Irak: el Pentágono tiene un plan C por si falla el de Bush

Previendo el fracaso del “plan B”, los militares elaboran una alternativa, retiro de tropas inclusive. Según “Los Ángeles times”, empieza el eclipse de George W.Bush en política exterior (y Halliburton abandona Estados Unidos).

13 marzo, 2007

Por supuesto, el “plan C” esta en fase preliminar, pero su estrategia tiene una base clara: evacuación gradual. Eso involucra concentrarse en capacitación y equipamiento de fuerzas iraquíes, vía pequeños grupos de “asesores” (algo así como en Nicaragua, pero al revés). Teóricamente, esta será la opción si fracasa el actual intento o, lo más probable, si el congreso bloquea fondos para elevar la cantidad de efectivos. Próximo ya el ingreso al quinto año de guerra, hay 141,000 tropas Bush quiere llevarlas a 170.000.

La propia Casa Blanca reconocido, el lunes por la noche, que existe ese proyecto y está en manos de Robert Gates, secretario de defensa, allegado al grupo de estudio sobre Irak (James Baker, Lee Hamilton). Estas movidas han provocado una agria reacción del vicepresidente Richard Cheney. Pero una decisión de Halliburton –grupo del cual es fuerte accionista- lo deja en postura desairada: los beneficiarios de contratos a dedo se mudan a la Unión de emiratos árabes, para eludir a la justicia norteamericana.

Técnicamente, el “plan C” deriva de estrategias aplicadas hace más de veinte años en El Salvador, cuando la ayuda al presidente José M.Duarte contra la guerrilla Farabundo Martí. El ensayo fracasó y llevó a una paz firmada en 1992. Pero contenía un componente peligroso: como en Nicaragua, EE.UU. respaldaba “escuadrones de la muerte” (el papel de John Negroponte era clave). Hoy, en Irak, está sosteniendo una especie de limpiza étnica contra civiles shiitas en Bagdad y An’bar.

Todo eso se relaciona con el primer encuentro público desde 1979 entre Estados Unidos e Irán, el 10 de este mes. En abril, los dieciséis países asistentes a esa conferencia y otros se encontrarán en Estambul. Pero Bush no cede e insiste en enviar más soldados.

En la capital iraquí, este fin de semana se establecieron tres comisiones técnicas que definirán cooperación para seguridad, paulatino regreso de los dos millones que se han exilado y cuestiones relativas a hidrocarburos (sin participación de las petroleras privadas). El detalle subraya un triunfo de los departamentos de estado (Condoleezza Rice) y defensa sobre el hoy devaluado Cheney, afectado por la condena de su asesor principal, Lewis Libby.

No obstante, desde Colombia –donde un gobierno sostenido por Washington se debate entre escándalos y balcanización-, Bush pidió más fondos al congreso y ordenó enviar 4.700 efectivos a Bagdad y 3.500 a Afganistán, aun contra la opinión de la cúpula militar. Pero la oposición presiona con un cronograma de retiro. En cuanto al Pentágono, sostiene que hacen falta muchos más que los 21.500 solicitados por la Casa Blanca. No obstante, con 140.000 ya en campo, la capacidad de despliegue está llegando al máximo y ello explica en “plan C”.

El encuentro del mes próximo será en escala de cancilleres, por lo cual Rice encabezará la delegación estadounidense. A diferencia de Irán, en los últimos años ha habido contactos oficiales con Siria, especialmente tras el fracaso de la aventura israelí en Líbano. De paso, en Bagdad nadie hizo alusiones a Tel Aviv.

Esta reunión abarcó EE.UU., Rusia, Francia, Gran Bretaña, China, Francia, Siria, Irán, Irak, Saudiarabia, Jordania, Egipto, Marruecos, Túnez, Argelia y Libia. La de abril agregará Turquía, Italia, Japón, Holanda, Alemania y Canadá. Vale decir, se completará el Grupo de los 8.

No obstante, a juicio de observadores de Europa occidental, el saldo político clave es el desplazamiento de Cheney y los ultraconservadores que quedan alrededor de Bush. Mientras tanto, el presidente se distraía en una jira latinoamericana sin relevancia, salvo el acuerdo de biocombustibles con Brasil.

El avance de Rice y Gates es claro, pese a sus contradicciones. Desde Norcorea hasta Irak, su postura “medio paloma” fue desalojando a los halcones supérstites. No ocurre así en Latinoamérica, porque el elenco “especializado” próximo a Rice todavía cree que todo se reduce a Hugo Chávez –importante proveedor petrolero de EE.UU.- y sus desplantes “pour la galerie”.

Sin embargo, Rice sigue hablando bien de los elementos duros que restan en el gobierno, aunque no confíe en Negroponte, profesional de golpes militares y cosas peores al sur de Tehuantepec. En todo caso, la secretaria de estado profiere apoyarse en Nicholas Burns (ex negociador en los Balcanes), David Satterfield –asesor especial para temas iraquíes- o Christopler Hill, a cargo del tema norcoreano.

Estas movidas señalan que van imponiéndose las recomendaciones del grupo Baker-Hamilton. Sólo queda un flanco mal cubierto: la guerra afgana y su desborde a Pakistán, en manos de un dictador ambiguo –Pervez Musharraf-, y la Cachemira india. En esas regiones, sostiene una cantidad respetable de analistas militares, se cifra “la verdadera guerra contra el terrorismo, no en Irak”.

