Jackson Hole: Bernanke teme por la globalización

El actual ritmo globalizador, imagina Benjamin Bernanke, “no tiene precedentes y puede elevar niveles de vida”. Pero “afronta el riesgo de tensiones geopolítica y proteccionismo”, advirtió el presidente del Sistema de Reserva Federal.

27 agosto, 2006

La visión del mundo parece herencia del “optimismo fundamentalista” proclamado en 2004 por su antecesor, Alan Greenspan, para apoyar la reelección de George W.Bush. En todo caso, el tipo de globalización en que ambos piensan no prevé mecanismos para combatir la pobreza.

Disertando ante gobernadores y técnico del SRF, este fin de semana, Bernanke y otros colegas manifestaron temores –éstos, sí, fundados- sobre la volatilidad política (o sea, guerras y conflictos locales) y el neoproteccionismo fomentado por el colapso de la ronda Dohá. Pero, claro, ahí es inocultable el papel negativo de Estados Unidos, la Unión Europea y Japón

Repitiendo un libreto conocido, el banquero central señaló que “los cambios económicos y tecnológicos pueden achicar efectivamente distancias en el futuro próximo. Eso permitirá una mejora continua en productividad y niveles de vida, reduciendo la pobreza global”. Pero “esa productividad, en la globalizaciòn generada desde los mercados financieros, significa mayor desempleo, inclusive en países centrales”, objetó desde Nueva York el economista Paul Krugman.

Sea como fuere, los avances en integración mundial no deben darse por seguros. Al respecto, Bernanke aludió nuevamente a tensionaes geopolíticas y terrorismo. Pero también objetó “la oposición social a reformas, provocada por la eliminación de puestos laborales debido al cambio de tendencias comerciales y económicas”. En otras palabras, el desempleo creado por la globalizaciòn misma.

Su exposición hizo una amplia revista sobre la historia de la integración, desde el imperio Romano (obsesión de los ultraconservadores que rodean a Bush) hasta el presente. Pero, para desencanto de la prensa financiera, no habló de la situación ni las perspectivas en Estados Unidos. Tampoco aludió a política monetaria. “Fue uno de los peores discursos escuchados en Jackson Hole desde hace años”, sostuvieron varios analistas de Wall Street.

El simposio también tocó el tema chino. Jean-Claude Trichet (presidente del Banco central europeo) y su colega inglés, Mervyn King, temen que “la nueva inflación transmitida desde China a los mercados occidentales modifique el sentido de la globalización”.

Curiosamente, hasta hace poco las exportaciones china a precios irrisorios le permitán a Occidente cierto desarrollo económico sin inflación. Pero eso está cambiando y, ahora, China –e India- fomentan hidrocarburos caros por su creciente necesidad de combustibles y energía. Poco antes, Bernanke afirmaba que “el surgimiento de China, India y los países de la ex Unión Soviética han globalizado gran parte de la población mundial”. Por lo visto, hace rato que no tiene noticias de Vladyímir Putin y sus proyectos imperiales.

La visión del mundo parece herencia del “optimismo fundamentalista” proclamado en 2004 por su antecesor, Alan Greenspan, para apoyar la reelección de George W.Bush. En todo caso, el tipo de globalización en que ambos piensan no prevé mecanismos para combatir la pobreza.

Disertando ante gobernadores y técnico del SRF, este fin de semana, Bernanke y otros colegas manifestaron temores –éstos, sí, fundados- sobre la volatilidad política (o sea, guerras y conflictos locales) y el neoproteccionismo fomentado por el colapso de la ronda Dohá. Pero, claro, ahí es inocultable el papel negativo de Estados Unidos, la Unión Europea y Japón

Repitiendo un libreto conocido, el banquero central señaló que “los cambios económicos y tecnológicos pueden achicar efectivamente distancias en el futuro próximo. Eso permitirá una mejora continua en productividad y niveles de vida, reduciendo la pobreza global”. Pero “esa productividad, en la globalizaciòn generada desde los mercados financieros, significa mayor desempleo, inclusive en países centrales”, objetó desde Nueva York el economista Paul Krugman.

Sea como fuere, los avances en integración mundial no deben darse por seguros. Al respecto, Bernanke aludió nuevamente a tensionaes geopolíticas y terrorismo. Pero también objetó “la oposición social a reformas, provocada por la eliminación de puestos laborales debido al cambio de tendencias comerciales y económicas”. En otras palabras, el desempleo creado por la globalizaciòn misma.

Su exposición hizo una amplia revista sobre la historia de la integración, desde el imperio Romano (obsesión de los ultraconservadores que rodean a Bush) hasta el presente. Pero, para desencanto de la prensa financiera, no habló de la situación ni las perspectivas en Estados Unidos. Tampoco aludió a política monetaria. “Fue uno de los peores discursos escuchados en Jackson Hole desde hace años”, sostuvieron varios analistas de Wall Street.

El simposio también tocó el tema chino. Jean-Claude Trichet (presidente del Banco central europeo) y su colega inglés, Mervyn King, temen que “la nueva inflación transmitida desde China a los mercados occidentales modifique el sentido de la globalización”.

Curiosamente, hasta hace poco las exportaciones china a precios irrisorios le permitán a Occidente cierto desarrollo económico sin inflación. Pero eso está cambiando y, ahora, China –e India- fomentan hidrocarburos caros por su creciente necesidad de combustibles y energía. Poco antes, Bernanke afirmaba que “el surgimiento de China, India y los países de la ex Unión Soviética han globalizado gran parte de la población mundial”. Por lo visto, hace rato que no tiene noticias de Vladyímir Putin y sus proyectos imperiales.

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