Italia defiendea Turquía contra un pacto entre Francia y Alemania

El jueves, Romano Prodi intentará persuadir a Jacques Chirac y Angela Merkel de no adoptar posiciones rígidas. Algunos temen que se use una excusa hueca, las pretensiones de la Chipre griega, para bloquear negociaciones.

5 diciembre, 2006

“Mal deben andar las cosas en la Unión Europea, para que la mayoría de sus veinticinco miembros se escuden tras Atenas y Nicosia para trabar el ingreso turco”, sostienen medios británicos, holandeses e italianos. En efecto, las pretensiones de la “república de dos tercios” (Chipre, incorporada en 2005 a la UE con llamativa prisa) son desmedidas. Pero sirven para presionar a Angora.

A criterio de Romano Prodi y del Vaticano, entretanto, tomar de pretexto esas pretensiones para suspender tratativas sobre ocho capítulos del futuro tratado resulta “tan excesivo como contraproducente”. En un encuentro previsto para este martes, Chirac y Merkel intentarán postergar otro año y medio un proceso ya demorado. Italia y Estados Unidos intentarán disuadirlos.

“Las puertas europeas deben permanecer abiertas”, afirmó el lunes Prodi. En todo caso, según señalaba el columnista Franco Venturini, “Grecia y Chipre juntos no tienen ni de lejos la relevancia de Turquía”. Por otra parte, los otomanos no quedarían solos: encabezan un influyente grupo de países petroleros de habla turca que alcanza las fronteras chinas.

Entretanto, la hipocresía cunde. Por ejemplo, Merkel trata de quedar a mitad de camino, aprobando las sanciones pero dando a los veintisiete (la actual UE más otros dos reclutas de apuro, Rumania y Bulgaria) dieciocho meses adicionales para definir si Angora cumple o no con los requisitos pactados. A última hora, Francia sale en apoyo de los alemanes, mientras éstos olvidan que su mayor minoría étnica habla turco.

De acuerdo con varios analistas, la cuestión central no son los derechos aduaneros de la Chipre helénica –que jamás debió haberse incorporado a la UE- ni las maniobras griegas (teñida por siglos de luchas con los turcos), sino un dilema de la propia Comisión europea. Vale decir, la cesura entre quienes desean un eventual ingreso otomano y quienes lo temen pero sin confesarlo. Verbigracia, Polonia, Austria, Eslovenia, Hungría y un inminente socio, Rumania. Bulgaria es más cauta, pues tiene una importante minoría turca en Rumelia oriental.

Sin duda, alguien debiera proponer una salida intermedia, y rápido, pues la próxima semana vence el plazo para que la CE adopte decisiones. Obviamente, posponer más allá de 2015 el ingreso equivaldría a negarlo y dejaría al partido islámico –actual oficialismo- hacer lo que en verdad desea: olvidarse de la UE y dedicarse a su frente oriental. Donde también lo espera Irán.

“Mal deben andar las cosas en la Unión Europea, para que la mayoría de sus veinticinco miembros se escuden tras Atenas y Nicosia para trabar el ingreso turco”, sostienen medios británicos, holandeses e italianos. En efecto, las pretensiones de la “república de dos tercios” (Chipre, incorporada en 2005 a la UE con llamativa prisa) son desmedidas. Pero sirven para presionar a Angora.

A criterio de Romano Prodi y del Vaticano, entretanto, tomar de pretexto esas pretensiones para suspender tratativas sobre ocho capítulos del futuro tratado resulta “tan excesivo como contraproducente”. En un encuentro previsto para este martes, Chirac y Merkel intentarán postergar otro año y medio un proceso ya demorado. Italia y Estados Unidos intentarán disuadirlos.

“Las puertas europeas deben permanecer abiertas”, afirmó el lunes Prodi. En todo caso, según señalaba el columnista Franco Venturini, “Grecia y Chipre juntos no tienen ni de lejos la relevancia de Turquía”. Por otra parte, los otomanos no quedarían solos: encabezan un influyente grupo de países petroleros de habla turca que alcanza las fronteras chinas.

Entretanto, la hipocresía cunde. Por ejemplo, Merkel trata de quedar a mitad de camino, aprobando las sanciones pero dando a los veintisiete (la actual UE más otros dos reclutas de apuro, Rumania y Bulgaria) dieciocho meses adicionales para definir si Angora cumple o no con los requisitos pactados. A última hora, Francia sale en apoyo de los alemanes, mientras éstos olvidan que su mayor minoría étnica habla turco.

De acuerdo con varios analistas, la cuestión central no son los derechos aduaneros de la Chipre helénica –que jamás debió haberse incorporado a la UE- ni las maniobras griegas (teñida por siglos de luchas con los turcos), sino un dilema de la propia Comisión europea. Vale decir, la cesura entre quienes desean un eventual ingreso otomano y quienes lo temen pero sin confesarlo. Verbigracia, Polonia, Austria, Eslovenia, Hungría y un inminente socio, Rumania. Bulgaria es más cauta, pues tiene una importante minoría turca en Rumelia oriental.

Sin duda, alguien debiera proponer una salida intermedia, y rápido, pues la próxima semana vence el plazo para que la CE adopte decisiones. Obviamente, posponer más allá de 2015 el ingreso equivaldría a negarlo y dejaría al partido islámico –actual oficialismo- hacer lo que en verdad desea: olvidarse de la UE y dedicarse a su frente oriental. Donde también lo espera Irán.

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