Inflación subyacente y ulteriores alzas de tasas básicas

El comité monetario del Sistema de Reserva Federal podría seguir elevando tipos referenciales, debido a riesgos de mayor inflación en 2005. Cada vez más bancos de esa red dejan de creer en un horizonte estable.

13 diciembre, 2004

La campaña por la reelección de George W.Bush le permitió a Alan Greenspan –presidente del SRF, que se jubila en 2006- imponer una “visión oficialista” sobre ciertas variables económicas de fondo. Ahora, empero, queda claro que las percepciones mayoritarias entre los trece componentes de la red no son las de hace un año ni coinciden con las de Greenspan.

Algunos directores de la junta detectan (a) desaceleración en el crecimiento de la productividad (reducir planteles laborales, recurso monetarista clásico, empieza a ser contraproducente), (b) aumento de combustibles y materias primas, (c) nuevos indicadores de precios y la actitud de las grandes empresas. Si los directores del sistema mantienen esa tesitura –se verá en la reunión del martes 14, última hasta febrero-, habrá varios ajustes posteriores al descontado ahora.

Los mercados a término apuestan a que, en esta oportunidad, las dos tasas básicas pasen de 2 a 2,25% anual. Cabe recordar que este camino alcista partió, en julio, de 1%, piso desde igual mes de 1958. Los nuevos niveles remiten, en cambio, a 1960. En cuanto al primer aumento de 2005, los analistas suponen que será de otros 25 puntos básicos y, por ende, los tipos irán a 2,5%. Más tarde, el SRF tal vez haga un retoque de 50 puntos básicos pero, si para marzo los tipos llegan a 3%, sería cuestión de ver qué habrá ocurrido para entonces con la tasa larga clave (bonos de Tesorería a diez años), que hoy oscila alrededor de 4,15/25% anual.

En las discusiones internas, técnicos y ejecutivos del sistema señalan que las perspectivas inflacionarias son francamente alcistas, por primera vez desde hace cuatro años. Como Wall Street, no toman muy en serio las felices estadísticas que viene fabricando Comercio. De cualquier modo, están sujetas a ajustes retroactivos y, en ese punto, recuerdan las tácticas de Fiel o el Cema en apoyo de Domingo F.Cavallo, Roque Fernández, Carlos Rodríguez y Pedro Pou (1991-99).

Existe otro dato, si se quiere político: tras seis meses de sospechosa unanimidad, hay divergencias entre los directores del SRF. A Greenspan le será cada día más arduo lograr consensos porque, además de su retiro, el presidente para quien opera ya no puede aspirar a la reelección y su primer rival potencial republicano es Rudolph Giuliani, personalidad opuesta a la de Bush o Richard Cheney. Por tanto, todos miran hacia Benjamin Bernanke, eminencia gris de Greenspan, aunque ajeno a sus recientes y extrañas teorías.

Por ejemplo, Bernanke –en octubre- sostuvo que aflojaba la recreación de empleo y había menor riesgo inflacionario, por lo cual el SRF debiera dejar de elevar tasas durante un tiempo. Semanas después, el último informe de Trabajo –donde se postula mayor generación de puestos laborales- salió en apoyo de los “ajustistas”. Según viene sucediendo desde los 80 en varios planos de gestión económica, financiera y empresaria, cualquier buena noticia sobre empleo o salarios se interpreta como síntoma inflacionario…

Tampoco puede decirse que el SRF sea un dechado de consistencia. Hasta junio, alertaba sobre un peligro deflacionario. Posteriormente, descubrió sutiles tendencias inflacionarias. Ya en vísperas de los comicios, postulaba una “tasa ideal” neutra, que no estimulase ni frenase la expansión del PBI. Pero la imaginaba entre 3 y 5% anual.

Eso era de suyo un dislate. Primero, porque los tipos referenciales estaban en apenas 1,75%. Segundo, porque la brecha de 3 a 5% es desmedida. Ya a fines de noviembre, se detectaba una desaceleración del consumo, aunque por entonces los crudos hubiesen abandonado sus récords nominales históricos.

Pero, entretanto, los técnicos del SRF volvían a hablar de inflación. El índice subyacente de precios minoristas –excluye alimentos y combustibles- había subido 0,3% en septiembre y 0,2% en octubre, en ambos casos más de lo previsto. Ello llevaba la proyección anual de 1,7 a 2%. No es que ese indicador sea de mejor calidad que el general, pues sólo es un truco estadigráfico similar al inventado hace varios años en Argentina, el “índice minorista sin carnes”.

Por su parte, el sector privado mantiene sus habituales conductas. Así, le ha señalado a Greenspan que “a medida como pasa el tiempo, es más fácil transferir al público los aumentos de hidrocarburos, materias primas, insumos y servicios médicos”. Así lo reconoce el “libro beige” del SRF, entregado al Congreso el 1 de diciembre. Cabe preguntarse, entonces, por qué tanta gente ha votado a Bush: se sabe que los evangélicos de pueblo chico son prósperos, pero no son tantos.

Los teóricos del SRF tienen ahora otros temas de qué preocuparse. Fundamentalmente, los enormes déficit fiscal y de pagos externos (juntos, suman US$ 3,96 billones, 33% del PBI) y su efecto más visible, la licuación internacional del dólar. Pero, claro, Greenspan cree que son señales positivas.

