<p>Según el extenso informe difundido el sábado por S&P, “un posible retardo en el programa de reducción del pasivo público puede tornar negativa la calificación a corto plazo, debido a dudas sobre el crecimiento”. Insistiendo sobre el tema, se advierte “falta de compromiso político sobre derregulación del mercado laboral y reformas a favor de la productividad”.<br />
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Como en Grecia y Portugal, son eufemismos por precarización del trabajo y privatización o malventa de activos estatales. En realidad, lo que molesta a S&P es que los comicios del 15, el 16, el 28 y el 30 pongan en primer plano la política sobre la “economía de mercado”. Obviamente, la calificadora ignora la “ola de indignados” menores de cuarenta años que, desde España, empieza a inundar Italia, Francia, etc. <br />
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Pero gran parte de la dirigencia política en dos franjas europeas –periferia occidental, sur- sostiene que los riesgos políticos son de origen social, como en Atenas, Lisboa o Dublin. Por el contrario, la agencia calificadora y Alemania –en convergencia nada gratuita- afirman que la recesión de 2008/09 y sus réplicas actuales se han originado en el retraso de diversas reformas.<br />
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Sin embargo, la posición italiana en cuanto a relación producto bruto/deuda pública (4,3%) no es mala si se la compara con economías en apariencia más fuerte. Por ejemplo Estados Unidos (10,7% a diciembre), Japón (9,9%), Gran Bretaña (8,5%) y Francia (6%). Solo Alemania (2,3%) luce menos. Por supuesto, S&P pasa por alto que la anacrónica norma de Maastricht, 3% del PBI, casi no se ha cumplido desde dictada (1992).<br />
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Italia: Standard & Poors ve riesgo crediticio
A criterio de la calificadora, el estancamiento político creado por las elecciones en primera y segunda vuelta afecta la deuda soberana. Las reformas no bastan para estimular el crecimiento. Igual teme José Manuel Durâo Barroso (comisión europea).