La Argentina gasta de modo ineficente

El Estado argentino gasta de manera ineficiente. Desde 1993 no se controla cómo se gastó el presupuesto aprobado el año anterior.

4 diciembre, 2000

En una serie de notas publicadas por el diario La Nación se analizó el gasto público postulando que, orillando los $ 100.000 millones en el año 2000, se ha convertido en una carga pesada que conspira contra el desarrollo del país.

La síntesis conceptual que puede extraerse de los artículos aparecidos que la Argentina precisa, para crecer, de un Estado moderno, eficiente y menos costoso.

La investigación encarada demostró que, en general, el gasto no siempre llega a la gente, o lo hace de manera ineficiente e inequitativa, lo cual retroalimenta el círculo vicioso del atraso y la pobreza.

Uno de los obstáculos que se presentan en este punto, según la economista Cristina de Flood, es que medir la eficiencia del gasto público es una decisión política que obliga a organizarlo mejor institucionalmente, evitar duplicaciones de organismos y de programas, eliminar los sobrecostos y la corrupción, entre muchas otras medidas indispensables.

Gustavo Béliz sostiene que se administra muy mal; en lo que hace al gasto social, que implica cerca de las dos terceras partes del gasto total, hay una importantísima superposición de programas y planes asisitenciales que se concentran sobre los mismos beneficiarios mientras otros grupos quedan absolutamente desprotegidos.

En “El otro modelo”, publicado en colaboración con Jorge Srur, legislador de la ciudad de Buenos Aires por Nueva Dirigencia, Beliz abunda en ejemplos que ayudan a entender por qué en la Argentina el gasto público es ineficiente.

* El número de argentinos que cursa estudios universitarios por cada mil habitantes es igual que el de Japón (21 alumnos). Pero mientras en nuestro país el sistema universitario produce 4,6 graduados cada 100 alumnos que cursan, en Japón esa cifra es seis veces mayor: 23,4 egresados por cada 100 cursantes. Este indicador de eficacia académica tiene su correlato en la eficiencia del gasto: si bien la inversión pública en educación de grado por alumno cursante es en la Argentina tres veces menor que en Japón, el costo por egresado es 50% más alto.

* Un censo de la Administración Nacional de la Seguridad Social detectó irregularidades en beneficios gerenciados por ese organismo con un costo fiscal anual de $ 195 millones: 43.000 casos de jubilaciones y pensiones indebidas, 1.000 inválidos con empleo y 51.000 casos de asignaciones familiares mal liquidadas.

* Ningún hospital construido en la última década terminó costando lo previsto en el contrato inicial. El Hospital de Niños Santísima Trinidad, de Córdoba, salió $ 37,2 millones y no los $ 19,1 presupuestados; el de Agudos El Milagro, de Salta, duplicó su costo original y el hospital Ferrando-Castelan, de Chaco, proyectado en $ 14,8 millones según su contrato inicial, resultó 130% más caro.

Roberto Alemann, afirma que uno de cada cinco pesos que se venden en el país es para pagar el gasto público nacional, provincial o municipal, y uno de cada tres pesos generados por valor agregado en el PBI tiene igual destino.

A ese enorme esfuerzo de la sociedad hay que agregar el aumento de la deuda pública, que entre 1991 y 2000 pasó de $ 67.494 a $ 144.660 , y al pago de sus intereses, el componente del gasto público que más creció en los últimos 10 años, al pasar de $ 4.800 millones a $ 11.472 millones.

En el presupuesto del año próximo se le asigna al desarrollo de la educación superior casi 50% de los recursos que tiene el sector; en cambio, para acciones en escuelas prioritarias y becas de la EGB y el Polimodal se destinarán apenas $ 102 millones.

En relación al gato educativo argentino, el economista Daniel Artana, director de FIEL, ha destacado “la irracionalidad de una universidad pública gratuita para todos, cuando 60% de los alumnos proviene de hogares de clase media y alta”.

En consonancia con esta afirmaciones Daniel Filmus, secretario de Educación porteño, señaló que “nadie defiende a la educación básica”.