La campaña por la reelección de George W.Bush le permitió a Alan Greenspan –presidente del SRF, que se jubila en 2006- imponer una “visión oficialista” sobre ciertas variables económicas de fondo. Ahora, empero, queda claro que las percepciones mayoritarias entre los trece componentes de la red no son las de hace un año ni coinciden con las de Greenspan.

Algunos directores de la junta detectan (a) desaceleración en el crecimiento de la productividad (reducir planteles laborales, recurso monetarista clásico, empieza a ser contraproducente), (b) aumento de combustibles y materias primas, (c) nuevos indicadores de precios y la actitud de las grandes empresas. Si los directores del sistema mantienen esa tesitura –se verá en la reunión del martes 14, última hasta febrero-, habrá varios ajustes posteriores al descontado ahora.

Los mercados a término apuestan a que, en esta oportunidad, las dos tasas básicas pasen de 2 a 2,25% anual. Cabe recordar que este camino alcista partió, en julio, de 1%, piso desde igual mes de 1958. Los nuevos niveles remiten, en cambio, a 1960. En cuanto al primer aumento de 2005, los analistas suponen que será de otros 25 puntos básicos y, por ende, los tipos irán a 2,5%. Más tarde, el SRF tal vez haga un retoque de 50 puntos básicos pero, si para marzo los tipos llegan a 3%, sería cuestión de ver qué habrá ocurrido para entonces con la tasa larga clave (bonos de Tesorería a diez años), que hoy oscila alrededor de 4,15/25% anual.

En las discusiones internas, técnicos y ejecutivos del sistema señalan que las perspectivas inflacionarias son francamente alcistas, por primera vez desde hace cuatro años. Como Wall Street, no toman muy en serio las felices estadísticas que viene fabricando Comercio. De cualquier modo, están sujetas a ajustes retroactivos y, en ese punto, recuerdan las tácticas de Fiel o el Cema en apoyo de Domingo F.Cavallo, Roque Fernández, Carlos Rodríguez y Pedro Pou (1991-99).

Existe otro dato, si se quiere político: tras seis meses de sospechosa unanimidad, hay divergencias entre los directores del SRF. A Greenspan le será cada día más arduo lograr consensos porque, además de su retiro, el presidente para quien opera ya no puede aspirar a la reelección y su primer rival potencial republicano es Rudolph Giuliani, personalidad opuesta a la de Bush o Richard Cheney. Por tanto, todos miran hacia Benjamin Bernanke, eminencia gris de Greenspan, aunque ajeno a sus recientes y extrañas teorías.

Por ejemplo, Bernanke –en octubre- sostuvo que aflojaba la recreación de empleo y había menor riesgo inflacionario, por lo cual el SRF debiera dejar de elevar tasas durante un tiempo. Semanas después, el último informe de Trabajo –donde se postula mayor generación de puestos laborales- salió en apoyo de los “ajustistas”. Según viene sucediendo desde los 80 en varios planos de gestión económica, financiera y empresaria, cualquier buena noticia sobre empleo o salarios se interpreta como síntoma inflacionario…

Tampoco puede decirse que el SRF sea un dechado de consistencia. Hasta junio, alertaba sobre un peligro deflacionario. Posteriormente, descubrió sutiles tendencias inflacionarias. Ya en vísperas de los comicios, postulaba una “tasa ideal” neutra, que no estimulase ni frenase la expansión del PBI. Pero la imaginaba entre 3 y 5% anual.

Eso era de suyo un dislate. Primero, porque los tipos referenciales estaban en apenas 1,75%. Segundo, porque la brecha de 3 a 5% es desmedida. Ya a fines de noviembre, se detectaba una desaceleración del consumo, aunque por entonces los crudos hubiesen abandonado sus récords nominales históricos.

Pero, entretanto, los técnicos del SRF volvían a hablar de inflación. El índice subyacente de precios minoristas –excluye alimentos y combustibles- había subido 0,3% en septiembre y 0,2% en octubre, en ambos casos más de lo previsto. Ello llevaba la proyección anual de 1,7 a 2%. No es que ese indicador sea de mejor calidad que el general, pues sólo es un truco estadigráfico similar al inventado hace varios años en Argentina, el “índice minorista sin carnes”.

Por su parte, el sector privado mantiene sus habituales conductas. Así, le ha señalado a Greenspan que “a medida como pasa el tiempo, es más fácil transferir al público los aumentos de hidrocarburos, materias primas, insumos y servicios médicos”. Así lo reconoce el “libro beige” del SRF, entregado al Congreso el 1 de diciembre. Cabe preguntarse, entonces, por qué tanta gente ha votado a Bush: se sabe que los evangélicos de pueblo chico son prósperos, pero no son tantos.

Los teóricos del SRF tienen ahora otros temas de qué preocuparse. Fundamentalmente, los enormes déficit fiscal y de pagos externos (juntos, suman US$ 3,96 billones, 33% del PBI) y su efecto más visible, la licuación internacional del dólar. Pero, claro, Greenspan cree que son señales positivas.

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