Koizumi impone un virtual régimen de partido único

Algunos lo interpretan como victoria para la banca y economía de mercado. Otros, ven en el triunfo de Koizumi una derrota final de la gerontocracia que venía manejando a Japón –un país de viejos- desde la posguerra.

12 septiembre, 2005

Tras comicios sin sorpresas, el partido Demoliberal (conservador) obtuvo mayoría propia en el parlamento, con 295 sobre 480 escaños. Para aventar temores sobre continuismo, Junichiro Koizumi aseguró que sólo completará el mandato interrumpido por su propia decisión de renunciar, que concluye en 2006. Pero nada le impide, siguiendo la tradición política local, poner a un incondicional en su sitio.

Casi a coro, los medios anglosajones interpretan los resultados como respaldo incondicional a las reformas propuestas. En esencia, la privatización de los correos, que operan como canal de ahorro público y fuente de fondos. Como tal, atrae a bancos privados propios y del exterior. En las condiciones actuales, el negocio probablemente caiga en manos de los primeros, financiantes del partido oficialista y, en particular, de Koizumi.

La oposición (partido Demócrata, desprendimiento del PDL) quedó reducida a 113 bancas, contra las 175 que poseía. Su presidente, Katsuya Okada, acaba de renunciar asumiendo la derrota, algo que sería revolucionario en Argentina o Italia. Mientras tanto, repunta en las encuestas alemanas Gerhard Schröder, quien hizo lo mismo que Koizumi, casi simultáneamente, y ahora disputa su propia sucesdión con Angela Merkel, una candidata aun más afín a los mercados financieros que el propio japonés.

Los cincuenta años en el poder que acumula el oficialismo han convertido a Japón en lo que el general George Marshall quería evitar: una “democracia” de partido único. A partir de hoy, será difícil impedir que Koizumi –que se viste en Giorgio Armani- modifique rápidamente las propias bases de la economía, pues su campaña justamente se apoyaba en un paquete decisivo de leyes. En especial, la privatización de los correos y el ahorro postal.

Mientras la Unión Industrial (Kakutaro Kitashiro), la bolsa y los grandes bancos festejaban como propio el triunfo, Washington sobreactuó. Un vocero de la Blanca atribuyó la victoria de Koizumi a su apoyo en Irak. Eso tal vez no sea así, máxime a horas de saberse que el Pentágono recomienda al gobierno apelar a armas nucleares “en forma preventiva contra regímenes hostiles o peligrosos.

Tras comicios sin sorpresas, el partido Demoliberal (conservador) obtuvo mayoría propia en el parlamento, con 295 sobre 480 escaños. Para aventar temores sobre continuismo, Junichiro Koizumi aseguró que sólo completará el mandato interrumpido por su propia decisión de renunciar, que concluye en 2006. Pero nada le impide, siguiendo la tradición política local, poner a un incondicional en su sitio.

Casi a coro, los medios anglosajones interpretan los resultados como respaldo incondicional a las reformas propuestas. En esencia, la privatización de los correos, que operan como canal de ahorro público y fuente de fondos. Como tal, atrae a bancos privados propios y del exterior. En las condiciones actuales, el negocio probablemente caiga en manos de los primeros, financiantes del partido oficialista y, en particular, de Koizumi.

La oposición (partido Demócrata, desprendimiento del PDL) quedó reducida a 113 bancas, contra las 175 que poseía. Su presidente, Katsuya Okada, acaba de renunciar asumiendo la derrota, algo que sería revolucionario en Argentina o Italia. Mientras tanto, repunta en las encuestas alemanas Gerhard Schröder, quien hizo lo mismo que Koizumi, casi simultáneamente, y ahora disputa su propia sucesdión con Angela Merkel, una candidata aun más afín a los mercados financieros que el propio japonés.

Los cincuenta años en el poder que acumula el oficialismo han convertido a Japón en lo que el general George Marshall quería evitar: una “democracia” de partido único. A partir de hoy, será difícil impedir que Koizumi –que se viste en Giorgio Armani- modifique rápidamente las propias bases de la economía, pues su campaña justamente se apoyaba en un paquete decisivo de leyes. En especial, la privatización de los correos y el ahorro postal.

Mientras la Unión Industrial (Kakutaro Kitashiro), la bolsa y los grandes bancos festejaban como propio el triunfo, Washington sobreactuó. Un vocero de la Blanca atribuyó la victoria de Koizumi a su apoyo en Irak. Eso tal vez no sea así, máxime a horas de saberse que el Pentágono recomienda al gobierno apelar a armas nucleares “en forma preventiva contra regímenes hostiles o peligrosos.

Compartir:
Notas Relacionadas

Suscripción Digital

Suscríbase a Mercado y reciba todos los meses la mas completa información sobre Economía, Negocios, Tecnología, Managment y más.

Suscribirse Archivo Ver todos los planes

Newsletter


Reciba todas las novedades de la Revista Mercado en su email.

Reciba todas las novedades