Irán va a una reunión y los demócratas fijan cronograma de retirada

Nancy Pelosi, jefa de la cámara baja, presentó una propuesta para desocupar la Mesopotamia de ahora a fines del año próximo. Esto y la nueva actitud iraní parecen una operación de pinzas sobre el gobierno.

9 marzo, 2007

Esencialmente, la oposición –que controla ambas cámaras- condiciona la aprobación de una partida extra pedida por George W.Bush (US$ 100.000 millones) para la guerra en Irak y Afganistán. A cambio, Washington debe ir evacuando hasta desocupar todo ese territorio en septiembre de 2008. Entretanto, el gobierno de Bagdad informará trimestralmente sobre seguridad y pacificación urbana.

.

En efecto, el anuncio demócrata se produce en vísperas de reunirse, el sábado en Bagdad, los miembros permanentes del consejo de seguridad, los vecinos árabes –quizá también Siria- e Irán. Ellos y Pelosi hacen exactamente lo que recomendó el grupo bipartidario de estudios encabezado por James Baker y Lee Hamilton.

En lo que parece una derrota decisiva del grupo duro alrededor del vicepresidente Richard Cheney (efecto quizá del veredicto contra su ex asesor jefe), Estados Unidos se suma a Francia, Gran Bretaña, Rusia y China. En otras palabras, en vez del diálogo con Siria e Irán, será una debate a varias puntas y con amplia mayoría de moderados.

Sólo Londres y, hasta cierto punto, el eje Riyadh-Ammán pueden considerarse afines a Washington, aunque ya no mucho. El canciller persa, Manushehr Mottakí, no descarta la presencia de observadores turcos y egipcios.

El objeto esencial es frenar de algún modos la guerra civil. Esto es, la violencia desatada por la minoría sunní contra la mayoría shií, con apoyo de fuerzas norteamericanas. A su vez, éstas disponen de seis meses para concluir esa especie de limpieza étnica o, de lo contrario, iniciar la evacuación,

Los iraníes acuden al mando de Abbás Araghshí, vicecanciller allegado al ayatollá Alí Jatamí, no al hoy devaluado presidente Majmud Ajmadinedyad. A éste se le asignó otro papel: reabrir negociaciones con ese mismo consejo de seguridad alrededor del plan nuclear. Esto servirá para desactivar las presiones bélicas del gobierno israelí sobre EE.UU.

Se trata del primer contacto público desde 2003 entre funcionarios persas y norteamericanos. Tehrán señaló que su fin básico es “apoyar al gobierno iraquí para restaurar paz y seguridad, en lo posible sin interferencias extranjeras”. Por supuesto, los iranpie corren el riesgo de ser acusados ellos mismo por respaldar a la milicia majdí de Moqtadá as-Sadr. No obstante, por ahora se trata de “denuncias” elaboradas en Washington.

Formalmente, la invitación al debate corrió por cuenta del gobierno local, que controla sólo Bagdad y la contigua provincia de An’bar. Pero, al aceptarla sin vacilaciones, EE.UU. se ha convertido en promotor principal, papel que -hasta hace poco- George W.Bush se negaba a desempeñar.

Esencialmente, la oposición –que controla ambas cámaras- condiciona la aprobación de una partida extra pedida por George W.Bush (US$ 100.000 millones) para la guerra en Irak y Afganistán. A cambio, Washington debe ir evacuando hasta desocupar todo ese territorio en septiembre de 2008. Entretanto, el gobierno de Bagdad informará trimestralmente sobre seguridad y pacificación urbana.

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En efecto, el anuncio demócrata se produce en vísperas de reunirse, el sábado en Bagdad, los miembros permanentes del consejo de seguridad, los vecinos árabes –quizá también Siria- e Irán. Ellos y Pelosi hacen exactamente lo que recomendó el grupo bipartidario de estudios encabezado por James Baker y Lee Hamilton.

En lo que parece una derrota decisiva del grupo duro alrededor del vicepresidente Richard Cheney (efecto quizá del veredicto contra su ex asesor jefe), Estados Unidos se suma a Francia, Gran Bretaña, Rusia y China. En otras palabras, en vez del diálogo con Siria e Irán, será una debate a varias puntas y con amplia mayoría de moderados.

Sólo Londres y, hasta cierto punto, el eje Riyadh-Ammán pueden considerarse afines a Washington, aunque ya no mucho. El canciller persa, Manushehr Mottakí, no descarta la presencia de observadores turcos y egipcios.

El objeto esencial es frenar de algún modos la guerra civil. Esto es, la violencia desatada por la minoría sunní contra la mayoría shií, con apoyo de fuerzas norteamericanas. A su vez, éstas disponen de seis meses para concluir esa especie de limpieza étnica o, de lo contrario, iniciar la evacuación,

Los iraníes acuden al mando de Abbás Araghshí, vicecanciller allegado al ayatollá Alí Jatamí, no al hoy devaluado presidente Majmud Ajmadinedyad. A éste se le asignó otro papel: reabrir negociaciones con ese mismo consejo de seguridad alrededor del plan nuclear. Esto servirá para desactivar las presiones bélicas del gobierno israelí sobre EE.UU.

Se trata del primer contacto público desde 2003 entre funcionarios persas y norteamericanos. Tehrán señaló que su fin básico es “apoyar al gobierno iraquí para restaurar paz y seguridad, en lo posible sin interferencias extranjeras”. Por supuesto, los iranpie corren el riesgo de ser acusados ellos mismo por respaldar a la milicia majdí de Moqtadá as-Sadr. No obstante, por ahora se trata de “denuncias” elaboradas en Washington.

Formalmente, la invitación al debate corrió por cuenta del gobierno local, que controla sólo Bagdad y la contigua provincia de An’bar. Pero, al aceptarla sin vacilaciones, EE.UU. se ha convertido en promotor principal, papel que -hasta hace poco- George W.Bush se negaba a desempeñar.

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