Inevitable: ya se baraja la fórmula Lavagna-Terragno

El único ex ministro de Kirchner con imagen propia y, virtualmente, el último dirigente radical en similares circunstancias, unidos en las especulaciones prelectorales. Pero todo es prematuro, sostiene el senador.

5 junio, 2006

El disidente Rodolfo Héctor Terragno se apresuró a descartar los rumores circulantes desde el sábado y los calificó de “prematuros. No es posible vivir un clima constantemente electoral”. No obstante, con una oposición atomizada y sin propuestas –salvo Ricardo Murphy, que tiene plan pero no votos-, especialmente a la izquierda de Néstor Kirchner, el surgimiento del senador era inevitable.

A primera vista, el binomio parece una convergencia de ex duhaldistas, radicales alfonsinistas (si bien el ex presidente no comulga con Terragno), gente desencantada con Mauricio Macri –especialmente tras sus disidencias con el padre, verdadero poder dentro de la familia- y una parte de la izquierda, harta de piqueteros o de Liliana Carrió, que ofrece incienso o rosarios en lugar de planes concretos.

Inclusive, algunos dirigentes de segunda o tercera línea ven factible una conjunción entre esa supuesta fórmula presidencial y Jorge Télerman en la Capital federal. Por otra parte, Terragno es uno de los escasos políticos con formación económica y experiencia en medios. “Es de dominio público mi respeto por Roberto Lavagna”, señalaba el legislador, quien –cuando éste era ministro- solía criticar el modelo al que apuntaba.

Por el contrario, no parece lógico que Eduardo Camaño, enfrentado hoy con Kirchner por motivos casi personales, pueda integrar un futuro gabinete Lavagna. En otro plano, la escasa proclividad del senador a debates en su propio entorno lo diferencia del ex ministro que, además, mantiene fluidos contactos con quienes, en su momento, lanzaron el plan Austral (frustrado por las intrigas de Enrique Nosiglia, que sigue tras Alfonsín).

Adhiriendo a expresiones de Lavagna, Terragno advirtió que, “antes de adoptar decisiones electorales, la dirigencia debe debatir programas concretos, para que se avance sin perder el terreno ya ganado”. El legislador tiene experiencia en materia de proyectos frustrados, pues participó como iniciador en la alianza UCR-Frepaso y fue primer jefe de gabinete bajo Fernando de la Rúa. Cuando descubrió las características reales de esa presidencia, se marchó. El vicepresidente Carlos Álvarez hizo lo mismo poco después, al estallar un escándalo parlamentario generado por operadores del malhadado presidente.

El disidente Rodolfo Héctor Terragno se apresuró a descartar los rumores circulantes desde el sábado y los calificó de “prematuros. No es posible vivir un clima constantemente electoral”. No obstante, con una oposición atomizada y sin propuestas –salvo Ricardo Murphy, que tiene plan pero no votos-, especialmente a la izquierda de Néstor Kirchner, el surgimiento del senador era inevitable.

A primera vista, el binomio parece una convergencia de ex duhaldistas, radicales alfonsinistas (si bien el ex presidente no comulga con Terragno), gente desencantada con Mauricio Macri –especialmente tras sus disidencias con el padre, verdadero poder dentro de la familia- y una parte de la izquierda, harta de piqueteros o de Liliana Carrió, que ofrece incienso o rosarios en lugar de planes concretos.

Inclusive, algunos dirigentes de segunda o tercera línea ven factible una conjunción entre esa supuesta fórmula presidencial y Jorge Télerman en la Capital federal. Por otra parte, Terragno es uno de los escasos políticos con formación económica y experiencia en medios. “Es de dominio público mi respeto por Roberto Lavagna”, señalaba el legislador, quien –cuando éste era ministro- solía criticar el modelo al que apuntaba.

Por el contrario, no parece lógico que Eduardo Camaño, enfrentado hoy con Kirchner por motivos casi personales, pueda integrar un futuro gabinete Lavagna. En otro plano, la escasa proclividad del senador a debates en su propio entorno lo diferencia del ex ministro que, además, mantiene fluidos contactos con quienes, en su momento, lanzaron el plan Austral (frustrado por las intrigas de Enrique Nosiglia, que sigue tras Alfonsín).

Adhiriendo a expresiones de Lavagna, Terragno advirtió que, “antes de adoptar decisiones electorales, la dirigencia debe debatir programas concretos, para que se avance sin perder el terreno ya ganado”. El legislador tiene experiencia en materia de proyectos frustrados, pues participó como iniciador en la alianza UCR-Frepaso y fue primer jefe de gabinete bajo Fernando de la Rúa. Cuando descubrió las características reales de esa presidencia, se marchó. El vicepresidente Carlos Álvarez hizo lo mismo poco después, al estallar un escándalo parlamentario generado por operadores del malhadado presidente.

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