La segunda ola impactó en la actividad de abril

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En abril, el Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) creció 28,3% respecto al mismo mes del año pasado, acumulando una suba de 8,2% i.a. en el primer cuatrimestre del 2021.

En este sentido, hay que tener en cuenta que en abril de 2020 la economía se había deteriorado un 25% i.a., producto de la primera respuesta de gobierno a la pandemia. De esta forma, había marcado el piso de la crisis y dejado una base de comparación excesivamente baja. En consecuencia, sus números son poco representativos: al comparar con abril de 2019, se observa que el nivel de actividad se encontró un 4,4% por debajo.

Por otro lado – explica el último informe de la consultora Ecolatina -, la economía cayó un 1,2% respecto de marzo 2021, acumulando tres meses consecutivos de contracción desestacionalizada. Como resultado, la actividad avanzó solo 0,5% en el primer cuatrimestre de 2021 -y todo concentrado en enero-. De esta manera, se verifica cómo el crecimiento de este año será más efecto de arrastre estadístico (+6%) que una mejora genuina, explicada por un buen desempeño económico.

El interior de la economía real

A nivel sectorial, tanto los Bienes (+28,5% i.a.) como los Servicios (+25,8% i.a.) mostraron un avance importante en términos interanuales, al ser contrastados con el piso de la crisis. De todas maneras, al comparar con meses anteriores a la pandemia los números dejan de ser tan alentadores: la producción de Bienes se mantuvo en niveles similares a la pre-pandemia (+0,3%), pero un 5,2% por debajo que abril de 2019.

Por su parte, los Servicios se ubicaron por debajo de ambos periodos (-11,7% y -5,4%, respectivamente), marcando que el rebote no sólo tiene vaivenes, sino que también es heterogéneo.

Hoteles y restaurantes siguen siendo una de las ramas de actividad más afectadas respecto de 2019, marcando una caída mayor al 50% desde entonces. En la misma línea, Servicios y sociales y de salud retrocedió 30%, y transporte, 9%. Las restricciones directas a la oferta explican esta dinámica dispar.

Del otro lado, la Industria manufacturera marca un avance de 2,2% respecto de 2019, en tanto el Comercio mayorista y minorista saltó 5,1% en relación con el último año de la gestión Cambiemos. Estas ramas, creadoras de empleo formal y de alta incidencia sobre el PBI, están liderando la mejora.

Lo que resta del año 

Durante mayo y junio, la actividad económica habría seguido condicionada por el incremento de contagios y las restricciones sanitarias. Si bien éstas fueron más focalizadas que en 2020, inevitablemente impactaron sobre la producción.

En este sentido, las ramas de mayor trabajo nocturno -Hoteles, restaurantes y esparcimiento-, se mantuvieron en niveles muy inferiores a los de la pre-pandemia. Por otro lado, la producción de bienes estuvo menos afectada, pero no exenta: en la medida que hubo contagio de personal, muchas industrias se vieron obligadas a cerrar sus plantas temporalmente y determinadas obras se vieron pospuestas. Las limitaciones a la oferta, en estos casos, llegaron más por decisión de las empresas que del Poder Ejecutivo.

En este sentido, se espera que el impacto de la segunda ola se haya traducido en un retroceso desestacionalizado de la actividad en el periodo abril-junio. Sin embargo, en la segunda parte del año, la economía se recuperaría tanto de manera desestacionalizada como interanual: el mayor ritmo de vacunación y la baja de contagios por el calor permitirían menores restricciones en comparación a los meses previos. Además, la desaceleración de la inflación en un contexto de reapertura de paritarias sería el principal mecanismo para que el consumo muestre un crecimiento en la previa electoral.

La mejora del poder adquisitivo de los hogares, en el margen, y la recuperación del nivel de empleo ayudaría a impulsar a determinadas ramas industriales y de comercio. A su vez, el incremento de la obra pública y la falta de alternativas de ahorro que deja el cepo serán un motor para el rebote de la construcción y la inversión. Por último, el sector agropecuario se mantendría en terreno positivo en un contexto de mayor demanda de China y el sudeste asiático.

Para cerrar, hay que tener en cuenta que, si la actividad se mantuviera inalterada en lo que resta del año, el PBI crecería poco menos de 7% en el promedio de 2021. Teniendo en cuenta que en mayo-junio se podrían observar nuevas caídas desestacionalizadas, producto de la segunda ola de Coronavirus y sus mayores restricciones, es probable que el número final termine por debajo de este “arrastre” actualizado. No obstante, dado que a partir de la segunda parte del año se recuperaría el terreno cedido, se estima que el crecimiento para 2021 se ubicará por encima del 6%. El desafío quedará para 2022: habrá que ver si será posible extender la recuperación de los últimos meses de este año con presiones cambiarias e inflacionarias que podrían reavivarse luego de las elecciones.

 

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