La CIA espió durante décadas a gobiernos de enemigos y también de aliados

Lo hizo comprando una empresa que vendía sistemas “seguros” de encriptación.

12 febrero, 2020

Se trata de uno de los secretos mejor guardados de la Guerra Fría que sale a la luz gracias a un trabajo conjunto entre el Washington Post y la cadena alemana de televisión ZDF (Zweites Deutsches Fernsehen).

La operación está explicada ampliamente en un documento obtenido por el diario norteamericano y la televisión alemana en un proyecto conjunto.

 

Así arranca el relato del Washington Post:

“Durante más de medio siglo los gobiernos de todo el mundo confiaron en una sola compañía para mantener en secreto las comunicaciones de sus espías, soldados y diplomáticos. Esa compañía, Crypto AG, había dado su primer gran golpe con un contrato para fabricar una máquina decodificadora para las tropas norteamericanas durante la segunda guerra mundial. Forrada de dinero, se convirtió durante los años siguientes la empresa dominante en fabricación de dispositivos de codificación, pasando de la tecnología de engranajes mecánicos a circuitos electrónicos y luego a chips electrónicos y software”.

 

La firma suiza ganó millones de dólares vendiendo equipos a más de 120 países hasta bien entrado el siglo 21. Entre sus clientes figuraban Irán, las juntas militares de América latina, India, Pakistán y hasta el Vaticano.

 

Pero lo que ninguno de sus clientes supo hasta ahora era que Crypto AG había sido secretamente comprada por la CIA mediante una sociedad “altamente clasificada” con el organismo de inteligencia de Alemania Occidental. Ambas agencias de espionaje manipularon los dispositivos de la compañía para poder violar con facilidad los códigos que usaban los países para enviar mensajes codificados.

 

El relato de cómo se realizó esta operación que se prolongó muchos años después de terminada la guerra fría y hasta el siglo actual,  identifica con nombre y apellido a los funcionarios de la CIA que manejaron el programa y a los ejecutivos de la empresa encargados de realizarlo. Explica cómo Estados Unidos y sus aliados se aprovecharon durante años de la candidez de las demás naciones, les sacaron su dinero y les robaron sus secretos.

 

La operación, llamada primero con su nombre código “Thesaurus” y más tarde “Rubicón”, es una de las más audaces en las historia de la CIA, sentencia el Washington Post.

 

El mismo informe de la CIA dice esto: “Fue el más grande golpe de inteligencia del siglo”.  “Los gobiernos del mundo pagaban buen dinero a Estados Unidos y Alemania Occidental por el privilegio de que sus comunicaciones más secretas fueran leídas por lo menos por dos países extranjeros (tal vez cinco o seis).”

 

Desde 1970 en adelante la CIA y su hermana NSA (National Security Agency, organismo especializado en encriptación) decidían junto a sus socios alemanes a quiénes contrataba la compañía, quiénes diseñaban la tecnología  y cómo debían hacerlo, cómo sabotear los algoritmos y hacia adónde dirigir los esfuerzos de venta. Cuando algún empleado detectaba anomalías en los códigos y los emparchaba, esa persona no duraba mucho en la compañía. Pero todo se realizaba con muchísimo disimulo. Nadie debía sospechar que una empresa que vendía seguridad estaba en realidad vendida a la CIA. Literalmente.

 

De esta forma Estados Unidos y Alemania Occidental se sentaban con toda tranquilidad a escuchar las comunicaciones secretas del resto de los gobiernos. Cuando la guerra de Malvinas, por ejemplo, entregaron al ejército británico los mensajes codificados que se enviaban entre sí los militares argentinos.

 

El informe completo en inglés, con nombres, fechas y detalles, se puede leer en el Washington Post

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