Inyectan US$ 800.000 millones para descongelar el crédito minorista

Un solo rescate quizá no alcance y aparezcan otros bancos. Tras el paquete de US$ 290.000 millones, sus efectos euforizantes se esfumen en un contexto adverso, agravado por esos 800.000 millones y rumores sobre renuncia anticipada de Bush.

26 noviembre, 2008

Con rojos en alza, otros bancos eventualmente se volverán hacia un gobierno complaciente –o interesado en embarrarle la cancha al sucesor-, para comprarles activos tóxicos. Así, los contribuyentes terminarán avalando miles de millones, al margen del salvamento inicial (US$ 694.000 millones). Por cierto, Henry Paulson, secretario de hacienda, y Benjamin Bernanke (RF) acaban de lanzar un programa que compromete US$ 800.000 millones para destrabar el crédito minorista.

El lunes, Europa occidental y Nueva York olvidaron las penas por breve lapso. Las acciones del sector subieron 11% (Citi), 27% (Bank of America), 21% (JPMorgan Chase) y 20% (Wells Fargo).

En lo inmediato, ese último esfuerzo impidió que una catarata de quebrantos cayese sobre el resto de las entidades. Pero, en mayor plazo, ese rescate será un problema para reguladores, contribuyentes y el equipo de Barack Obama. ¿Por qué? Porque alentará a los malos banqueros a tomar riesgos suponiendo que el estado les sacará las papas del fuego.

Con una recesión deflatoria en puerta, bancos de todo tamaño saben que sus carteras de crédito se tambalean. En particular, las relativas a bienes raíces, automotores y tarjetas. Así, en poco tiempo los mercados se preguntarán qué entidades pueden caer. A su vez, los rivales de Citigroup se hallan ante un competidor limpio de pasivos que, respaldado por el gobierno, podrá tomas fondos a tasas inasequibles para sus rivales.

Con rojos en alza, otros bancos eventualmente se volverán hacia un gobierno complaciente –o interesado en embarrarle la cancha al sucesor-, para comprarles activos tóxicos. Así, los contribuyentes terminarán avalando miles de millones, al margen del salvamento inicial (US$ 694.000 millones). Por cierto, Henry Paulson, secretario de hacienda, y Benjamin Bernanke (RF) acaban de lanzar un programa que compromete US$ 800.000 millones para destrabar el crédito minorista.

El lunes, Europa occidental y Nueva York olvidaron las penas por breve lapso. Las acciones del sector subieron 11% (Citi), 27% (Bank of America), 21% (JPMorgan Chase) y 20% (Wells Fargo).

En lo inmediato, ese último esfuerzo impidió que una catarata de quebrantos cayese sobre el resto de las entidades. Pero, en mayor plazo, ese rescate será un problema para reguladores, contribuyentes y el equipo de Barack Obama. ¿Por qué? Porque alentará a los malos banqueros a tomar riesgos suponiendo que el estado les sacará las papas del fuego.

Con una recesión deflatoria en puerta, bancos de todo tamaño saben que sus carteras de crédito se tambalean. En particular, las relativas a bienes raíces, automotores y tarjetas. Así, en poco tiempo los mercados se preguntarán qué entidades pueden caer. A su vez, los rivales de Citigroup se hallan ante un competidor limpio de pasivos que, respaldado por el gobierno, podrá tomas fondos a tasas inasequibles para sus rivales.

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