables. A los inhibidos (en Maryland) los considera bienes públicos inembargables”. Pero, recuerda el letrado, el país “renunció a este tipo de protección, ofrecida por las leyes norteamericanas, mediante cláusulas incluidas en bonos globales y eurobonos”. Se refiere a emisiones hechas entre 1991 y 2000, “blindajes” del FMI mediante.
Mientras, lo de “idiotas útiles”, que saca de las casillas a los voceros de la banca acreedora, ha sido en cierto modo convalidado por el “Financial Times”. Como lo señala Carlos P.Blaquier (Ledesma), “no fueron idiotas, sino que se pasaron de vivos. Creyeron que podían colocar dinero a tasas usurarias sin correr riesgos y así les fue”.
El empresario citó un comentario editorial del FT, según el cual “ningún comprador de bonos emitidos por un gobierno que, en varias oportunidades, no logró mantener equilibrios presupuestarios, debiera quejarse cuando la apuesta se torna amarga. Esos inversores tendrán grandes pérdidas y se las merecerán”.
Queda por aclarar que la censura original provino de Joseph Stiglitz., Nobel económico 2001. Involucraba, además, bancas y firmas de valores que colocaban esos papeles sin advertirle al público sobre sus riesgos subyacentes. Tampoco lo hacía el FMI, promotor de ese endeudamiento.
En este plano, Cavallo mismo podría exponerse a demandas, porque tampoco admitió que Argentina estaba endeudándose para mantener la burbuja apoyada en un dólar subvaluado al extremo. En 1992/3, economistas como Eduardo Conessa y Adolfo Buscaglia demostraron ya que el valor real del dólar no era un peso, sino el doble.
Por su parte, el G-7 en efecto aplicó nuevas presiones, inspiradas por EE.UU, pero sobre China. Los aliados de Washington en el grupo insisten con que Beijing haga subir el yüan ante el dólar. También en este caso hay una poco sutil campaña de opinión: ex apóstoles del modelo chino de “mercado sin democracia” se dedican ahora a exaltar el “ejemplo brasileño”.