Irak: una guerra tercerizada mediante contratistas privados

A fines de junio, había alrededor de 160.000 efectivos estadounidenses en Bagdad y alrededores. Pero también operaban otros 180.000 al servicio de contratistas del Pentágono. En otras palabras, la mitad de la guerra está tercerizada.

7 julio, 2007

Por un lado, George W.Bush ha aumentado de 140.000 a 160.000 el total de tropas para una guerra virtualmente perdida. Por el otro, los contratistas privados han elevado su personal de 150.000 a 180.000 durante los últimos doce meses. O sea, hay 340.000 soldados peleando por EE.UU. y la guerrilla sunní contra el ejército majdí de Moqtada as-Sadr (alrededor de 50.000 de irregulares).

El grado de tercerización norteamericana en la Mesopotamia es alarmante. Va desde el campo de batalla hasta los baños químicos, pasando por raciones, campamentos y hospitales de campaña. Entre los contratistas más grandes se cuenta una subsidiaria del grupo Halliburton, vinculado al vicepresidente Richard Cheney, sujeta a diversas investigaciones federales desde 2004.

Los datos provienen de un informe parlamentario obtenido por “Los Ángeles times”, a su vez base para pedidos de informes al poder ejecutivo. Este escándalo de la tercerización coincide con los preludios de una larga campaña electoral, sumamente dura para los republicanos y sus precandidatos. Además, aumenta la cantidad de legisladores que presionan para entablarle juicio político a Cheney.

Hasta la invasión de Irak y desde la guerra de Corea (1950/3), en efecto fueron creciendo los servicios militares periféricos en manos privadas. Pero no incluían efectivos en pie de combate. Ya en tiempos de George Washington, se descubrió que ciertos aspectos logísticos costaban menos y eran mejor cubiertos por privados. No, claro, los atinentes a la guerra en sí. Mucho después, en tiempos de Ronald Reagan, se sembró la semilla de otra crisis actual, al autorizarse la “privatización” de cárceles e interrogatorios.

El trato violento y los vejámenes en Abú Ghreib y Guantánamo son el corolario de un proceso de tercerización que lleva más de veinte años. Si esas prácticas hacen ahora crisis es porque recién desde 2003 se aplican en contextos bélicos explícitos (Irak, Afganistán). Algunos diputados demócratas se preguntan si esa privatización llegó también a los vuelos ilícitos de la CIA sobre media Europa.

En el ejercicio fiscal 2005/6, los contratistas militares recibieron de las arcas federales US$ 400.000 millones, el triple que el 2000/1. “El problema no es tanto la tercerización excesiva, sino la falta de contralores efectivos sobre los contratistas”, sostiene la senadora Hillary Rodham Clinton. Pero coincide con su rival en la interna, Barack Obama, en que “no pueden privatizarse las acciones bélicas en sí”.

Por un lado, George W.Bush ha aumentado de 140.000 a 160.000 el total de tropas para una guerra virtualmente perdida. Por el otro, los contratistas privados han elevado su personal de 150.000 a 180.000 durante los últimos doce meses. O sea, hay 340.000 soldados peleando por EE.UU. y la guerrilla sunní contra el ejército majdí de Moqtada as-Sadr (alrededor de 50.000 de irregulares).

El grado de tercerización norteamericana en la Mesopotamia es alarmante. Va desde el campo de batalla hasta los baños químicos, pasando por raciones, campamentos y hospitales de campaña. Entre los contratistas más grandes se cuenta una subsidiaria del grupo Halliburton, vinculado al vicepresidente Richard Cheney, sujeta a diversas investigaciones federales desde 2004.

Los datos provienen de un informe parlamentario obtenido por “Los Ángeles times”, a su vez base para pedidos de informes al poder ejecutivo. Este escándalo de la tercerización coincide con los preludios de una larga campaña electoral, sumamente dura para los republicanos y sus precandidatos. Además, aumenta la cantidad de legisladores que presionan para entablarle juicio político a Cheney.

Hasta la invasión de Irak y desde la guerra de Corea (1950/3), en efecto fueron creciendo los servicios militares periféricos en manos privadas. Pero no incluían efectivos en pie de combate. Ya en tiempos de George Washington, se descubrió que ciertos aspectos logísticos costaban menos y eran mejor cubiertos por privados. No, claro, los atinentes a la guerra en sí. Mucho después, en tiempos de Ronald Reagan, se sembró la semilla de otra crisis actual, al autorizarse la “privatización” de cárceles e interrogatorios.

El trato violento y los vejámenes en Abú Ghreib y Guantánamo son el corolario de un proceso de tercerización que lleva más de veinte años. Si esas prácticas hacen ahora crisis es porque recién desde 2003 se aplican en contextos bélicos explícitos (Irak, Afganistán). Algunos diputados demócratas se preguntan si esa privatización llegó también a los vuelos ilícitos de la CIA sobre media Europa.

En el ejercicio fiscal 2005/6, los contratistas militares recibieron de las arcas federales US$ 400.000 millones, el triple que el 2000/1. “El problema no es tanto la tercerización excesiva, sino la falta de contralores efectivos sobre los contratistas”, sostiene la senadora Hillary Rodham Clinton. Pero coincide con su rival en la interna, Barack Obama, en que “no pueden privatizarse las acciones bélicas en sí”.

Compartir:
Notas Relacionadas

Suscripción Digital

Suscríbase a Mercado y reciba todos los meses la mas completa información sobre Economía, Negocios, Tecnología, Managment y más.

Suscribirse Archivo Ver todos los planes

Newsletter


Reciba todas las novedades de la Revista Mercado en su email.

Reciba todas las novedades