Por supuesto, el “plan C” esta en fase preliminar, pero su estrategia tiene una base clara: evacuación gradual. Eso involucra concentrarse en capacitación y equipamiento de fuerzas iraquíes, vía pequeños grupos de “asesores” (algo así como en Nicaragua, pero al revés). Teóricamente, esta será la opción si fracasa el actual intento o, lo más probable, si el congreso bloquea fondos para elevar la cantidad de efectivos. Próximo ya el ingreso al quinto año de guerra, hay 141,000 tropas Bush quiere llevarlas a 170.000.

La propia Casa Blanca reconocido, el lunes por la noche, que existe ese proyecto y está en manos de Robert Gates, secretario de defensa, allegado al grupo de estudio sobre Irak (James Baker, Lee Hamilton). Estas movidas han provocado una agria reacción del vicepresidente Richard Cheney. Pero una decisión de Halliburton –grupo del cual es fuerte accionista- lo deja en postura desairada: los beneficiarios de contratos a dedo se mudan a la Unión de emiratos árabes, para eludir a la justicia norteamericana.

Técnicamente, el “plan C” deriva de estrategias aplicadas hace más de veinte años en El Salvador, cuando la ayuda al presidente José M.Duarte contra la guerrilla Farabundo Martí. El ensayo fracasó y llevó a una paz firmada en 1992. Pero contenía un componente peligroso: como en Nicaragua, EE.UU. respaldaba “escuadrones de la muerte” (el papel de John Negroponte era clave). Hoy, en Irak, está sosteniendo una especie de limpiza étnica contra civiles shiitas en Bagdad y An’bar.

Todo eso se relaciona con el primer encuentro público desde 1979 entre Estados Unidos e Irán, el 10 de este mes. En abril, los dieciséis países asistentes a esa conferencia y otros se encontrarán en Estambul. Pero Bush no cede e insiste en enviar más soldados.

En la capital iraquí, este fin de semana se establecieron tres comisiones técnicas que definirán cooperación para seguridad, paulatino regreso de los dos millones que se han exilado y cuestiones relativas a hidrocarburos (sin participación de las petroleras privadas). El detalle subraya un triunfo de los departamentos de estado (Condoleezza Rice) y defensa sobre el hoy devaluado Cheney, afectado por la condena de su asesor principal, Lewis Libby.

No obstante, desde Colombia –donde un gobierno sostenido por Washington se debate entre escándalos y balcanización-, Bush pidió más fondos al congreso y ordenó enviar 4.700 efectivos a Bagdad y 3.500 a Afganistán, aun contra la opinión de la cúpula militar. Pero la oposición presiona con un cronograma de retiro. En cuanto al Pentágono, sostiene que hacen falta muchos más que los 21.500 solicitados por la Casa Blanca. No obstante, con 140.000 ya en campo, la capacidad de despliegue está llegando al máximo y ello explica en “plan C”.

El encuentro del mes próximo será en escala de cancilleres, por lo cual Rice encabezará la delegación estadounidense. A diferencia de Irán, en los últimos años ha habido contactos oficiales con Siria, especialmente tras el fracaso de la aventura israelí en Líbano. De paso, en Bagdad nadie hizo alusiones a Tel Aviv.

Esta reunión abarcó EE.UU., Rusia, Francia, Gran Bretaña, China, Francia, Siria, Irán, Irak, Saudiarabia, Jordania, Egipto, Marruecos, Túnez, Argelia y Libia. La de abril agregará Turquía, Italia, Japón, Holanda, Alemania y Canadá. Vale decir, se completará el Grupo de los 8.

No obstante, a juicio de observadores de Europa occidental, el saldo político clave es el desplazamiento de Cheney y los ultraconservadores que quedan alrededor de Bush. Mientras tanto, el presidente se distraía en una jira latinoamericana sin relevancia, salvo el acuerdo de biocombustibles con Brasil.

El avance de Rice y Gates es claro, pese a sus contradicciones. Desde Norcorea hasta Irak, su postura “medio paloma” fue desalojando a los halcones supérstites. No ocurre así en Latinoamérica, porque el elenco “especializado” próximo a Rice todavía cree que todo se reduce a Hugo Chávez –importante proveedor petrolero de EE.UU.- y sus desplantes “pour la galerie”.

Sin embargo, Rice sigue hablando bien de los elementos duros que restan en el gobierno, aunque no confíe en Negroponte, profesional de golpes militares y cosas peores al sur de Tehuantepec. En todo caso, la secretaria de estado profiere apoyarse en Nicholas Burns (ex negociador en los Balcanes), David Satterfield –asesor especial para temas iraquíes- o Christopler Hill, a cargo del tema norcoreano.

Estas movidas señalan que van imponiéndose las recomendaciones del grupo Baker-Hamilton. Sólo queda un flanco mal cubierto: la guerra afgana y su desborde a Pakistán, en manos de un dictador ambiguo –Pervez Musharraf-, y la Cachemira india. En esas regiones, sostiene una cantidad respetable de analistas militares, se cifra “la verdadera guerra contra el terrorismo, no en Irak”.

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