Jackson Hole llega en clima de volatilidad global

El ritmo globalizador, afirmaba Benjamin Bernanke en marzo, “no tiene precedentes y eleva niveles de vida. Pero afronta tensiones geopolíticas y proteccionismo”, advertía el presidente de la Reserva Federal. Ahora ¿quién se ilusiona con niveles de vid

28 julio, 2007

Hasta el cambio de frente mostrado desde abril por Alan Greenspan, antecesor de Bernanke –sus últimas advertencias lograron perturbar varias bolsas- , su visión del mundo continuaba el “optimismo fundamentalista” proclamado en 2003 por el propio Greenspan. Sólo que, entonces, se trataba de apoyar la reelección de George W.Bush. Hoy, éste se bate en retirada, aunque su tozudez agrave la guerra civil en Irak y Afganistán.

En todo caso, el tipo de globalización en que piensan Bernanke o Greenspan vale sólo para economías centrales y algunos gigantes periféricos como China, India o Brasil. A medida como se acerca la edición 2007del encuentro en Jackson Hole (cúpula de la RF y bancos centrales invitados, agosto), Bernanke se ve ante una coyuntura bastante compleja y su antecesor no se calla la boca.

Hace casi un año, gobernadores y técnicos manifestaban temores –fundados- sobre la volatilidad política (o sea, guerras y conflictos locales) y el neoproteccionismo fomentado por el colapso de la ronda Dohá. Pero, claro, ahí era (y es) inocultable el papel negativo de Estados Unidos, la Unión Europea –que no logra salir del pantano institucional- y Japón

Repitiendo un libreto conocido, Bernanke señalaba –en mayo- que “los cambios económicos y tecnológicos pueden achicar efectivamente distancias en el futuro. Eso permitirá una mejora continua en productividad y niveles de vidal”. Pero “esa productividad, en la globalización generada desde los mercados financieros, significa mayor desempleo, inclusive en países centrales”, objetó desde Nueva York el economista Paul Krugman.

Por otra parte, el auge de segmentos tan volátiles como los fondos de cobertura (derivativos) y de capital cerrado (compras apalancadas) seguramente será abordado en Jackson Hole, debido a la crisis que desde junio viven esos segnebtos especulativos. El grupo de los 8 hablaba ya de “fondos langostas”.

Sea como fuere, los avances en integración mundial nunca pueden darse por seguros. Al respecto, Bernanke aludió nuevamente (este mes) a tensiones geopolíticas y terrorismo. Pero también objetó “la oposición social a reformas que eliminan puestos laborales debido al cambio de tendencias comerciales y económicas”. En otras palabras, un fenómeno creado por la globalización misma.

Su exposición en el último Jackson Hole fue, si se quiere, curiosa. Pasó revista a la historia de la integración, desde el imperio Romano (obsesión de los ultraconservadores que rodean a Bush) hasta el presente. Pero, para desencanto de la prensa especializada, no habló de la situación ni las perspectivas en EE.UU. Tampoco aludió a política monetaria. “Fue uno de los peores discursos escuchados en años”, sostuvieron varios analistas de Wall Street. El perfil de Bernnake, entretanto, no ha cambiado.

Otros expertos se dedicaron al tema chino. Jean-Claude Trichet (presidente del Banco central europeo) y su colega inglés, Mervyn King, temen todavìa que la “nueva inflación” transmitida desde Beijing a los mercados centrales modifique el sentido de la globalización”.

Curiosamente, hasta hace poco las exportaciones chinas a precios irrisorios le permitían a Occidente cierto desarrollo económico sin inflación. Pero eso está cambiando y, ahora, China e India fomentan hidrocarburos caros por su creciente necesidad de combustibles y energía. A fines de 2006, Bernanke reiteraba: “el surgimiento de China, India y los países de la ex Unión Soviética ha globalizado a gran parte de la población mundial”. Por lo visto, no presta atención a Vladyímir Putin y sus proyectos imperiales, opuestos a la globalización. No obstante, el ruso los explicó ya ante el Grupo de los 8 en tres reuniones, contando la de junio.

