Kirchner ratificó su postura frente a los acreedores

Al inaugurar las sesiones ordinarias del Congreso, el presidente realizó una enfática defensa de la política del gobierno en la renegociación de la deuda, cuestionó a los "fondos buitres" y aseguró que no aceptará "presiones".

1 marzo, 2004

El santacruceño inauguró este mediodía, con cincuenta minutos
de retraso, las sesiones ordinarias del Congreso Nacional mientras
una movilización tomó la Plaza de los Dos Congresos, en señal de respaldo a su gestión. Kirchner llegó a la Cámara Alta acompañado por su esposa, la senadora Cristina Fernández, quien ocupó su banca en un recinto repleto, con la asistencia de los ministros del Gabinete nacional y la presencia de varios gobernadores.

El presidente se sentó en el estrado con el vicepresidente
Daniel Scioli y a su izquierda, un poco más lejos, el titular de
la cámara baja, Eduardo Camaño, y leyó por más de una hora el
discurso que había preparado, aunque, sobre el final, improvisó algunas líneas.

En su mensaje, Kirchner repitió varias de las premisas que guían su discurso político: dijo que no llegó a la Casa de Gobierno para “claudicar” en sus convicciones, y que está dispuesto a dar “todas la batallas” necesarias para “sacar a la Argentina adelante.

Con todo, los párrafos más fuertes estuvieron destinados a la
relación con los acreedores externos. En ese marco, el presidente cuestionó a los “fondos buitres”, a quienes acusó de realizar “acciones mediáticas espectaculares” porque intentan mejorar sus ganancias con afán “insaciable”. “Los fondos buitres intentan lucrar con acciones mediáticas y espectaculares (entiéndase embargos), pero destinadas al fracaso”, subrayó el jefe de Estado al remarcar la “firmeza” de su Gobierno para mantener la propuesta de pago de la deuda externa.

Kirchner también dirigió un mensaje a los ciudadanos y dijo que los
argentinos deberán “enfrentar grandes esfuerzos par salir del
default”. “La deuda es nuestro problema, es un problema de toda la
sociedad argentina”, dijo Kirchner, quien remarcó: “el pueblo debe saber que no nos proponermos elegir el camino fácil de comprometer cualquier salida”.

En su habitual párrafo decicado a la dpecada del ´90, el primer mandatario advirtió que las “viejas recetas están destinadas al fracaso y señaló que “el tamaño de la deuda argentina parece fruto de la más embriagada fantasía”.
Como contrapartida, “con nuestro estilo, hemos sacado al gobierno a la calle. Sabemos que marchamos por el rumbo correcto”, destacó el
presidente, quien marcó la necesidad de activar el mercado interno
porque “sin consumo creciente la recuperación” de la economía “se
queda sin locomotora”.

Kirchner destacó que durante su mandato se registraron “cambios
conceptuales en la orientación de la política económica”, y
dejaron de orientarse a influir en las “expectativas de los
mercados financieros”.

También se mostró confiado en que continuará “el descenso de
los índices de desocupación”, y mencionó que “por cada punto de
crecimiento del producto estamos generando tres veces más empleo
que hace diez años”.

El presidente aseguró que la Argentina tiene la oportunidad de
“marcar un final de época” para construir una Argentina donde
la política “esté puesta al servicio del bien común”.

Por eso, destacó que se debe “diagramar un país diferente,
donde la educación pública sea igualadora, se defiendan en forma
irrestricta los derechos humanos, se incremente la calidad
institucional y se mejore la legislación”.

El santacruceño inauguró este mediodía, con cincuenta minutos
de retraso, las sesiones ordinarias del Congreso Nacional mientras
una movilización tomó la Plaza de los Dos Congresos, en señal de respaldo a su gestión. Kirchner llegó a la Cámara Alta acompañado por su esposa, la senadora Cristina Fernández, quien ocupó su banca en un recinto repleto, con la asistencia de los ministros del Gabinete nacional y la presencia de varios gobernadores.

El presidente se sentó en el estrado con el vicepresidente
Daniel Scioli y a su izquierda, un poco más lejos, el titular de
la cámara baja, Eduardo Camaño, y leyó por más de una hora el
discurso que había preparado, aunque, sobre el final, improvisó algunas líneas.

En su mensaje, Kirchner repitió varias de las premisas que guían su discurso político: dijo que no llegó a la Casa de Gobierno para “claudicar” en sus convicciones, y que está dispuesto a dar “todas la batallas” necesarias para “sacar a la Argentina adelante.

Con todo, los párrafos más fuertes estuvieron destinados a la
relación con los acreedores externos. En ese marco, el presidente cuestionó a los “fondos buitres”, a quienes acusó de realizar “acciones mediáticas espectaculares” porque intentan mejorar sus ganancias con afán “insaciable”. “Los fondos buitres intentan lucrar con acciones mediáticas y espectaculares (entiéndase embargos), pero destinadas al fracaso”, subrayó el jefe de Estado al remarcar la “firmeza” de su Gobierno para mantener la propuesta de pago de la deuda externa.

Kirchner también dirigió un mensaje a los ciudadanos y dijo que los
argentinos deberán “enfrentar grandes esfuerzos par salir del
default”. “La deuda es nuestro problema, es un problema de toda la
sociedad argentina”, dijo Kirchner, quien remarcó: “el pueblo debe saber que no nos proponermos elegir el camino fácil de comprometer cualquier salida”.

En su habitual párrafo decicado a la dpecada del ´90, el primer mandatario advirtió que las “viejas recetas están destinadas al fracaso y señaló que “el tamaño de la deuda argentina parece fruto de la más embriagada fantasía”.
Como contrapartida, “con nuestro estilo, hemos sacado al gobierno a la calle. Sabemos que marchamos por el rumbo correcto”, destacó el
presidente, quien marcó la necesidad de activar el mercado interno
porque “sin consumo creciente la recuperación” de la economía “se
queda sin locomotora”.

Kirchner destacó que durante su mandato se registraron “cambios
conceptuales en la orientación de la política económica”, y
dejaron de orientarse a influir en las “expectativas de los
mercados financieros”.

También se mostró confiado en que continuará “el descenso de
los índices de desocupación”, y mencionó que “por cada punto de
crecimiento del producto estamos generando tres veces más empleo
que hace diez años”.

El presidente aseguró que la Argentina tiene la oportunidad de
“marcar un final de época” para construir una Argentina donde
la política “esté puesta al servicio del bien común”.

Por eso, destacó que se debe “diagramar un país diferente,
donde la educación pública sea igualadora, se defiendan en forma
irrestricta los derechos humanos, se incremente la calidad
institucional y se mejore la legislación”.

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