La crisis griega anticipa el postrer adiós a Maastricht

En nombre de nuevas reglas financieras para la Eurozona, Bruselas quizá deje atrás aquel imposible “pacto de estabilidad” que lleva dieciocho años de escasos éxitos y muchos fracasos. En rigor, era un instrumento del Bundesbank y su rígida tecnocracia.

12 mayo, 2010

<p>La clave reside en un regalo griego al rev&eacute;s &ndash;la crisis- y se cifra en extender controles hasta ahora centrados en la relaci&oacute;n d&eacute;ficit fiscal-producto bruto interno. Ah&iacute; radicaba el imposible: mantener un cors&eacute; de 3% que muy pocas veces sirvi&oacute; a su prop&oacute;sito (poner en orden las cuentas nacionales).<br />
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Ese techo produjo dos efectos perversos, pero caros al monetarismo del Bundesbank, el Banco Central Europeo o funcionarios estables tipo Jos&eacute; Manoel Dur&#7853;o Barroso (comisi&oacute;n europea), Jean-Claude Trichet (BCE) y Jean-Claude Juncker (Eurogrupo). El primero, convertir en infractores a pa&iacute;ses como Alemania, Francia o Italia. El segundo, impedir el ingreso a la moneda com&uacute;n de once miembros de la propia Uni&oacute;n Europea y darle un pretexto de oro al aislacionismo de Gran Breta&ntilde;a (libra) o Suecia (corona).<br />
Entonces, en lugar del esquivo 3%, desde 2011 los t&eacute;cnicos de Bruselas y Fr&aacute;ncfort quieren privilegiar otro par&aacute;metro: 60% en la relaci&oacute;n entre PBI y deuda p&uacute;blica. Por supuesto, nada est&aacute; todav&iacute;a muy claro. Por ejemplo, la relaci&oacute;n en 2009 era asaz empinada en Italia (115%), B&eacute;lgica (96,7%), Francia (77,6%), Alemania (73,2%) y, claro, Grecia (115,3%).<br />
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Pero los campeones de la rigidez &ndash;Barroso, Trichet, Juncker- insistir&aacute;n hasta el fin en privilegiar aquel m&iacute;tico 3%. No ser&aacute; f&aacute;cil, m&aacute;xime si el rescate heleno encuentra tropiezos, un riesgo que explica el enfriamiento de los mercados especulativos. Adem&aacute;s, ni siquiera los ortodoxos se ven seguros. Por ejemplo, en materia de sanciones: parecen efectivos disuasores, pero sus mecanismos actuales son lentos y no sirven para eludir riesgos sist&eacute;micos.<br />
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En verdad, Barroso, Trichet o Juncker persisten en crear &ldquo;mecanismos para afrontar situaciones excepcionales&rdquo;. Por una parte, si Grecia es el ejemplo t&iacute;pico, subsiste el peligro de que su rescate no funcione, frustre el auxilio por &euro; 110.000 millones y congele el megapaquete colectivo de 750.000 millones. Por la otra, Portugal, Irlanda y Espa&ntilde;a podr&iacute;an seguir. En este &uacute;ltimo caso, hay factores sociales (desempleo en el record de 20,5% ), nunca tenidos en cuenta por Maastricht, y pol&iacute;ticos: no es casual que Jos&eacute; Luis Rodr&iacute;guez Zapatero llame por tel&eacute;fono a Barack Obama, no a la comisi&oacute;n europea ni al BCE.&nbsp; <br />
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