Hasta el cambio de frente mostrado desde abril por Alan Greenspan, antecesor de Bernanke –sus últimas advertencias lograron perturbar varias bolsas- , su visión del mundo continuaba el “optimismo fundamentalista” proclamado en 2003 por el propio Greenspan. Sólo que, entonces, se trataba de apoyar la reelección de George W.Bush. Hoy, éste se bate en retirada, aunque su tozudez agrave la guerra civil en Irak y Afganistán.

En todo caso, el tipo de globalización en que piensan Bernanke o Greenspan vale sólo para economías centrales y algunos gigantes periféricos como China, India o Brasil. A medida como se acerca la edición 2007del encuentro en Jackson Hole (cúpula de la RF y bancos centrales invitados, agosto), Bernanke se ve ante una coyuntura bastante compleja y su antecesor no se calla la boca.

Hace casi un año, gobernadores y técnicos manifestaban temores –fundados- sobre la volatilidad política (o sea, guerras y conflictos locales) y el neoproteccionismo fomentado por el colapso de la ronda Dohá. Pero, claro, ahí era (y es) inocultable el papel negativo de Estados Unidos, la Unión Europea –que no logra salir del pantano institucional- y Japón

Repitiendo un libreto conocido, Bernanke señalaba –en mayo- que “los cambios económicos y tecnológicos pueden achicar efectivamente distancias en el futuro. Eso permitirá una mejora continua en productividad y niveles de vidal”. Pero “esa productividad, en la globalización generada desde los mercados financieros, significa mayor desempleo, inclusive en países centrales”, objetó desde Nueva York el economista Paul Krugman.

Por otra parte, el auge de segmentos tan volátiles como los fondos de cobertura (derivativos) y de capital cerrado (compras apalancadas) seguramente será abordado en Jackson Hole, debido a la crisis que desde junio viven esos segnebtos especulativos. El grupo de los 8 hablaba ya de “fondos langostas”.

Sea como fuere, los avances en integración mundial nunca pueden darse por seguros. Al respecto, Bernanke aludió nuevamente (este mes) a tensiones geopolíticas y terrorismo. Pero también objetó “la oposición social a reformas que eliminan puestos laborales debido al cambio de tendencias comerciales y económicas”. En otras palabras, un fenómeno creado por la globalización misma.

Su exposición en el último Jackson Hole fue, si se quiere, curiosa. Pasó revista a la historia de la integración, desde el imperio Romano (obsesión de los ultraconservadores que rodean a Bush) hasta el presente. Pero, para desencanto de la prensa especializada, no habló de la situación ni las perspectivas en EE.UU. Tampoco aludió a política monetaria. “Fue uno de los peores discursos escuchados en años”, sostuvieron varios analistas de Wall Street. El perfil de Bernnake, entretanto, no ha cambiado.

Otros expertos se dedicaron al tema chino. Jean-Claude Trichet (presidente del Banco central europeo) y su colega inglés, Mervyn King, temen todavìa que la “nueva inflación” transmitida desde Beijing a los mercados centrales modifique el sentido de la globalización”.

Curiosamente, hasta hace poco las exportaciones chinas a precios irrisorios le permitían a Occidente cierto desarrollo económico sin inflación. Pero eso está cambiando y, ahora, China e India fomentan hidrocarburos caros por su creciente necesidad de combustibles y energía. A fines de 2006, Bernanke reiteraba: “el surgimiento de China, India y los países de la ex Unión Soviética ha globalizado a gran parte de la población mundial”. Por lo visto, no presta atención a Vladyímir Putin y sus proyectos imperiales, opuestos a la globalización. No obstante, el ruso los explicó ya ante el Grupo de los 8 en tres reuniones, contando la de junio.

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