La injusta distribución no es negocio

Una vez más George Soros levantó su voz para criticar diversos aspectos del sistema de globalización. Otros participantes dijeron que la injusticia distributiva a la larga no es negocio.

3 febrero, 2001

No es la primera vez que George Soros proclama la necesidad de poner fin a la injusticia distributiva que impera en la economía mundial.

En el Foro de Davos legitimó las protestas que se sucedieron a partir de la fracasada reunión de la Organización Mundial de Comercio de Seattle, en 1999 y se convirtió en uno de los sostenedores de que la pobreza extrema, la marginación social, el hambre, la educación y la salud se convirtieran en uno de los debates más profundos.

“No podemos separar la riqueza de su distribución; la riqueza no es un pastel que no cambia nunca de formato”— sostuvo—y agregó que “en realidad, las reglas de juego internacionales son injustas e impuestas por el centro privilegiado a costa de la situación de la periferia”.

Soros señaló que en la última década se registró una extrema movilidad del capital financiero, con la modalidad de que confluyó en el centro del sistema y de que éste es el que decide cuánto de esa flujo se dirige hacia la periferia.

Mientras las organizaciones no gubernamentales y entidades opositoras a la globalización fueron sometidas a una dura represión por las fuerzas de seguridad suizas, en el Foro se alzaron diversas voces de economistas, analistas y empresarios que en apretado resumen adujeron que la injusticia distributiva no es negocio, porque afectará a mediano plazo la rentabilidad de las empresas.

La conclusión a la que arribaron muchos de los participantes es que no resulta posible ignorar a las organizaciones no gubernamentales; por el contrario, es necesario entable el diálogo con ellas y repensar el futuro.

No es la primera vez que George Soros proclama la necesidad de poner fin a la injusticia distributiva que impera en la economía mundial.

En el Foro de Davos legitimó las protestas que se sucedieron a partir de la fracasada reunión de la Organización Mundial de Comercio de Seattle, en 1999 y se convirtió en uno de los sostenedores de que la pobreza extrema, la marginación social, el hambre, la educación y la salud se convirtieran en uno de los debates más profundos.

“No podemos separar la riqueza de su distribución; la riqueza no es un pastel que no cambia nunca de formato”— sostuvo—y agregó que “en realidad, las reglas de juego internacionales son injustas e impuestas por el centro privilegiado a costa de la situación de la periferia”.

Soros señaló que en la última década se registró una extrema movilidad del capital financiero, con la modalidad de que confluyó en el centro del sistema y de que éste es el que decide cuánto de esa flujo se dirige hacia la periferia.

Mientras las organizaciones no gubernamentales y entidades opositoras a la globalización fueron sometidas a una dura represión por las fuerzas de seguridad suizas, en el Foro se alzaron diversas voces de economistas, analistas y empresarios que en apretado resumen adujeron que la injusticia distributiva no es negocio, porque afectará a mediano plazo la rentabilidad de las empresas.

La conclusión a la que arribaron muchos de los participantes es que no resulta posible ignorar a las organizaciones no gubernamentales; por el contrario, es necesario entable el diálogo con ellas y repensar el futuro.

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