Krueger llamó a Kirchner y se arregló el pago

La Argentina hará frente hoy al vencimiento de US$3.100 con el Fondo Monetario Internacional que, mañana (miércoles), emitiría un comunicado raificando la aprobación de las metas fijadas con el país.

9 marzo, 2004

El acuerdo se destrabó después del llamado telefónico de la titular interina del organismo, Anne Krueger, al presidente Néstor Kirchner.
Los temas que se habrían allanado durante la comunicación son (a) los límites a los bancos involucrados en el canje de deuda (el FMI no quiere que se retiren antes de concluir negociaciones) y (b) el voto mínimo requerido para viabilizar un acuerdo con acreedores privados (Argentina plantea 66,66%, los tenedores de bonos 80%).

Por supuesto, los cuatro puntos iniciales propuestos por la entidad multilateral no son los que el “lobby” privado presentaba este fin de semana, en medios locales, como exigencias del Fondo. En lo tocante a los bancos, el decreto pro contratación se demoró ayer debido a retoques de último momento.

Técnicamente, Argentina entrará en mora –respecto de los US$ 3.100 millones- a las cinco de la tarde, hora de Washington. Pero recién habrá cese de pagos a los noventa días, de acuerdo con los estatutos del FMI.

En cuanto al inminente decreto, se sabe que encomendará a tresd bancos internacionales y tres locales –una mezcla a primera vista cuestionable- la renegociación con los acreedores privadas. No sólo los que afirma representar el “lobby” más activo al presente, sino también con otros veinte grupos. Posiblemente, hoy se difunda una síntesis, pues la publicación oficial será factible recién mañana miércoles.

Un detalle clave del texto es que se excluyen de cualquier embargo o inhibitoria futuros bienes diplomáticos y los afectados a servicios públicos. Pero también se establecerá que los jueces argentinos no tengan injerencia sobre activos en el exterior.

Entretanto, subsisten divergencias dentro del Grupo de los 7, en cuanto a cómo encartar el problema. Por motivos distintos, Gran Bretaña, Japón e Italia parecen los menos transigentes. Estados Unidos no termina de resolverse, especialmente en cuanto a interceder por Argentina, a lo cual conmina Brasil. Pero, salvo Japón, los otros “duros” parecen más preocupados por los acreedores privados que por las cuentas del Fondo.

El caso de Roma es peculiar. Incitado por los españoles, el oficialismo parece preocupado por quienes tienen bonos argentinos en cese de pagos y no por quienes han sido víctimas de Parmalat, Cirio y Finmatica (alrededor de 125.000 ahorristas, entre ellos jubilados).

En otro plano, se calienta el clima “prelectoral” en el propio FMI. Antes de la próxima asambles (24 de abril), será preciso definir una escueta lista de candidatos para suceder a Horts Köhler como director gerente (CEO). Mientras en entorno de George W.Bush piensa en algún norteamericano, la alta burocracia del organismo preferiría mantener la norma: un europeo.

Hasta ahora, circulan dos nombres con buenas posibilidades. Uno es Jean Lemierre (sucesor del propio Köhler al frente del Banco Mundial y viejo enemigo de su ex vice, Joseph Stiglitz), otro es Andrew Crockett. El inglés estuvo al frente del Banco de Ajustes Internacionales (BAI, Basileas), un “banco central de bancos centrales” y único ente que incluye a Suiza.

Pero hay dos obstáculos. Primero, es difícil que –en plena campaña electoral- Washington acepte un francés; máxime recordando los graves errores cometidos por Michel Camdessus. Especialmente, el pésimo manejo de la crisis sistémica de 1987/8 y la excesiva permisividad ante la “contabilidad creativa” de Domingo F.Cavallo y Roque Fernández, génesis de los actuales problemas con Argentina.

Segundo, Crockett es un ortodoxo, según el molde del Banco de Inglaterra. Por tanto, será difícil de manejar desde Washington y desde el Banco Central Europeo.

El acuerdo se destrabó después del llamado telefónico de la titular interina del organismo, Anne Krueger, al presidente Néstor Kirchner.
Los temas que se habrían allanado durante la comunicación son (a) los límites a los bancos involucrados en el canje de deuda (el FMI no quiere que se retiren antes de concluir negociaciones) y (b) el voto mínimo requerido para viabilizar un acuerdo con acreedores privados (Argentina plantea 66,66%, los tenedores de bonos 80%).

Por supuesto, los cuatro puntos iniciales propuestos por la entidad multilateral no son los que el “lobby” privado presentaba este fin de semana, en medios locales, como exigencias del Fondo. En lo tocante a los bancos, el decreto pro contratación se demoró ayer debido a retoques de último momento.

Técnicamente, Argentina entrará en mora –respecto de los US$ 3.100 millones- a las cinco de la tarde, hora de Washington. Pero recién habrá cese de pagos a los noventa días, de acuerdo con los estatutos del FMI.

En cuanto al inminente decreto, se sabe que encomendará a tresd bancos internacionales y tres locales –una mezcla a primera vista cuestionable- la renegociación con los acreedores privadas. No sólo los que afirma representar el “lobby” más activo al presente, sino también con otros veinte grupos. Posiblemente, hoy se difunda una síntesis, pues la publicación oficial será factible recién mañana miércoles.

Un detalle clave del texto es que se excluyen de cualquier embargo o inhibitoria futuros bienes diplomáticos y los afectados a servicios públicos. Pero también se establecerá que los jueces argentinos no tengan injerencia sobre activos en el exterior.

Entretanto, subsisten divergencias dentro del Grupo de los 7, en cuanto a cómo encartar el problema. Por motivos distintos, Gran Bretaña, Japón e Italia parecen los menos transigentes. Estados Unidos no termina de resolverse, especialmente en cuanto a interceder por Argentina, a lo cual conmina Brasil. Pero, salvo Japón, los otros “duros” parecen más preocupados por los acreedores privados que por las cuentas del Fondo.

El caso de Roma es peculiar. Incitado por los españoles, el oficialismo parece preocupado por quienes tienen bonos argentinos en cese de pagos y no por quienes han sido víctimas de Parmalat, Cirio y Finmatica (alrededor de 125.000 ahorristas, entre ellos jubilados).

En otro plano, se calienta el clima “prelectoral” en el propio FMI. Antes de la próxima asambles (24 de abril), será preciso definir una escueta lista de candidatos para suceder a Horts Köhler como director gerente (CEO). Mientras en entorno de George W.Bush piensa en algún norteamericano, la alta burocracia del organismo preferiría mantener la norma: un europeo.

Hasta ahora, circulan dos nombres con buenas posibilidades. Uno es Jean Lemierre (sucesor del propio Köhler al frente del Banco Mundial y viejo enemigo de su ex vice, Joseph Stiglitz), otro es Andrew Crockett. El inglés estuvo al frente del Banco de Ajustes Internacionales (BAI, Basileas), un “banco central de bancos centrales” y único ente que incluye a Suiza.

Pero hay dos obstáculos. Primero, es difícil que –en plena campaña electoral- Washington acepte un francés; máxime recordando los graves errores cometidos por Michel Camdessus. Especialmente, el pésimo manejo de la crisis sistémica de 1987/8 y la excesiva permisividad ante la “contabilidad creativa” de Domingo F.Cavallo y Roque Fernández, génesis de los actuales problemas con Argentina.

Segundo, Crockett es un ortodoxo, según el molde del Banco de Inglaterra. Por tanto, será difícil de manejar desde Washington y desde el Banco Central Europeo.

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