Según lo refleja un estudio reciente del Banco Mundial, la tasa de graduación secundaria en la Argentina es de 52% en comparación con la tasa promedio de 80% para los países de la OCDE.

En una serie de notas publicadas por el diario La Nación se analizó el gasto público postulando que, orillando los $ 100.000 millones en el año 2000, se ha convertido en una carga pesada que conspira contra el desarrollo del país.

La síntesis conceptual que puede extraerse de los artículos aparecidos que la Argentina precisa, para crecer, de un Estado moderno, eficiente y menos costoso.

La investigación encarada demostró que, en general, el gasto no siempre llega a la gente, o lo hace de manera ineficiente e inequitativa, lo cual retroalimenta el círculo vicioso del atraso y la pobreza.

Uno de los obstáculos que se presentan en este punto, según la economista Cristina de Flood, es que medir la eficiencia del gasto público es una decisión política que obliga a organizarlo mejor institucionalmente, evitar duplicaciones de organismos y de programas, eliminar los sobrecostos y la corrupción, entre muchas otras medidas indispensables.

Gustavo Béliz sostiene que se administra muy mal; en lo que hace al gasto social, que implica cerca de las dos terceras partes del gasto total, hay una importantísima superposición de programas y planes asisitenciales que se concentran sobre los mismos beneficiarios mientras otros grupos quedan absolutamente desprotegidos.

En “El otro modelo”, publicado en colaboración con Jorge Srur, legislador de la ciudad de Buenos Aires por Nueva Dirigencia, Beliz abunda en ejemplos que ayudan a entender por qué en la Argentina el gasto público es ineficiente.

* El número de argentinos que cursa estudios universitarios por cada mil habitantes es igual que el de Japón (21 alumnos). Pero mientras en nuestro país el sistema universitario produce 4,6 graduados cada 100 alumnos que cursan, en Japón esa cifra es seis veces mayor: 23,4 egresados por cada 100 cursantes. Este indicador de eficacia académica tiene su correlato en la eficiencia del gasto: si bien la inversión pública en educación de grado por alumno cursante es en la Argentina tres veces menor que en Japón, el costo por egresado es 50% más alto.

* Un censo de la Administración Nacional de la Seguridad Social detectó irregularidades en beneficios gerenciados por ese organismo con un costo fiscal anual de $ 195 millones: 43.000 casos de jubilaciones y pensiones indebidas, 1.000 inválidos con empleo y 51.000 casos de asignaciones familiares mal liquidadas.

* Ningún hospital construido en la última década terminó costando lo previsto en el contrato inicial. El Hospital de Niños Santísima Trinidad, de Córdoba, salió $ 37,2 millones y no los $ 19,1 presupuestados; el de Agudos El Milagro, de Salta, duplicó su costo original y el hospital Ferrando-Castelan, de Chaco, proyectado en $ 14,8 millones según su contrato inicial, resultó 130% más caro.

Roberto Alemann, afirma que uno de cada cinco pesos que se venden en el país es para pagar el gasto público nacional, provincial o municipal, y uno de cada tres pesos generados por valor agregado en el PBI tiene igual destino.

A ese enorme esfuerzo de la sociedad hay que agregar el aumento de la deuda pública, que entre 1991 y 2000 pasó de $ 67.494 a $ 144.660 , y al pago de sus intereses, el componente del gasto público que más creció en los últimos 10 años, al pasar de $ 4.800 millones a $ 11.472 millones.

En el presupuesto del año próximo se le asigna al desarrollo de la educación superior casi 50% de los recursos que tiene el sector; en cambio, para acciones en escuelas prioritarias y becas de la EGB y el Polimodal se destinarán apenas $ 102 millones.

En relación al gato educativo argentino, el economista Daniel Artana, director de FIEL, ha destacado “la irracionalidad de una universidad pública gratuita para todos, cuando 60% de los alumnos proviene de hogares de clase media y alta”.

En consonancia con esta afirmaciones Daniel Filmus, secretario de Educación porteño, señaló que “nadie defiende a la educación básica”.

Según lo refleja un estudio reciente del Banco Mundial, la tasa de graduación secundaria en la Argentina es de 52% en comparación con la tasa promedio de 80% para los países de la OCDE.

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